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Alquileres a precio de sangre: en la cara b del Pirineo, los jornaleros del esquí viven en furgos

Cientos de trabajadores nómadas de la nieve viven avasallados por sus empleos estacionales mileuristas mientras tienen que compartir un piso o vivir en una caravana porque los pisos se alquilan a precio de sangre de unicornio. 

El guía de montaña y de esquí Tor Villar descansa junto a su Mercedes Sprinter, no lejos de su lugar de trabajo en el Pirineo
El guía de montaña y de esquí Tor Villar descansa junto a su Mercedes Sprinter, no muy lejos de su lugar de trabajo en el Pirineo. CEDIDA

"No es que seamos como jornaleros, es que somos verdaderos jornaleros porque se nos paga por jornada", nos dice desde Catalunya Tor Villar, de 56 años. "Hay un problema claro de estacionalidad y de bajos salarios en el sector del turismo de montaña que hace que vivamos en la cuerda floja. Claro que al menos nosotros lo sabemos", explica.

"Nos hallamos en una situación de constante incertidumbre pero somos muy conscientes de ello. El que se pega un batacazo es el que cree que tiene una vida estable", continúa.

Villar nació en Holanda, aunque se trasladó a Madrid con su familia cuando tenía ocho años. Hace ya varias décadas que se gana el sustento trabajando como guía de montaña; viviendo con la libertad de un zíngaro dentro de su furgoneta y desplazándose como las golondrinas cada fin de temporada por el norte de Aragón en busca de un lugar más propicio para el empleo, desde Jaca o Ansó al valle de Benasque.

Su historia personal ejemplifica bien la clase de existencia que llevan los trabajadores que sostienen el negocio del turismo de montaña que el Gobierno de Lambán o el presidente de la Diputación Provincial de Huesca (DPH) han venido vendiendo a la ciudadanía como un maná de desarrollo comarcal antes de que les tumbaran el proyecto la Canal Roya, la fallida tentativa de conectar las pistas de esquí de Astún y Formigal mediante cuatro kilómetros de telecabina.

Los activistas que han logrado impedir que se destruya esa joya pirenaica ya venían advirtiendo de que los socialistas mentían bien sobre la creación de empleos o los no tan incuestionables beneficios de la nieve, pero no hablaban de medio ambiente y menos todavía de la cara b del turismo de montaña.

En el lado oscuro de un mercado laboral viven cientos de trabajadores avasallados por la precariedad, la estacionalidad de sus ocupaciones, los bajos salarios y el coste desorbitado de la vida y de los alquileres para turistas y ricos.

Viviendo en una Sprinter

"Yo empecé a trabajar de remontero hace unos veinte años en Panticosa", nos dice el holandés. "Entonces, me alojé en el piso de otro operario de remontes. Y, entre tanto, me compré una furgoneta para hacer algunos viajecitos. Cuando mi compañero se tuvo que marchar del piso yo no pude afrontar el alquiler y me mudé a la furgoneta", añade.

"Intenté buscar alojamiento en algunos valles especialmente conflictivos y no logré encontrar a nadie para compartir una vivienda. Desde entonces, hasta el día de hoy, he seguido viviendo en un vehículo. Ahora tengo una Sprinter", relata.

"Que por mi manera de entender el mundo yo me sienta muy cómodo viviendo de esta forma no significa que no haya mucha gente de las estaciones que ha acabado residiendo en una furgo o una autocaravana forzada por las circunstancias, bien porque no pueden afrontar un alquiler, bien porque en las zonas de Benasque, L'Aínsa o Jaca no hay vivienda suficiente", continúa el guía de montaña. "Esos pisos turísticos suelen alquilarse a setenta euros por noche".

Es un hecho sabido que los locales prefieren alquilar a grupos durante los fines de semana para evitar problemas e incrementar sus plusvalías. No es que el Pirineo esté a punto de ibicificarse. Es que ya se registran las mismas disfunciones que en Mallorca o Magaluf.

"Incluso si te alejas de las pistas, lo más barato que te encuentras son 500 o 600 euros por verdaderos cuchitriles", asegura Villar. "Estamos hablando de casi la mitad de mi sueldo medio mensual, más luego tienes que gastar en gasolina si vives en alguna de las pistas que no fleta autobuses", afirma.

"¿Cómo va a afrontar un trabajador semejantes alquileres con poco más del salario mínimo, que es lo que viene a ganar un remontero? La solución que encuentran muchos es compartir vivienda por parejas. Otros se niegan a renunciar a su privacidad y se han pasado a la furgoneta", apunta.

"Solo en los valles por los que yo suelo rondar — Tena, Aragón y Benasque— hay más de cien personas viviendo de ese modo y todavía muchos más si contabilizas lugares del Pirineo catalán como el valle de Arán", cuenta.

Pese a que la falta de vivienda o los elevados costes de los alquileres es un problema estructural que ha puesto patas arriba las existencias de miles de trabajadores del turismo, ninguno de los proyectos que defendían los socialistas Javier Lambán o Miguel Gracia contemplaban tan siquiera mejorar sus condiciones más allá de un puñado de vaguedades y promesas inconsistentes.

El Ayuntamiento de Castejón de Sos ha impuesto restricciones para los jornaleros que pernoctan en su parking para autocaravanas
El Ayuntamiento de Castejón de Sos ha impuesto restricciones para los jornaleros que pernoctan en su parking para autocaravanas. Ferran Barber

Y a los bajos salarios hay que añadir otro problema: los desorbitados precios de los supermercados y comercios en las zonas de turismo de montaña. "En Benasque suben los precios y como está conectado con la civilización por el Congosto de Ventamillo y una sinuosa y estrecha carretera de montaña, a la gente le da pereza viajar a Graus para hacer la compra", afirma el holandés.

"En Canfranc comprar es imposible y en la Val d'Aran suben aposta el coste de la vida para seleccionar a su clientela", añade.

Mileuristas en la cuerda floja

¿Cuánto viene a percibir de media un jornalero del esquí y de la montaña? Según dice Tor Villar, "un pistero se mueve en torno a los 1.200 euros. Un monitor de escuela puede ganar más, dependiendo de para quién trabaja. Claro que el empleo es temporal y hay muchos meses en los que estás sin hacer nada", explica.

"La gente como yo venimos a ganar entre mil y mil cien euros si promediamos lo que percibimos los meses que trabajamos a destajo con los que te dedicas a viajar, porque no encontramos una ocupación remunerada, pese a que tratamos de diversificar toda nuestra actividad", continúa.

"Aunque los remontes funcionan igualmente durante algunos meses de verano y el trabajo en barranco puede hacerse en teoría todo el año, somos víctimas muy claras de la estacionalidad y de la precariedad que esta origina", narra.

Al final, la furgoneta para muchos no es una opción, sino el medio necesario para mantener su modelo de existencia. "El mayor inconveniente es el espacio", afirma el montañero. "Pero, al mismo tiempo, es una ventaja porque no andas acumulando cosas, ni gastas en luz o en agua, lo que te permite ahorrar un poco", relata.

"El segundo gran escollo es encontrar un sitio apropiado para estacionar. Cada vez hay más gente que pernocta en los vehículos los fines de semana y muchos no suelen ser muy respetuosos, así que, si ya de por sí nos consideraban unos pies negros y unos jipis, ahora nuestra fama ha empeorado", cuenta.

"En parte, yo entiendo esta reacción, porque hay muchos tipos por ahí sin luces que se meten en los campos privados o en las riberas de los ríos o se montan sus fiestas y se fuman sus cosas rodeados de personas", afirma.

En algunos lugares como Benasque, los vecinos se quejaban de que los usuarios de los parkings para autocaravanas hacían sus excrementos en pleno casco urbano.

A las empresas les da igual

"Existen tres empresas que controlan las estaciones de esquí", nos dice Begoña Pérez Garasa, secretaria general de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO en Aragón. "Una es Aramon —un holding propiedad de Ibercaja y el Gobierno de Aragón— y las otras dos son Uniones Temporales de Empresas (UTE) formadas por familias de próceres de la comunidad autónoma que poseen Astún y Candanchú", explica Pérez.

"Gracias a Comisiones, en las tres se obtuvo la mayoría necesaria para que fuera posible negociar un convenio que, a partir de la pandemia, elevaba hasta los mil doscientos euros incluso los salarios de los grupos más bajos. El problema es que, si la temporada va bien, trabajan cuatro meses en invierno y dos más en verano, si se abren los remontes", cuenta la trabajadora de CCOO.

"Entre tanto, se ha incrementado el coste de la vida sin que se ajustaran los salarios de forma proporcional en los convenios (ha habido incrementos del 4%), de forma que los trabajadores del turismo de montaña no se pueden permitir pagar una vivienda, no solo por el precio desorbitado de los alquileres, sino porque los pisos que hay se destinan al alquiler turístico o a segundas residencias", denuncia.

Autocaravanas para jornaleros de la nieve y viajeros, en el parking de la localidad oscense de Castejón de Sos
Autocaravanas para jornaleros de la nieve y viajeros, en el parking de la localidad oscense de Castejón de Sos. Ferran Barber

"A las tres sociedades les da completamente igual que sus empleados duerman en el campo o dentro de una furgoneta porque no tienen ni el menor deseo de repartir esa riqueza. Todo vale para ellas", zanja Pérez.

Tampoco las administraciones de los valles y los concejos afectados, y, menos todavía, las asociaciones de hosteleros, han sido capaces hasta el momento de aplicar alguna medida correctora.

En la tierra de Oz que los socialistas prometían en su proyecto de interés general de Canal Roya tampoco había lugar ni un mínimo respeto para toda la fuerza laboral que sostiene el negocio cuyos parabienes promocionaban.

Solo para Aramon, se estima que trabajan en torno a 1.200 personas. En Astún, hay unos 300 empleados más y en Candanchú, en temporada alta, eran cerca de doscientos. "Lo curioso es que después se les hincha la boca a muchos de ellos hablando de sus beneficios", asegura la secretaria de Comisiones.

"El modelo de desarrollo exclusivamente basado en el esquí es algo agotado. Hace ya diez años que nosotros insistimos en todas las reuniones en que es preciso hablar de estaciones de montaña y optar por soluciones diferentes", dice.

"En Europa o incluso en el Pirineo catalán son ya muy conscientes de que será imposible mantener muy pronto esos negocios en las estaciones situadas por debajo de los dos mil metros y han buscado alternativas. Pero en Aragón siguen empeñados en apostarlo todo al esquí. Y, entre tanto, siguen agostando los acuíferos y las balsas naturales para fabricar nieve artificial. Claro que a ellos les da igual", relata.

A juicio de Pérez, es obvio que una parte importante del negocio es el ladrillo. "En el caso de Astún, tienen que dar de comer a Ibasa. Y en el de Aramon, hace años que Ibercaja debería haber salido incluso del accionariado porque dejó de ser una caja de ahorros", explica.

"Y, entre tanto, cientos de trabajadores tienen que recorrer cada día largas distancias para ir y volver de su trabajo. En Candanchú, Astún y Javalambre organizan autobuses o alguna clase de furgoneta. No importa cuándo empiezan o acaban sus jornadas porque deben adaptarse a sus horarios. En Benasque, Formigal y Panticosa deben trasladarse hasta las pistas en sus vehículos privados", cuenta.

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