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Asignatura pendiente: cómo incluir a las mujeres trans en el deporte profesional

La decisión de la Federación Internacional de Natación de sólo permitir la participación de mujeres trans si han transicionado antes de los 12 años o hacerlo en una tercera categoría es considerada como una "gran noticia" para unas y una "barbaridad" para otros. 

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La nadadora trans Lia Thomas en una competición. Brett Davis / Reuters

No hay un acuerdo a nivel internacional en relación a cómo deben participar las  mujeres trans en los eventos deportivos profesionales y de élite. La reciente decisión de la Federación Internacional de Natación (FINA) ha vuelto a agitar las aguas de un debate que, a pesar de no ser nuevo, está aún sin cerrar y que ha creado grandes enfrentamientos entre sectores LGTBI y del feminismo.

La FINA acaba de decidir por una amplia mayoría (71%) no aceptar la participación de nadadoras trans que no hayan completado su transición antes de los 12 años, es decir, antes de haber alcanzado la pubertad. También abrió la puerta a la creación de una tercera categoría "abierta", donde pueda competir cualquier deportista cuya identidad de género sea distinta a la de su sexo biológico al nacer. 

Estas decisiones han concitado un duro debate: lo que para los colectivos LGTBI e inclusivos supone una auténtica "aberración", es aplaudido por otras como una "gran noticia". 

Hasta hace poco, el Comité Olímpico Internacional (COI) consideraba que la participación de las mujeres trans en el deporte de élite debía depender principalmente de su nivel de testosterona. El organismo olímpico había establecido que, para poder formar parte de los equipos femeninos en alta competición, su nivel de testosterona (la hormona masculina) debía ser menor a 10 nanomoles por litro, una medida que excede cinco veces los índices más altos de la mayoría de las mujeres. Con eso, aseguraban, se perdía la ventaja competitiva que podía tener un hombre con respecto a las mujeres en el deporte de élite. 

Sin embargo, en noviembre del año pasado, el COI cambió de criterio y dio vía libre a las federaciones internacionales de los distintos deportes para que decidieran las condiciones de la participación de las trans en cada uno de ellos. La decisión de la FINA de este fin de semana responde a esta petición del COI, al que diversas partes consultadas acusan de haberse lavado las manos y dejar la responsabilidad en cada federación para no tener que adoptar una postura. Las decisiones de las federaciones internacionales en cada categoría son clave, puesto que las medidas deben a su vez ser asumidas por las federaciones deportivas de cada país y las normas para el deporte de élite no pueden ir en contra de las leyes.

"Nos alegramos de la decisión de la FINA y creemos que es muy buena" afirma Mar Mas, presidenta de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional. "Desde hace más de un año abogamos por que se cree una categoría open y que la participación de las mujeres trans no se mida en relación a su nivel de testosterona en sangre. Porque el desarrollo corporal depende de cuándo se haya hecho la transición de hombre a mujer y si esto ocurre una vez pasada la pubertad, el desarrollo muscular y físico queda fijado", dice.

Para Mas, el paso tomado por la FINA muestra claramente que "el tema de dónde compiten las mujeres trans no es un debate cerrado, sino todo lo contrario" y afirma que "sólo con el sexo registral, es decir, con manifestar la voluntad de ser o sentirse mujer, no se puede competir en las categorías femeninas". "Las mujeres tienen derecho a competir en igualdad de oportunidades y lo que no se puede es discriminar a la mitad de la población, porque el deporte profesional y de élite está segregado por sexos por una razón", añade.

Las distintas fuentes consultadas afirman que es necesario mirar deporte a deporte, porque no en todos las ventajas comparativas de desarrollo corporal influyen de la misma manera. Por ejemplo, no es lo mismo la decisión que pueda adoptar la Federación Internacional de Ajedrez, que la de Rugby o la de natación o baloncesto, donde el tamaño del cuerpo, la musculatura y la envergadura juegan un papel decisivo. 

Para Victor Granado, presidente de Agrupación Deportiva Ibérica LGTBI+ (ADI), habría que ir un paso más allá, y mirar caso a caso las posibles ventajas que pueda tener una persona. Define la decisión de la FINA es una "barbaridad", aunque afirma que no le sorprende. "Tanto para nosotros, como para el Chrysallis Asociación de Familias y Juventud Trans, al que pertenecemos, se trata de una decisión discriminatoria, entre otras cosas porque no atienden los derechos de una persona en concreto, sino que  se la excluye y discrimina por ser parte de un colectivo (el trans)".

Granado afirma a Público que es necesario mirar caso a caso. Y pone como ejemplo a la nadadora trans Lia Thomas, que ha pulverizado récords desde que compite en el equipo femenino de la Universidad de Philadelphia, tras años de competir en categorías masculinas sin destacar en las marcas. "Si Lia Thomas tiene o no ventajas concretas podemos discutirlo, pero lo que no se puede es analizar las características de una persona por ser parte de un grupo. Eso es transfobia institucionalizada", advierte.

Este activista entiende que las medidas acordadas por la FINA encajan en "una corriente de opinión de ciertos sectores y de muchos medios, que sospechan de las trans y las criminalizan porque afirman que tienen ventajas y que ponen en riesgo la limpieza, la equidad y la seguridad de otras deportistas. Otros hablan del borrado de las mujeres y son excluyentes porque no las consideran como mujeres". El presidente de ADI añade que sólo existen manifestaciones y escándalos cuando una mujer trans gana, pero que no se fijan en las que, desde que se aprobó en España la ley de 2007, participan pero no consiguen premios porque sus marcas no son buenas.

Para Granado, la decisión de la Federación Internacional de Natación ha sido una postura ideológica, porque, como explica, también se votó con un 82% la exclusión de los hombres trans de las competiciones masculinas, "algo que sin embargo no van a aplicar". 

Afirma que es posible que algunas personas tengan ventajas con respecto a otras, pero que estas son relativas y no absolutas y que no deben condicionar su participación en el deporte. Por ejemplo, cita la ventaja de ser zurdo en una competición de esgrima o la mayor capacidad pulmonar de Induráin, "pero son capacidades adecuadas de algunas personas para determinados deportes de alto rendimiento". Sin embargo, expone, "no se trata de ventajas absolutas". 

"Necesitamos un debate sosegado en que se escuche a las personas trans, cosa que no ha hecho la FINA, y una reflexión desde distintos ámbitos para categorizar el deporte", dice. "Tal vez no tenga que ser por sexos, sino que se puede buscar competiciones que agrupen a las personas por rendimiento", añade.

"El deporte femenino debe usarse para validar identidades"

Para el colectivo Contra el Borrado de las Mujeres, la decisión de la FINA "es acertada porque no niega la posibilidad que los trans participen en pruebas deportivas", y creen que "es necesario crear una categoría específica" que no ponga en riesgo el deporte femenino. "Llevamos más de dos años trabajando con distintas Federaciones, creando redes internacionales, y hablando expertos y el Comité Olímpico Español sobre este tema", afirma una de sus portavoces Ángeles Álvarez.

"Nosotras no tenemos nada que decir sobre la participación de cualquier persona en el deporte, pero sí a que lo hagan en categorías que no les corresponde y estamos en contra de que el deporte femenino se pueda usar para validar las identidades de nadie", señala.

Ángeles Álvarez afirma que "el COI se equivocó de plano en su primera legislación, porque el hecho de que se administren hormona femeninas a hombres biológicos no hace que estos pierdan la ventaja del desarrollo muscular, la mayor capacidad pulmonar o cardíaca, que son claves en el rendimiento. Se dio la situación de que lo que el COI permitía para un transexual, para una mujer era considerado como dopaje. Una realidad kafkiana". 

La decisión de la FINA, además, obligará a cambiar las legislaciones de algunas autonomías en esta materia, añade Álvarez, que explica que en la actualidad existen 14 leyes autonómicas que incluyen la participación de las personas trans según su sexo sentido. "La de Aragón, por ejemplo, dice que la única condición para participar en competiciones femeninas es su autoidentificación con ese sexo o que diga su interés por hacerlo. Esto afecta a las competiciones autonómicas, pero también a las universitarias, que son muchas veces una auténtica cantera".

En la actualidad hay dos leyes en distintos momentos de tramitación que afectan a este tema. Por un lado la ley de derechos LGTBI y trans, que está a la espera de su segunda aprobación por el Consejo de Ministros para poder iniciar su trámite parlamentario. Por el otro, la ley del deporte, que se encuentra ya muy avanzada en los trámites de enmiendas en el Congreso. 

En este desarrollo normativo los términos que se utilizan son claves, afirma Álvarez, que explica que en la ley del deporte se utiliza el concepto de género, excepto en el apartado en el que se habla de la liga profesional, donde su usa la palabra sexo, "por lo que la distinción aquí debe ser biológica". "Sexo es una cosa y género otra", concluye.

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