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Audiencia Nacional Quince "perdidos" al mes en la Audiencia Nacional

Un grupo de periodistas lleva contando desde el pasado mes de agosto cuantas personas llegan desubicadas hasta la sala de prensa para preguntar "por dónde se sale".

Imagen de archivo de la entrada a la Audiencia Nacional. EFE

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Desde que se inauguraron hace cuatro años las renovadas instalaciones de la Audiencia Nacional la cuota de "perdidos" en sus laberínticos recodos no deja de aumentar. La media, quince personas -abogados, imputados, testigos o periodistas- convergen al mes en la sala de prensa para preguntar: "¿Por dónde se sale?".

El 29 de marzo hizo su aparición el "perdido" número 100 desde que en agosto pasado un grupo de periodistas se puso a contarlos al constatar el aluvión. Desde ese día suman ya 39. La contabilidad se lleva con palitos dibujados en un papel pegado a una columna, muy propio de reclusos que van tachando los días que quedan para salir de la cárcel.

Lo mismo que los "perdidos", cuyo único anhelo es volver a "la calle", ese paraíso por el que preguntan ansiosos y entre interrogantes como dudando si lo alcanzarán.

El agraciado número 100, en este modesto "revival" de la famosa serie Lost, resultó ser un abogado con muy buena disposición para afrontar la celebración con la que fue agasajado ese día en la sala de prensa de la Audiencia Nacional, bautizada, cariñosamente -o no tanto-, como "zulo".

Está situada en un subterráneo. En un edificio anexo al original de la Audiencia Nacional, construido en lo que fueron plazas del parking de Villa de París, y adonde fueron también relegados los calabozos y las salas de vistas y de declaraciones, por una de cuyas puertas, que da a la sala de prensa, surgen "los perdidos", abducidos por ese laberinto del que, sin ayuda, no logran escapar.

El edificio bajo tierra está cubierto por una cúpula rectangular de cristal, "el cubo". Bajo ella, la entrada, custodiada por policías, guardias de seguridad y un arco detector de metales. De ahí -la planta 0- se accede a sus otras dos plantas, bien en ascensor, con el que se desciende a la -1 o -2, o por unas escaleras de bajada, por supuesto.

Una vez en el interior, de un blanco aséptico que deslumbra, desaparecen las ventanas, con lo que pierdes el sentido del tiempo, y, se ve que también, del espacio.

Las puertas, pasillos, salas y escaleras se suceden con pocas referencias para volver sobre tus pasos si es la primera vez que te adentras y encontrar la salida se convierte en un reto. La búsqueda de vida inteligente en ese momento de confusión es la principal meta de los "perdidos", y muchos -más de un centenar- han encontrado en el "zulo" su salvoconducto.

El goteo es constante, uno cada dos días. Algunos, con poco sentido de la orientación, incluso repiten y así nadie duda de que llegarán a mil, sobre todo ellos mismos. "Avisadme cuando estéis cerca del número 1.000, que no me quiero perder la celebración. Ha sido muy divertido", pronosticó el "perdido" y festejado número 100.

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