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Barcelona se posiciona como capital del diseño de chips con dudas sobre el impacto en el empleo y el medio ambiente

Los ingenieros industriales instan a alcanzar la soberanía tecnológica y retener el talento, mientras que entidades como el ODG advierten sobre la poca disponibilidad de materias primas, como el silicio, para su fabricación en plena avalancha de anuncios de inversiones de multinacionales en la capital catalana.

Sede del Barcelona Supercomputing Center.
Sede del Barcelona Supercomputing Center.

El objetivo de reducir la dependencia de los chips y semiconductores chinos y estadounidenses, inmersos en una guerra comercial entre ellos, hace que Europa y, especialmente Barcelona, se posicione como un polo de atracción en el ámbito del diseño de estos materiales tecnológicos. Uno de los elementos que más está contribuyendo es el Barcelona Supercomputing Center, que lleva años trabajando en el diseño de chips pequeños y de altas prestaciones. La capital catalana aspira a ser un centro de referencia en el entorno europeo y mundial.

En este contexto se enmarca la retahíla de anuncios de inversiones de multinacionales tecnológicas en la ciudad. Entre éstas, destacan Intel, Cisco o Lenovo. Paralelamente, algunas voces matizan este optimismo y piden que esta apuesta se acompañe de la retención del talento y que se tenga en cuenta que el paso natural en la transición del diseño a la fabricación de chips conlleva la necesidad de disponer de materias primas de las que hay poca disponibilidad.

El último de los anuncios de inversiones fue realizado por la multinacional californiana de telecomunicaciones Cisco, que reveló su elección de Barcelona como la sede de su primer centro de diseño de chips para Europa. El centro se ubicaría en la antigua fábrica de Ca l'Alier en el barrio del Poblenou, donde la firma norteamericana ya dispone de un punto de innovación.

El pasado mayo, otra multinacional de EEUU, Intel, anunciaba que la capital catalana acogería la sede de un laboratorio de diseño de microchips semiconductores. La compañía justificaba la decisión por la necesidad de dedicarse a la búsqueda de estos componentes por la falta generalizada en el territorio europeo. El acuerdo de Intel, establecido con el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), situaría el centro en las instalaciones de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Para ello, se destinarán unos 400 millones de euros, la mitad aportados por Intel y el resto por el Gobierno. Un mes después, la empresa china Lenovo anunció que invertirá siete millones de euros en el BSC-CNS para investigar en nuevas tecnologías de supercomputación.

La inversión, la más alta que ha hecho nunca en el Estado español, tiene el objetivo de avanzar en el diseño y desarrollo de chips europeos de código abierto y la creación de nuevos supercomputadores y centros de datos energéticamente sostenibles con menor coste y con sistemas más potentes, flexibles y robustos. Asimismo, desea mejorar la medicina de precisión mediante el uso de la supercomputación y generar nuevos tratamientos contra enfermedades como el cáncer.

Soberanía tecnológica y reindustrialización

Tras conocer estas iniciativas, especialmente la última de Cisco, la Generalitat de Catalunya ha celebrado la decisión, ya que considera que este proyecto tendrá un fuerte impacto para acelerar la actividad de I+D vinculada a los semiconductores, dinamizar la industria local y captar nuevos proyectos de inversión extranjera de este sector. El Govern cree que se trata de un tipo de inversión que cuenta con mucha competencia internacional y que contribuirá a garantizar la soberanía tecnológica y la reindustrialización de Europa y Catalunya.

Precisamente hace pocos días, el conseller de Empresa i Treball, Roger Torrent, viajó a Japón para reunirse con empresas de las regiones de Tokio y Yokohama y conocer proyectos tecnológicos punteros en este sector como el National Institute of Advanced Industrial Science and Technology (AIST), el mayor centro de investigación del país y responsable de ejecutar la tecnología avanzada de la fabricación de semiconductores.

Estos proyectos, valorados positivamente por los sectores económicos, no deberían dejar de lado otros aspectos. Así lo señalan los miembros de la Comisión Industria 4.0 de los Ingenieros Industriales de Catalunya (EIC), Xavier Pi y Oriol Vilàs, que destacan la conciencia generalizada, que viene de lejos, de disponer de soberanía tecnológica con los chips. Los expertos recuerdan que en 2017, el Barcelona Supercomputing Center se posicionó en el liderazgo de la iniciativa europea conocida como Eurochip. Sin embargo, comentan que la pandemia y la situación geoestratégica global han acelerado esta estrategia.

Retención del talento

En relación con el desembarco de gigantes tecnológicos como Cisco e Intel, Pi y Vilàs explican que "la experiencia nos dice que en el sector de la alta tecnología del silicio las empresas tal y como vienen, pueden marcharse, e incluso pasado unos años vuelven a venir. Pero más allá de conservar a las compañías, el objetivo clave es retener su talento". En los casos de Cisco e Intel, aseguran que son firmas muy activas que invierten en startups, centrándose no solo en el ámbito del silicio, sino también en las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial, como el internet de las cosas, los gemelos digitales, la inteligencia artificial o el 5G.

Los ingenieros ven que Barcelona se está posicionando bien como ámbito atractivo para las startups y tiene las condiciones para ser capital europea de los semiconductores. Más allá de los centros de diseño, Pi y Vilàs afirman que "no debemos perder la ambición de acoger o poner en marcha infraestructuras 4.0 de producción, es decir, fábricas".

Justamente ese salto es el que genera dudas entre algunas entidades. Es el caso del Observatori del Deute en la Globalizatció (ODG). En un informe publicado el pasado junio, las investigadoras Bruna Cañada y Nicola Scherer muestran que las políticas económicas para la digitalización requieren una enorme cantidad de minerales y materias primas que se extraen en territorios de fuera de la Unión Europea. El más utilizado es el silicio, presente en la mayoría de procesos de fabricación de los semiconductores. Otros son el litio, el cobalto, el grafito, o la bauxita (a partir de la cual se produce el aluminio).

Cañada y Scherer avisan que estos materiales son considerados materias primas críticas y pueden presentar problemas de agotamiento en un futuro cercano. Por eso, optan por "promover propuestas en torno a la extracción secundaria, como la minería urbana, donde se extraen metales y minerales del vertedero y no de la naturaleza". Otra fórmula que plantean para afrontar la escasez de materias primas críticas y reducir la dependencia exterior sería la reducción de la producción y consumo.

Todos los especialistas coinciden en que el sector de los chips y semiconductores, donde se está posicionando Barcelona, una cosa es diseñarlos y otro fabricarlos, proceso que supone un salto adelante considerable. La producción, vista como el petróleo del siglo XXI, ofrece la propiedad intelectual e industrial del material, pero es necesario tener capacidad de fabricarlo y, a ser posible, cerca del centro de investigación.

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