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Basir, dos meses atrapado en Marruecos y sin respuesta del Gobierno a su petición de asilo: "Vivo en la calle y temo ir a prisión"

El joven sudanés fue devuelto en caliente durante la tragedia de Melilla y pidió protección internacional en la Embajada española en Rabat, tal y como el Gobierno, la Fiscalía y la Ley de Asilo dicen que hay que hacer. Su caso es inédito y obligará a Ejecutivo a decidir si se abre la vía para pedir asilo sin tener que saltar las vallas.

El joven sudanés Basir (nombre ficticio para proteger su identidad) junto a su abogado Arsenio G. Cores en la Embajada de España en Marruecos, a 13 de diciembre de 2022.
El joven sudanés Basir (nombre ficticio para proteger su identidad) junto a su abogado, Arsenio G. Cores, en la Embajada de España en Marruecos, a 13 de diciembre de 2022. CEDIDA

"Estoy enfermo, pero no tengo dinero para comprar medicinas. Ni para comprar comida. Además, tengo miedo de acabar en prisión, como muchos compañeros. Duermo en la calle, en una ciudad de Marruecos. Es una situación muy dura y vivo con mucha frustración", narra Basir en un mensaje de audio.

Va a hacer dos meses que Basir (nombre ficticio por seguridad), sudanés y superviviente de la tragedia de Melilla, llamó a las puertas de España para pedir asilo, pero de momento, nadie del Gobierno español se la ha abierto ni da detalles sobre el caso.

Tuvo que hacerlo en la puerta chica, la de la Embajada de España en Rabat, la capital de un país en el que lleva atrapado y escondido demasiado tiempo. Llamó como le han dicho que debe hacerse: pidiendo permiso antes. Sin cruzar irregularmente una frontera. Sin usar ganchos para escalar las vallas de Ceuta y Melilla. Sin palos ni piedras para defenderse de los golpes que los gendarmes marroquíes (los gendarmes migratorios de España y de la UE) acostumbran a repartir antes, durante y después de la escalada. Sin mazas ni martillos ni radiales para forzar las verjas. Sin poner en peligro su propia vida, a fin de cuentas.

La última vez que el joven intentó llegar a España fue el pasado 24 de junio. La Guardia Civil lo devolvió de inmediato a Marruecos, junto a 470 compañeros de intentona. Sin preguntarle nada, ni si estaba herido, ni por qué había se la había jugado tanto para cruzar. Aún no se sabía (sigue sin saberse con certeza) cuántos de sus compañeros habían muerto en la avalancha del paso fronterizo del Barrio Chino, en la lluvia de porrazos y pedradas o entre la nube de gases lacrimógenos que empañaron la frontera entre Melilla y Nador el pasado verano. Al menos 23 personas murieron, según reconoció Marruecos. 37 según otras organizaciones. Hasta 40, según Caminando Fronteras. Cerca de 70 personas siguen desaparecidas, según la Asociación Marroquí de Derechos Humanos en Nador.

Desde entonces vive con miedo. Mucho más desde que pidió asilo en la Embajada española, con asistencia y representación del abogado español Arsenio G. Cores, del equipo jurídico de DEMOS, Estudio Legal de Derechos Humanos. Su intención con esta iniciativa inédita es obligar a España a pronunciarse sobre una posibilidad contemplada en la Ley de Asilo que no se ha querido desarrollar jurídicamente desde 2009: la vía diplomática para solicitantes de protección internacional, o lo que es lo mismo, pedir asilo en consulados o embajadas ante la imposibilidad de llegar al país de acogida.

Según la ley, el embajador español en Marruecos debe valorar la solicitud de Basir y decidir si se procede o no al traslado a España, si le dan un salvoconducto para su proceso de asilo.

Silencio administrativo

Sin embargo, ninguno de los ministerios implicados da detalles casi dos meses después. Exteriores no ha respondido a las preguntas de Público, mientras que Interior, de quien depende la Oficina de Asilo y Refugio (OAR), se limita a responder que "se está tramitando por el cauce ordinario". Pero no hay nada de ordinario en esta petición.

Basir: "Temo por mi vida. Me pueden detener en cualquier momento y expulsarme a otro país"

El abogado de Basir confirma que no han recibido ninguna notificación desde que les sellaron los escritos en la Embajada, donde ni siquiera se les permitió acceder.

"No soy un criminal y aquí tengo muchos problemas", trata de explicar Basir. "Los marroquíes no respetan los derechos de los migrantes, no respetan los derechos humanos y temo por mi vida todo el tiempo. Aquí me pueden detener en cualquier momento, subirme a un vehículo y dejarme en otros países como Argelia o Mauritania", asegura el joven. "Antes de esto ya me han expulsado a Argelia varias veces", apostilla. Toda precaución es poca, está indefenso y asustado desde la tragedia y las redadas posteriores que concluyeron con decenas de migrantes encarcelados y condenados y miles trasladados en autobuses de manera forzosa a lugares alejados a cientos de kilómetros de las fronteras con Ceuta y Melilla.

La Fiscalía da la razón a Basir

Hace más de siete meses de aquello. La Fiscalía ya ha tenido tiempo de exculpar a España de cualquier posible delito, aunque fue tajante al denunciar que es inhumano obligar a pasar por algo así a personas como Basir, quien claramente tendría derecho a asilo si lo pudiera pedir en suelo español, si no hubiera una valla y policías que lo impidan.

El Ministerio Público hizo un llamamiento al Gobierno para que activara esta medida, recogida en el artículo 38 de la Ley de Asilo, pero hasta ahora utilizada en contadas ocasiones y sin publicidad, para evitar una avalancha de subsaharianos pidiendo protección en consulados españoles, opinan varias fuentes expertas. Añaden que esta vía se ha aplicado en exclusiva para traer a España a familiares de refugiados que ya están aquí.

"Confío en el Gobierno español. Es mi única esperanza", asegura el joven

Pero Basir no tiene a nadie en España. No tiene a nadie prácticamente en ningún sitio, y ha pasado ya por muchos. Ha recorrido cinco países desde que la guerra en su Sudán natal le dejó sin padre, sin hermano y, por muy poco, sin su propia vida. En el camino ha sido perseguido por los familiares que le acogieron, ya herido de gravedad, cuando huyó de los ataques de grupos armados en su aldea. Solo porque era cristiano. Ha sido torturado en centros de detención de migrantes de Argelia, agredido o maltratado en Egipto, Libia y Marruecos. Y solo tiene 24 años.

"Confío en el Gobierno español. Es mi única esperanza. En España sí se respetan los derechos humanos. Que me den permiso para pasar es la única forma de asegurar mi vida", apostilla.

Basir no pide nada que no haya dicho el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, para justificar la intervención policial del 24 de junio: que existen métodos para pedir asilo "sin violentar ni asaltar las fronteras". El Defensor del Pueblo también ha recordado en varias ocasiones, la última en su informe sobre la tragedia de Melilla, que las personas como Basir no tienen otra alternativa que saltar las vallas o subirse a una patera si quieren pedir asilo en España. Y pedía al Ministerio del Exteriores que tomara medidas para garantizar el acceso a protección en las embajadas.

Hay muchos ojos puestos en el destino de Basir. No solo por parte de organizaciones de derechos humanos que trabajan con migrantes y solicitantes de asilo. También el Alto Comisionado de las naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) sigue de cerca este proceso.

A nivel político, el PP (muy duro contra la gestión Marlaska, aunque nunca garantizó este derecho cuando gobernaba) se están interesando por la situación del joven, e incluso llevará este miércoles al Congreso una proposición en la que insta al Ejecutivo a traer a España a Basir por cuestiones humanitarias. Y podría contar con el apoyo de varios socios parlamentarios del PSOE.

Grupos como EH Bildu, ERC, PNV o Unidas Podemos, socios de Gobierno, han registrado preguntas parlamentarias sobre la vía diplomática para pedir asilo o sobre este caso concreto. Incluso en el Parlamento Europeo, Miguel Urbán, diputado de Anticapitalistas, ha preguntado por Basir.

Hay pocas razones para cerrarle la puerta a un joven que lleva media vida huyendo de la guerra y solo ha encontrado infierno en su camino. Su abogado, en cambio, expresa sus dudas ante la voluntad política del Gobierno. Pero recuerda que la ley está de su parte, que la posibilidad de pedir asilo en las embajadas fue una de las razones por las que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos acabó avalando las devoluciones en caliente en Ceuta y Melilla. El tiempo corre y, si no hay respuesta a la petición en un mes más, el silencio administrativo puede considerase como un rechazo, considera el equipo legal . Pero el letrado tiene claro que recurrirá a los tribunales en ese caso. Mientras tanto, Basir seguirá durmiendo en la calle y ocultando su verdadero nombre en el país que ha encarcelado a decenas de supervivientes de la tragedia.

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