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Medio Ambiente Esta es la basura que con toda probabilidad encontrarás en la playa este verano

Las playas se han convertido en auténticos vertederos. Un proyecto de la Agencia Europea de Medio Ambiente ha contabilizado la basura de las costas europeas durante cuatro años para poner remedio sobre los residuos.

La playa de la Malagueta, tras la noche de San Juan. REUTERS

Unas diez millones de toneladas de plástico acaban en el mar cada año, pero el 80% de todo eso proviene de actividades terrestres. Algunas tan sencillas como un apacible día de playa. Allí abandonamos el cigarrito de después, la bolsa del súper con la merienda, el vaso de plástico para el gazpacho, las botellas de refresco o el envoltorio de las patatas fritas que rebañamos en el aperitivo estival.

Es parte de la basura que con más frecuencia se encuentra en las costas europeas, según revela un proyecto de la Agencia Europea de Medio Ambiente que está sirviendo de base para las políticas comunitarias contra el plástico.

La información ha sido recopilada a través de la App Marine Litter Watch —lanzada en 2014— que permite a decenas de voluntarios coordinarse para organizar batidas de limpieza en playas de toda Europa y enviar los datos de vuelta a la Agencia. El resultado, tras 1627 actividades de limpieza en los últimos cuatro años, ha arrojado un saldo de 693.259 residuos. Es decir, se han recogido, de media, más de 400 desechos por playa, aunque esa cifra varía considerablemente en función de las zonas. Por ejemplo, en una sola batida en la playa de Rebolleres, en Candás (Asturias) se recolectaron hasta 3.530 objetos. Aún así, el estudio no incluye todas las playas, por lo que el cómputo total sirve sólo a modo de muestra.

Entre los hallazgos más comunes están las colillas y filtros de cigarros (los más numerosos, de lejos, con 141.316 restos recogidos), los trozos de plásticos y de poliestireno de entre 2,5 y 5 centímetros (59.786 y 39.644, respectivamente), los trozos de vidrio y cerámica (40.026), los vasos de plástico (39.259), las botellas de bebidas (36.131), los bastoncillos de los oídos (31.367), los envoltorios de snaks y golosinas (29.291), las bolsas de plástico (28.239), los trozos de cuerda (26.708), los envases de comida (13.681) y las latas (11.387).

No obstante, entre los miles de objetos encontrados también se han reportado 3.978 mecheros, 5.861 esponjas, 2.199 zapatos y sandalias, 1.807 tampones, 2.974 juguetes, 2.402 globos o 630 condones. La lista es tan extensa y tan variada que da la sensación de estar ante auténticos vertederos: hay piezas de coches, teléfonos, ruedas, bolígrafos, materiales de construcción, tubos fluorescentes y un largo etcétera.

El estudio también refleja que, aunque el plástico, en sus diferentes formatos y formas, está presente en las playas de toda Europa, hay algunos productos más propios en unas zonas que en otras. Por ejemplo, la parafina fue hallada en cantidades mucho mayores en el litoral del Mar Báltico, presumiblemente por la costumbre de realizar barbacoas en la playa. Los envoltorios de snaks y comida, por su parte, son comunes en el Noreste Atlántico.

“Independientemente de la región, el llamado plástico desechable es, con mucho, el mayor contribuyente a la basura marina. Gran parte de este plástico terminará en el mar. La contaminación plástica se ha vuelto omnipresente en los océanos debido a la mayor producción, uso y consumo de productos que contienen o están envasados en plástico. Hasta el momento, el diseño de los productos de plástico no ha tenido en cuenta la necesidad de una vida útil sostenible”, recuerda la Agencia.

El problema es la gran perdurabilidad de muchos de estos productos. Para hacerse una idea de la magnitud que alcanza su contaminación, una sola botella de plástico puede tardar hasta 450 años en descomponerse en el agua, una lata de aluminio alcanza el medio siglo y ni siquiera se conoce el tiempo que perdura el vidrio.

Los vertidos de plástico al mar comenzaron cuando este material se empezó a producir masivamente en los años 70, pero la concienciación sobre el verdadero problema que acarrea (100.000 mamíferos marinos mueren cada año a consecuencia del plástico y el 80% de las aves marinas lo han ingerido alguna vez) no llegó hasta que el aventurero Charles Moore dio la voz de alarma tras una travesía por mar entre Los Angeles y Hawaii en 1997.

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