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Cambio climático Las caras de Extinction Rebellion

Desde una abuela de 90 años hasta la que podría ser su bisnieta, de 3. Jóvenes granjeros, españoles en Inglaterra… Así es el perfil de quienes han tomado las calles de Londres para exigir al gobierno que declare la emergencia climática y ecológica.

La brigada roja / Pablo Pedroche

De repente todos los que estaban sentados en la calzada de Oxford Circus se ponen de pie y empiezan a dar algunos pasos. No tienen intención de ir a ningún sitio. Se trata sólo de moverse. Los participantes en las protesta que Extinción Rebellion está llevando a cabo en Londres lo hacen cada equis tiempo para evitar que la policía los detenga apelando a lo único a lo que se esta agarrando para hacerlo: el artículo 14 de la ley de Orden Público por cortar el acceso a la vía pública. La imagen es la misma en el puente de Waterloo o en Parliament Square, otras de las zonas de Londres donde estos días se concentran manifestantes de todo tipo. Los concentrados en Oxford Circus y Waterloo están siendo desalojados durante la mañana de este sábado. 

Se ha convertido en un ritual: cuando Felicity llega a Oxford Circus, la gente se levanta para abrir paso a su silla de ruedas hasta que consigue situarse en primera fila, frente al cordón policial. Una vez allí, a sus 90 años, Felicity se desliza como puede y, sentada sobre la calzada como uno más, nos cuenta que lleva aquí "desde el lunes". Vuelve a casa por la noche pero siempre regresa por la mañana porque "hay que hacer algo para poner fin al daño que la humanidad le está causando al planeta" nos cuenta. Confiesa que "estoy preocupada por mis hijos, por mis nietos y por todo el mundo en general".

Y aunque cada vez que aparece, todos la aplauden, para ella su esfuerzo es un gesto muy pequeño comparado con el de los activistas más jóvenes: "Hay muchos que están ahí encadenados y esa es la demostración de que todo esto tiene sentido; tenemos que cumplir con nuestro propósito".

La abuela Felicity

La abuela Felicity

La pareja encadenada

Para poder llevarse el 'Berta Cáceres' -la embarcación rosa que durante 5 días permaneció 'amarrada' en el centro de Londres como símbolo de la protesta-, la policía ha tenido que usar antes una radial para liberar a Sam y a Livi. Ivi llevaba encadenada a ella desde los primeros instantes de la concentración, el domingo domingo por la noche.

La pareja encadenada.

La pareja encadenada.

A gritos, porque los agentes los tienen rodeados y no nos dejan acercarnos a ellos, nos cuentan que tienen 26 y 27 años y que trabajan en una granja ecológica en Bristol, ambos coinciden en que han venido porque "no tenemos otra opción, ha llegado el momento de hacer algo ya". Tampoco tienen miedo, a Sam ya se lo llevaron detenido el martes, estuvo cinco horas en comisaría y según puso un pie en la calle, volvió a Oxford Circus, a encadenarse aun con más fuerza.

La española miembro de Extinction Rebellion

Daniela tiene 17 años, es de Madrid, lleva 8 viviendo en Londres y como miembro de 'Extinction Rebellion' sabe muy bien cuál es el objetivo de la protesta: "Provocar el caos, parar el tráfico, las calles, bloquear los comercios…". Ha estado aquí desde el lunes "y seguiré hasta el domingo", nos cuenta. Porque ese es el plazo que se marcaron desde el principio y que piensan cumplir: "Pase lo que pase el domingo nos vamos, por eso es la Rebellion week”. Está metalizada de que podrían arrestarla en cualquier momento pero no le preocupa porque, como nos descubre, la organización lo tiene todo controlado: "Hay gente que trae comida gratis, especialistas en primeros auxilios, asesoramiento legal, gente que se pasea observando todo lo que pasa para poder ejercer de testigos… Además, todos hemos sido informados de nuestros derechos y de cómo debemos dirigirnos a la policía".

Daniela en Exticton Rebellion

Daniela en Exticton Rebellion

Como nos cuenta una de las asesoras legales que anda por allí, también les han dicho que cuando vayan a detenerlos, se tumben; así hacen falta al menos cuatro agentes para llevárselos y nunca habrá suficientes para un arresto masivo. Y que la detención es un puro trámite porque "los tribunales son incapaces de gestionar los casi 1.000 expedientes que ya han abierto".

Para Daniela lo peor de todo esto, es relativo: "Hay gente que está enfadada porque estamos parando su día a día, pero no me preocupa que sean unos ignorantes y nos griten porque lo que hacemos es para que ellos mismos y sus familias puedan disfrutar de un futuro mejor".

La niña de 3 años que es la razón de todo

Rosaline y Nick han decidido meterse en plena protesta con la pequeña Tábata en brazos. No tienen miedo porque, como nos cuenta Nick, "es un protesta muy pacífica que lo que está haciendo es demostrar que ya hay una corriente dominante y hay una presión para que en el futuro seamos una sociedad más sostenible". Y como Tábata es la razón de todo eso, sus padres creen que ella no podía faltar. "Quiero asegurarme de que tenga un futuro en el que pueda disfrutar de la naturaleza como nosotros lo hemos podido hacer", explica Rosaline, que añade: "Aunque no cambie nada, esto ya es una demostración de que por fin la gente está mostrando su preocupación".

La pequeña con sus padres.

La pequeña con sus padres.

La pequeña Tabi también tiene algo que contar: su madre nos revela que se ha acercado a un policía y ella misma, todavía en brazos de su padre y con mucha ilusión, nos cuenta que el agente le ha respondido: "Todo esto es por ti".

Un español en la 'brigada roja'

Pablo también vive en Bristol, a más de dos horas en coche, pero "desde que esto comenzó estoy yendo y viniendo". Allí es trabajador social; en Londres estos días es miembro de 'la brigada roja', otro de los iconos de la protesta. Mientras se maquilla, nos cuenta que simbolizan "la sangre que nos unifica a todas las especies" y según el decálogo de Doug, su mentor, "somos sencillos, humildes y empáticos; Somos lo que la gente ha olvidado que debería ser".

El español que forma parte de la brigada roja.

Pablo, el español que forma parte de la brigada roja.

Pablo y Doug insisten en que "hay un sentimiento de hermandad desde el principio, también en el trato con la policía. Son muy amables y algunos incluso nos dicen 'nosotros tenemos hijos y lo entendemos pero es nuestro trabajo'.

De ahí que en cualquier momento puedan decidir intervenir, aunque eso para Pablo no es ningún problema: "Si nos desalojan a todos, nos vamos a otro sitio y volvemos empezar".

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