Condenado a 16 meses de cárcel el profesor que ató y amordazó a un alumno con autismo en un colegio de Jerez
Satisfacción de la organización provincial de Asperger de Cádiz por la condena por vejaciones, aunque ve insuficiente la inhabilitación de un año para dar clases que se le ha impuesto.
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El Juzgado de lo Penal número 3 de Jerez de la Frontera ha condenado a 16 meses de prisión y un año de inhabilitación como docente al profesor de un colegio concertado de esa localidad gaditana acusado de un delito contra la integridad moral al haber atado y amordazado durante la clase a un alumno de Sexto de Primaria que padece síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista, hechos que tuvieron lugar en 2018.
La asociación provincial Asperger de Cádiz ha mostrado a Público su satisfacción por el fallo judicial, aunque lamenta también que únicamente se le haya inhabilitado durante un año como docente para menores de edad a un profesor condenado por unos hechos de tal gravedad cometidos con un alumno con discapacidad.
En la sentencia a la que ha tenido acceso este periódico y contra la que cabe recurso, la magistrada Elena Gómez Santamaría considera probado que el profesor de música J.A.F.CH., sabiendo que su alumno tenía un espectro autista, y en presencia de sus compañeros de clase, le ató con una cuerda a la silla y le tapó la boca con cinta adhesiva durante unos veinte minutos, supuestamente para "corregir su comportamiento agitado".
Alumnos de la de la clase que declararon como testigos en el juzgado corroboraron lo sucedido y la propia dirección del centro, el colegio María Auxiliadora Salesianas Monte Alto de Jerez, consideró acreditadas las vejaciones en un expediente sancionador que abrió al profesor acusado una vez que la madre de la víctima denunció lo sucedido. En ese expediente, se tilda de "totalmente reprobable e inadmisible" la conducta del docente, aunque los responsables del colegio alegaron que no pudieron sancionarla porque había prescrito al haber transcurrido más de seis meses desde que ocurrieron los hechos.
Según el fallo, el menor desarrolló unos meses después un cuadro depresivo con conductas de riesgo suicida. El informe pericial de una psiquiatra refleja que el menor presentaba "alteraciones de conducta graves en domicilio y escuela, pero sobre todo en el contexto familiar". "Ante estímulos banales, el paciente muestra ira desproporcionada. La situación es desencadenada por dos acontecimientos vitales de importancia: el acoso escolar por parte de un profesor de su colegio (...) y el fallecimiento de su abuelo materno, una gran referencia para él. El paciente realiza tres intentos de suicidio, que destapan su sufrimiento, que hasta ese momento había ocultado".
Como conclusión, la magistrada refiere en la sentencia que la conducta del profesor acusado fue "un factor que contribuyó al trastorno adaptativo desarrollado por el menor, aunque ésta no fue la única causa del mismo".
La jueza entiende que en los hechos probados concurre un acto de contenido vejatorio, un comportamiento con el que el profesor procesado "denigró y humilló a su víctima y lesionó directamente su dignidad como persona". La magistrada rechaza de plano la posibilidad de que se tratara únicamente de "una broma" del profesor, como señala que se intentó poner de manifiesto durante el juicio, y afirma: "el hecho de atar a un niño con síndrome de espectro autista a una silla, amordazarle con cinta adhesiva y mantenerle en esa situación en presencia de sus propios compañeros de Sexto de Primaria es un acto de tal vileza y crueldad que es evidente que supone una humillación al menor y un ataque directo a su dignidad como persona".
Además, en la sentencia se destaca la importancia de la relación entre profesor y alumno, que podía ser "especial" en este caso porque al menor le gustaba la música desde pequeño. Y esa relación, precisa, "no explica ese comportamiento por parte del acusado hacia el menor ni permite considerar que se trató de un simple exceso de confianza por su parte hacia el alumno".
Condenado el colegio de forma subsidiaria
En el fallo judicial se condena al colegio a responder de forma subsidiaria de la responsabilidad civil impuesta al profesor, que debe indemnizar al menor con 5.000 euros por el daño moral causado. La magistrada entiende que no ha quedado acreditado que el centro facilitase al docente acusado la preparación adecuada para afrontar las situaciones en el caso de comportamiento disruptivo del alumnado con autismo y, en concreto, de la víctima de estas vejaciones. El propio acusado declaró que sólo había recibido "alguna charla puntual" sobre autismo y que le habían indicado que en esas circunstancias avisara a la pedagoga-terapeuta
La presidenta de Asperger de Cádiz, Inmaculada García, ha expresado su satisfacción por la condena del profesor y que se haya acabado una "pesadilla" que fue denunciada hace ya cuatro años. Sin embargo, a su entender, aun acatando la sentencia, la pena de inhabilitación de un año para dar clases se ha quedado corta.
Inmaculada García considera que el profesor que ha sido condenado por vejaciones a un alumno con espectro autista no debería volver a dar nunca más clases a ningún niño. "Yo como madre no me gustaría nada que le diera clases a mi hijo un profesor de esas características. Nadie debería tener un profesor así", ha dicho a Público.
El Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad en Andalucía (CERMI), organismo en el que están integradas todas las organizaciones de este sector, ya calificó de "muy grave" este caso cuando se conocieron los hechos y exigió que el profesor objeto de la denuncia fuese "apartado inmediatamente" de la docencia.
El profesor siguió en el colegio tras denunciarse los hechos
Las diligencias judiciales se abrieron a raíz de la denuncia que presentó en marzo de 2019 la madre de la víctima de las vejaciones, que entonces tenía doce años, y que tuvo conocimiento de los hechos, por lo que contaron compañeros de su hijo en el colegio.
La Asociación Asperger Cádiz criticó entonces que, una vez conocido los hechos, la dirección del colegio se hubiese limitado a cambiar de clase al profesor para que no siguiese dando clases al alumno que había sufrido las vejaciones. La gerente de la asociación, Fátima Morales, señaló en 2019 a este periódico que las vejaciones no se habían limitado a atar y amordazar al niño, ya que en varias ocasiones el profesor denunciado le llamó "tonto" y otras veces le hacía preguntas para ponerlo en un brete: "le preguntaba cosas como quién prefería que se muriese, su madre o él, y cuando el chico defendía a su madre, claro, el profesor le contestaba que le iba a poner un parte disciplinario".
La Consejería de Educación de la Junta de Andalucía aseguró en ese año, cuando la madre denunció las vejaciones, que su servicio de Inspección había constatado que el caso, conforme a lo dispuesto al Estatuto de los Trabajadores por el que se rigen los profesores de un centro concertado, prescribió al haber transcurrido seis meses de los hechos, sin que se hubiese abierto expediente alguno.
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