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Coronavirus construcción Los trabajadores de la construcción que no tendrán que volver a la obra el lunes: "No éramos esenciales"

Los operarios de la construcción y otros trabajadores del sector no tendrán que volver a trabajar como mínimo hasta el 9 de abril, según el anuncio de Pedro Sánchez, cuyo Ejecutivo ha decidido paralizar toda actividad económica no fundamental. La decisión afecta a  miles de operarios que hasta ahora habían continuado en unos puestos en los que, en muchas ocasiones, no se cumplían los mínimos de protección ante el coronavirus.

Varios trabajadores de la construcción en una de las obras que siguen activas en Valencia. /EFE
Varios trabajadores de la construcción en una obra reciente en Valencia. /EFE

La construcción supone un 10% del Producto Interior Bruto (PIB), pero ni su peso económico ni el recuerdo de la crisis de 2008 le han convertido en una excepción. Al igual que todas las actividades consideradas no esenciales, se parará al completo a partir de mañana, según ha anunciado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Hasta el 9 de abril, como mínimo, los trabajadores del sector no tendrán que volver a las obras, lo que supone un giro radical en la vida de miles de operarios que han continuado en unos puestos en los que, muchas veces, no se cumplían los mínimos de protección ante el coronavirus.

Desde que se decretara el estado de alarma y el confinamiento, la tensión en el mundo de la construcción ha ido creciendo. Algunas empresas paralizaron la producción y aplicaron instantáneamente un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Otras, en cambio, decidieron seguir adelante. Principalmente, las de carácter privado.

En el caso de las públicas, distintas Administraciones locales -como los ayuntamientos de Madrid y Barcelona- y regionales -Murcia, Andalucía o Catalunya- han presionado para que el Gobierno frenara también las obras. En muchos casos, como el de la Ciudad Condal, han echado el cierre en las obras que corrían de su cuenta, ya que no tenían potestad para hacer lo propio con las de carácter privado.

En la industria, en cambio, había división. Los sindicatos y colectivos profesionales, como los colegios de arquitectos, pedían que se paralizara todo. También algunas patronales a nivel regional o de pequeñas y medianas empresas. No así las grandes patronales, como la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras o la Asociación de Promotores y Constructores de España, que alegaban la importancia económica del sector, hipotéticamente demasiado grande para paralizarse. Un marco en el que, claro, estaba la alargada sombra de la anterior crisis económica, donde la construcción fue uno de los gremios más golpeados.

"Ese miedo se respiraba estos días en la obra, sobre todo al hablar con los compañeros que recordaban lo que pasó en 2008. Había mucha preocupación", cuenta Daniel, topógrafo que acude diariamente a hacer el control técnico de varias obras en Madrid. "Prácticamente todas han seguido abiertas", prosigue para aclarar que "en alguna ponen alguna medida de seguridad, que son bastante escasas, pero eso no pasa en todas". Una de las medidas ha sido hacer jornadas intensivas de 7 a 15 horas, evitando una mayor concentración y contacto a la hora de la comida. "Pero todos los trabajos han seguido", asegura.

Aunque por su tipo de dedicación no necesita estar en contacto directo con otros compañeros, este topógrafo aclara que "muchos otros trabajos son en grupo y no tienen ni distancia de seguridad". "En estas circunstancias un trabajo innecesario que se tenía que parar y ha tardado por la presión de constructoras y propiedades", afea.

“Te sientes obligado y no rindes igual”

Para este reportaje, Julián prefiere que no se utilice su nombre real. "Como es lógico, en la construcción no hay distancias de seguridad porque necesitas al lado a tu compañero para muchas tareas", explica este electricista, que en la obra en la que trabaja no ha recibido mascarillas para protegerse.

"Para cambiarnos en vestuario tenemos distancia y lo hacemos por turno, pero al final es el mismo cuarto y, aunque tengas cuidado, siempre has tocado algo que ha tocado otra persona que no sabes si puede ser portadora", indica para criticar que "desde la empresa no se ha informado de nada". "La constructora dice que el cierre depende de los jefes de obra, y los jefes de obra que depende de la constructora. Se han estado pasando la bola y nosotros mientras trabajando en esas condiciones". Como muchos otros compañeros, pensaba que estas alturas ya no iba a tomarse ninguna medida, sino que el Gobierno iba "a tirar para delante".

Julián relata que estos días "se ha trabajado mal porque te sientes obligado y no rindes igual, ya que a la vez te genera ansiedad". Estás todo el día pendiente del móvil para ver cómo avanza la situación y preocupado por los familiares", apunta: "Nos han obligado a salir a trabajar en un sector que no es esencial". Tampoco le ve mucho sentido a que no pudieran salir ningún día de casa, pero luego "allí nos juntemos cien personas".

Es lo mismo que dice Emilio, albañil ladrillero en otra obra que tampoco ha parado. Él acude a trabajar con su hijo a diario -viven en la misma casa- y ahora uno de ellos se tiene que ir en transporte público. "El primer día que fue me di cuenta de que estaba abarrotado, así que no sé qué clase de medida es prohibir ir en el mismo coche", critica. En su caso, cuenta, es fácil mantener las distancias, pero los guantes proporcionados tampoco le valen de mucho: "El ladrillo es áspero y se rompen enseguida".

Diego también es ladrillero y admite que "dentro del miedo al contagio, lo intentamos llevar lo mejor posible". "Hay otro ambiente en la obra. No es lo mismo, pero es difícil de explicar esa sensación", comenta este albañil, que subraya que muchos compañeros tienen miedo de parar y perder su salario, con el que ya llegan justos a final de mes. A él le dieron guantes y una mascarilla: "Hemos estado 15 días con la misma, así que es un poco absurdo".

"No nos han dado ninguna explicación ni sabemos por qué no paran, pero solo se entiende que sea por motivos económicos", considera este trabajador, que tampoco entiende que pase las tardes y fines de semana confinado "para luego el lunes estar en contacto con tanta gente". "No entendemos por qué nosotros no paramos y un taller de mecánicos sí", pone como ejemplo.

La encrucijada de los pequeños proveedores

Agustín tiene una pequeña empresa en la que trabaja él y otra persona contratada. Se dedican al transporte y provisión de materiales y maquinarias de construcción para obras y llevaban dos semanas queriendo parar. "No hemos podido tomar una decisión así porque supondría perder unos clientes que probablemente no vuelvan porque encontrarán otro proveedor", explica: "Estamos obligados a trabajar. Las obras siguen abiertas aunque el volumen haya bajado. En el momento en el que cierran, dejamos de trabajar todos".

"Las medidas de seguridad para prevenir el coronavirus no es que sean limitadas en las obras, es que no existen, por lo que hemos visto", sostiene este intermediario. Así, explica que entiende que "la construcción es uno de los motores de la economía en España" aunque avisa: "Las pérdidas humanas que se pueden producir tienen que estar por encima".

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