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Covid-19 Cementerios semivacíos en un día de Todos los Santos marcado por la pandemia

Las restricciones por el coronavirus y el miedo al contagio dificultan el duelo y el homenaje a los difuntos en la mayoría de las ciudades españolas.

Una mujer visita el cementerio de San Salvador de Oviedo, este domingo con motivo de las fiestas de todos los Santos.
Una mujer visita el cementerio de San Salvador de Oviedo, este domingo con motivo de las fiestas de todos los Santos. — Alberto Morante / EFE

EFE

La pandemia del coronavirus se ha dejado notar también en la tradicional festividad de Todos los Santos, con menos visitas y mucha menos afluencia en los cementerios españoles, semivacíos la gran mayoría, con controles en los accesos y bajo estrictas medidas de seguridad.

"Yo pensé que iba a estar esperando a la puerta que salieran unos para entrar otros", cuenta Pepita en el cementerio de La Almudena, en Madrid, en este atípico día de Todos los Santos en el que, mientras el dispositivo policial ha aumentado, la afluencia de personas ha mermado: "Está más vacío que cualquier fin de semana".

Varios coches deambulaban por las calles de este cementerio, y han sido pocas las personas que, mascarilla mediante, se dedicaban a limpiar las lápidas y columbarios de sus seres queridos y a embellecerlas con flores.

En la entrada del cementerio, que se iluminará a lo largo del día como homenaje a los fallecidos por la pandemia, un cartel recordaba a los visitantes las recomendaciones: evitar días y horas de mayor afluencia, no permanecer mucho tiempo en el camposanto, traer agua del exterior para no usar las fuentes, mantener distancia de seguridad, y usar gel antes y después del uso de las instalaciones.

Además, para controlar que no se superaran los aforos (marcado en este cementerio en 22.000 personas) y evitar aglomeraciones, el operativo de Policía Municipal contaba con 300 agentes –un 20 % más que en 2019–, y tres drones con cámara de vídeo y sistema de altavoces de la sección de apoyo aéreo.

En el Cementerio Sur, en el madrileño barrio de Carabanchel, la afluencia ha sido algo mayor, y en torno a varias tumbas familiares rodeaban el lugar de descanso de sus difuntos con sillas plegables, en algunos casos superando los grupos de seis personas.

La mayoría de cementerios catalanes amanecían también este domingo con una escena distinta a la que es habitual en estas fechas, semivacíos, con controles de acceso, geles hidroalcohólicos en cada esquina y con los pocos visitantes que se acercaban a recordar a sus difuntos equipados con mascarilla.

La estampa de este día de Todos los Santos ha contrastado también con la de los días anteriores, cuando se registró un aumento de las visitas por parte de quienes buscaban recordar a sus familiares o amigos pero no querían toparse con aglomeraciones.

En el caso de Barcelona, fuentes del consistorio han explicado que se está notando un descenso de visitantes respecto al año pasado, mientras que, durante la semana, el público ha crecido entre un 13 % y un 18 %.

Otros cementerios catalanes, en cambio, además de instar a la población a realizar su visita antes o después de Todos los Santos, han optado por emplear la tecnología para evitar mucha concurrencia.

Es el caso de Lérida, cuyo Ayuntamiento lanzó una aplicación móvil para pedir cita previa, requisito obligatorio para entrar en el camposanto los días 30 y 31 de octubre y el 1 de noviembre, con la que se llegaron a programar unas 6.000 reservas.

En Alicante solo 2.100 personas han acudido este domingo al Cementerio de Nuestra Señora del Remedio, en una jornada que ha transcurrido "con mucha normalidad, sin ninguna atención sanitaria ni aglomeraciones y cumpliendo todas las medidas sanitarias y de seguridad".

El cementerio general de València ha recibido hasta primera hora de la tarde solo unas 5.000 visitas, lo que refleja "la contención" de la población en acudir al camposanto por las medidas de restricción impuestas a consecuencia de la pandemia.

Así lo ha asegurado el concejal de Cementerios y Servicios Funerarios del Ayuntamiento de Valencia, Alejandro Ramón, quien ha destacado que desde el inicio del operativo especial para espaciar las visitas por esta festividad, los cementerios municipales han recibido ya a unas 80.000 personas.

El confinamiento territorial de gran parte de las comunidades autónomas ha evitado también que la diáspora leonesa regrese en este puente festivo como es tradición para honrar a sus difuntos.

Así, la restricción a la movilidad y el aforo se ha dejado sentir en el cementerio de la capital leonesa con mucha menos asistencia de público, controlada en todo momento por agentes de la policía local para hacer cumplir las medidas de distanciamiento social y el uso de mascarilla.

La imposibilidad de realizar responsos ni ningún acto religioso en los cementerios ha ayudado también a evitar las aglomeraciones.

Controles de aforo y mascarillas y toma de temperatura intentaban garantizar la seguridad en el cementerio de Pamplona, que esta mañana presentaba una imagen del todo insólita con apenas personas en su interior, algunas en solitario, otras en parejas y los menos grupos reducidos, aunque las tumbas sí que lucían flores nuevas colocadas en los días previos a la festividad de Todos los Santos.

Hasta este domingo, el cementerio de Palma habrá recibido a unas 18.000 personas repartidas a lo largo de toda esta semana, como había pedido el ayuntamiento para evitar aglomeraciones, unas 7.000 menos que en circunstancias normales, ha explicado el gerente de la empresa funeraria municipal, Jordi Vilà.

El dispositivo y el sistema de visitas con cita previa que había implantado el ayuntamiento para evitar un exceso de afluencia "ha ido muy bien porque no ha habido ninguna aglomeración".

La festividad de Todos los Santos ha sido también mucho menos concurrida en los cementerios riojanos a causa del covid-19, que ha obligado a los responsables de los camposantos a establecer controles de temperatura y aforos, además de la eliminación del agua de las fuentes, como el municipal de Logroño.

Y todo ello, bajo el denominador común de una sensación de tristeza entre las personas que se han acercado a rezar a sus seres queridos.

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