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Covid-19 Miedo a ambos lados de la orilla: así vive la juventud migrante el coronavirus

Están lejos de sus familias, con sus proyectos de vida paralizados y con temor por cómo pueda evolucionar el virus en España y en Marruecos. "Muchos chavales llevan en la calle desde el inicio del estado de alarma por la enorme escasez de plazas y recursos", afirma la trabajadora social Mercedes Ramírez, de la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes.

Jamal, de 18 años, en una fotografía antes de que el coronavirus irrumpiera en España
Jamal, de 18 años, en una fotografía antes de que el coronavirus irrumpiera en España

Marina Prieto/ Irene Quirante

Ahmed despierta y a los pocos minutos manda un mensaje a su madre. "¿Cómo estáis, todo bien?". Ella responde con un "hamdulillah" -gracias a Dios- que lo tranquiliza, e inmediatamente devuelve la pregunta a su hijo. Él también contesta con rapidez: "Hamdulillah". Se levanta de la cama y, después de ducharse, coge su teléfono de nuevo. Esta vez para consultar las noticias: España supera los 24.500 fallecidos. Marruecos, más de 4.300 casos confirmados y 170 muertes. Y subiendo. Desde que el presidente Pedro Sánchez anunciase la declaración del estado de alarma el 14 de marzo, y seis días después se proclamara el estado de emergencia sanitaria en Marruecos, la mente y el corazón de la juventud migrante ex tutelada permanecen más divididas que nunca.

Cada año, más de 4.500 chicos y chicas tuteladas alcanzan la mayoría de edad en nuestro país, como afirman desde la Fundación Amigo, y solo en 2018 ya se contabilizaron 12.437 niños y adolescentes no acompañados de origen extranjero. Como apuntan Ahmed, Fedwa, Yamal y Abdelghani, quienes actualmente residen en Málaga -aunque cumplieron los 18 en centros de menores de Andalucía y Melilla- antes de la partida era imposible imaginar que les tocaría enfrentarse a una pandemia, en un país extranjero y lejos de sus familias.

En 2018 ya se contabilizaron 12.437 niños y adolescentes no acompañados de origen extranjero en España

Una realidad que, además de coincidir con un Ramadán atípico por las circunstancias, se vive de forma muy diferente en función de la situación habitacional de cada joven. Así lo señala Mercedes Ramírez, trabajadora social de la Asociación Marroquí para la Integración de Inmigrantes. "Nos estamos encontrando con muchos chavales que están en situación de desamparo total y que están teniendo muchas dificultades para acceder a recursos básicos, como la alimentación, la higiene o la vivienda", subraya. Un hecho que, como incide, golpea más fuerte a aquellos chavales que, a causa de la falta de plazas en los recursos, se ven en situación de calle, forzados a guardar cobijo en chabolas o en casas abandonadas.

Ahmed, 19 años, Tetuán (Marruecos): "Estoy pasando más miedo que cuando vine en patera"

Ahmed, en casa, usando el teléfono para conectarse con su familia
Ahmed, en casa, usando el teléfono para conectarse con su familia

A bordo de una patera, con 17 años y la incertidumbre de un futuro pintado en blanco. Así fue como Ahmed consiguió alcanzar la costa malagueña, hace ya algo más de dos años. Recuerda que, durante la travesía, no paró de pensar en que volvería a estudiar y conseguiría un trabajo. Era una manera de convencerse de que todo iría bien. Él siempre se interesó por la mecánica y se imaginaba dedicándose a ello. Ahora, desde el piso para jóvenes ex tutelados en el que permanece acogido en Málaga, se pregunta qué va a pasar con el instituto y sus estudios tras la irrupción del coronavirus.

"Por ahora nos mandan deberes, pero yo creo que todo va a ser más difícil porque no tenemos quien nos explique", comenta el joven procedente de Tetuán. Ahmed recibió las notas del segundo trimestre, del instituto en el que cursa secundaria, durante el confinamiento: todo notables y sobresalientes. Aunque intente concentrarse en sus notas para no abrumarse por todo lo que está ocurriendo, su mente está permanentemente dividida entre España y Marruecos. Entre la vida que se estaba construyendo, ahora paralizada, y entre el temor que le produce estar lejos su familia.

"Me preocupo porque leo las noticias y mi familia está en Marruecos; ellos me escriben todo el rato porque ven que en España está muriendo gente, y yo igual". Como cuenta Ahmed, la angustia es compartida desde los dos lados del Mediterráneo. Así pasa sus días, haciendo videollamadas de WhatsApp con su madre y tratando de mantener la calma en el piso en el que convive con otros cinco jóvenes migrantes ex tutelados. "En casa todos nos hemos tomado el coronavirus en serio porque hemos visto que no es un juego; intentamos no tocar nada y lavarnos las manos todo el rato", dice.

Ahmed dice que la pandemia le está poniendo frente a la experiencia más difícil de su vida. "Nunca había sentido tanto miedo como el que estoy viviendo ahora"

Como cuenta Ahmed, tanto él como sus compañeros tratan de ser muy precavidos cada vez que tienen que salir a la calle. "Paso miedo cuando voy a hacer la compra o a tirar la basura", admite el joven. El encierro está siendo, al final, la menor de sus preocupaciones. "Pensando en mí y en mi futuro, me inquieta qué pasará cuando acabe el coronavirus", apunta. No sabe si podrá continuar en el piso en el que lleva diez meses haciendo vida, ya que se trata de un recurso temporal. Tampoco si recibirá alguna llamada por las entrevistas de trabajo que hizo en la misma semana en la que se declaró el estado de alarma. Solo un día antes, acudió a una prueba en una cafetería. Por ahora, sigue mandando su currículum a todas las ofertas relacionadas con el campo que encuentra desde su móvil.

Esta situación le hace echar la vista atrás. Pasó dos días a la deriva en una patera, 48 horas que se hicieron eternas, sin vislumbrar otra cosa que no fuera mar. Vivió cerca de un mes en la calle, sobreviviendo como podía tras marcharse del albergue en el que estuvo después de ser expulsado del centro de protección de menores al cumplir los 18. Y aun así, Ahmed considera que la pandemia le está poniendo frente a la experiencia más difícil de toda su vida. "Nunca había sentido tanto miedo como el que estoy viviendo ahora", reconoce.

Jamal, 18 años, Nador (Marruecos): "Poco después de cumplir la mayoría llegó el coronavirus, pasé 20 días solo en un garaje"

"El de la calle/ El de la rue/ El de la calle". Así arranca una de las canciones de Delarue y Morad que Jamal reproduce en su móvil cuando logra conectarse a una red wifi. Para este joven, recientemente extutelado -cumplió los 18 años en febrero-, es fácil identificarse con muchas de las historias que cuenta la letra de este rap. "Niño de la calle, camina solitario", sigue rezando el estribillo. Esta frase le traslada a los días que pasó buscando cobijo, desconcertado y muerto de miedo después de se declarase el estado de alarma en España a causa del coronavirus.

Jamal: "Esos días me sentía muy agobiado, estaba solo, aunque intentaba normalizar la situación: lo peor era el hambre y el frío, y los días de lluvia"

"Fue horrible... pasé 20 días en la calle, dormía en una garaje", comparte Jamal, quien apenas llevaba un mes en Málaga, a donde se marchó después de que cumpliera la mayoría de edad en el centro de menores de La Purísima, de Melilla, solo unas pocas semanas antes de que la pandemia se extendiera por España. "Esos días me sentía muy agobiado, estaba solo, aunque intentaba normalizar la situación: lo peor era el hambre y el frío, y los días de lluvia", relata el chico.

Por suerte para Jamal, la trabajadora social de la Asociación Marroquí para la Integración de Inmigrantes contactó con él por teléfono para saber cómo se encontraba, ya que, debido a la escasez de plazas, el joven no había podido acceder a ningún recurso para personas sin hogar. Gracias a las numerosas gestiones de la profesional, consiguió un refugio en una parroquia del municipio malagueño de Alhaurín de la Torre, desde donde trata de recuperar la normalidad y se comunica con su familia a diario. "Siempre pienso en ellos... me da mucho miedo que pase algo malo y no poder hacer nada porque estoy en España", afirma el joven.

Jamal, de 18 años, en una fotografía antes de que el coronavirus irrumpiera en España
Jamal, de 18 años, en una fotografía antes de que el coronavirus irrumpiera en España

Jamal tiene la sensación de que el virus le ha "cambiado la vida". Según sostiene, abandonó Marruecos porque se imaginaba un futuro con papeles, trabajo y vivienda. Por ahora, no ha conseguido nada eso y empieza a pensar que, tal vez, no merecía la pena dejarlo todo para seguir el sueño europeo. "He arriesgado mi vida para llegar hasta aquí y no he encontrado nada", dice desanimado, y agrega: "Siento que se acabó el mundo, que está todo parado y me toca empezar de cero".

Fedwa, 18 años, Bocana (Marruecos): “Cuando acabe todo esto, quiero traer a mi madre a España”

Fedwa posa en la entrada de Casa Asima, el lugar en el que convive con persona seropositivas
Fedwa posa en la entrada de Casa Asima, el lugar en el que convive con persona seropositivas

Desde que cruzó la frontera de Melilla, con 16 años, el sueño de Fedwa siempre ha sido el mismo: traer a su madre a España. Un pensamiento que, dos años después, el coronavirus no ha conseguido detener. "Es lo que quiero hacer cuando pase todo esto, ella es lo único que tengo", afirma esta joven de La Bocana, una zona costera localizada en Nador, junto a la ciudad autónoma melillense. Por teléfono cuenta que fue la negativa de su padre a dejarla estudiar lo que le llevó a tomar la decisión de abandonar Marruecos siendo una adolescente, aunque ello supusiera separarse de su madre.

El pasado septiembre se trasladó a Málaga tras cumplir la mayoría de edad en un centro de acogida de Melilla y, pese a lo complicado de afrontar los cambios sin nadie que la acompañase, Fedwa no tardó en ir a una escuela de adultos para apuntarse a secundaria. Tras pasar por un centro de acogida nocturna, ante la falta de recursos específicos para niñas ex tuteladas, fue derivada a la casa de la Asociación Ciudadana Antisida de Málaga (ASIMA), donde convive con personas seropositivas y otros jóvenes ex tutelados.

Fedwa: "Mi madre lleva años enferma y me da mucho miedo que le pase algo. Mi padre trabaja en el mar y con el coronavirus no puede salir a pescar, ahora no tienen ni para comprar comida"

"Cuando empecé a escuchar cosas del coronavirus no le daba importancia porque sabía que estaba lejos, en China; ahora veo que no es ninguna broma, es algo muy serio y más viviendo con personas de riesgo", comenta con cierto tono de preocupación. "No quiero que les pase nada malo", añade intranquila, refiriéndose a sus compañeros de casa. Aunque esta se haya convertido en su realidad más próxima, paralelamente, Fedwa permanece con todos los sentidos en alerta desde la llegada del virus a Marruecos.

"Estoy muy mal por mi familia... mi madre lleva años enferma y me da mucho miedo que le pase algo. Mi padre trabaja en el mar y con el coronavirus no puede salir a pescar, ahora no tienen ni para comprar comida", cuenta con impotencia. Para Fedwa, estos días está pesando más que de costumbre el no tener un trabajo con el que ayudar económicamente a sus padres, como pensó que haría al cumplir la mayoría. A pesar de tener sus papeles en regla, de su buen nivel de castellano, de que ha completado varios ciclos formativos y de que está aprobando la secundaria, teme estar fracasando en su propósito migratorio.

Pero en sus planes no entra rendirse. "El coronavirus me ha enseñado que en cualquier momento se puede parar el mundo, por eso, cuando todo esto termine, me voy a concentrar mucho más en cumplir los objetivos con los que vine y en hacer todo lo posible para traer a mi madre conmigo y que tenga acceso a una buena sanidad", asegura Fedwa, con una madurez asombrosa para una chica de 18 años. A pesar de la incertidumbre y de que a veces le invada el sentimiento de derrota, para esta joven cada vez cobran más fuerza los sueños que un día le empujaron a cruzar la frontera.

Abdelghani, 19 años, Nador (Marruecos): "Tengo miedo por mi familia, la sanidad en Marruecos no es como aquí"

A pesar de sus 19 años, Abdelghani siente que es responsable de su familia. "Yo no tengo padre", apunta el joven, natural de Nador. Por eso, desde que empezó el confinamiento, procura cuidar de su madre y hermana como puede, aunque tenga que ser desde la distancia: "Hablamos todos los días y les digo que no salgan a la calle, que si tienen que salir no toquen nada, que no abran la puerta y que no dejen entrar a nadie a la casa". Así resume sus indicaciones a través de notas de voz de WhatsApp, que envía desde el albergue Centro de Acogida San Juan de Dios, en Málaga, donde está pasando la cuarentena.

Abdelghani: "Mi sueño siempre fue jugar al fútbol y en Málaga lo estoy consiguiendo con un equipo, pero ahora está todo suspendido"

La familia de Abdelghani también está preocupada por él, y el joven trata de tranquilizarla prometiéndole que no está saliendo a la calle, que está tomando todas las precauciones posibles. Según comparte, lo que más le asusta de esta pandemia es que haya llegado a su país, donde la cobertura sanitaria cuenta con graves deficiencias. "Tengo miedo por mi familia porque en Marruecos la sanidad no es como aquí. Si te pones enfermo y no tienes dinero, no tienes a donde ir ni quien te ayude. Y la gente muere... cuando pienso eso me pongo muy mal", hace hincapié.

En la imagen aparece Abdelghani, en el albergue en el que está acogido
En la imagen aparece Abdelghani, en el albergue en el que está acogido.

Para Abdelghani, el coronavirus ha dejado su vida prácticamente en pausa, aunque no es la primera vez que tiene este sentimiento. Según cuenta, también lo experimentó cuando cumplió los 18 años en Melilla y supo que su permiso de residencia estaba caducado, lo que le dejó en situación administrativa irregular. "Mi madre siempre me decía que tendría suerte y la tuve, porque pude subirme al ferry sin que los policías se dieran cuenta de que tenía los papeles mal", afirma el chico.

"Mi sueño siempre fue jugar al fútbol y en Málaga lo estoy consiguiendo con un equipo, pero ahora está todo suspendido", explica el joven. "Cuando no estoy estudiando en clase de inglés o de español, suelo dedicar parte del tiempo a pensar en los entrenamientos, en los partidos, en el campo... así me olvido un poco de todo lo malo", relata Abdelghani, quien se declara fan incondicional de Ronaldo. Siente que, como cualquier jugador en la pista, le toca controlar todos los movimientos que da en la vida. Y, según manifiesta, para cuando se normalice la situación tras el coronavirus, solo espera una cosa: "Ser algo más que valiente, no quiero rendirme".

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