El número y la duración de las sequías ha aumentado un 29% en el mundo desde el año 2000, por lo que la humanidad debe acelerar la mitigación "urgentemente". Así se recoge en un informe elaborado por la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (CNULD).

El trabajo fue difundido coincidiendo con la 15ª Conferencia de las Partes (COP15) de dicha Convención, que se celebra desde el pasado lunes hasta el 20 de mayo en Abiyán (Costa de Marfil) para buscar un compromiso global para la preparación y la resiliencia ante la sequía en todas las regiones del mundo.

"Todos los datos y cifras de esta publicación apuntan en la misma dirección: una trayectoria ascendente en la duración de las sequías y la gravedad de los impactos, que no solo afectan a las sociedades humanas sino también a los sistemas ecológicos de los que depende la supervivencia de toda la vida, incluida la de nuestra propia especie", indicó Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la Cnuld.

Los peligros meteorológicos, climáticos e hídricos representaron el 50% de los desastres naturales y un 45% de las muertes relacionadas con estos entre 1970 y 2019, principalmente en países en desarrollo, según el informe. Además, las sequías representaron en esos 50 años un 15% de los desastres y cobraron el mayor número de víctimas humanas, unas 650.000 muertes. En la actualidad, más de 2.300 millones de personas afrontan estrés hídrico y casi 160 millones de niños están expuestos a sequías severas y prolongadas.

Tres cuartas partes de la humanidad, afectadas en 2050

Para el año 2050, las sequías pueden afectar a más de las tres cuartas partes de la población mundial, según el informe. Entre 4.800 y 5.700 millones de personas residirán en áreas con escasez de agua durante al menos un mes cada año, frente a los 3.600 millones actuales.

Hasta 216 millones de personas podrían verse obligadas a migrar en 2050, en gran parte debido a la sequía en combinación con otros factores, como la escasez de agua, la disminución de la productividad de los cultivos, el aumento del nivel del mar y la sobrepoblación.

"Necesitamos orientarnos hacia las soluciones en lugar de continuar con acciones destructivas, creyendo que un cambio marginal puede curar la falla sistémica", indica Thiaw. Y añade: "Una de las mejores y más completas soluciones es la restauración de la tierra, que aborda muchos de los factores subyacentes de los ciclos degradados del agua y la pérdida de fertilidad del suelo. Debemos construir y reconstruir mejor nuestros paisajes, imitando la naturaleza siempre que sea posible y creando sistemas ecológicos funcionales".

Son necesarias también técnicas de gestión agrícola sostenibles y eficientes que produzcan alimentos en menos tierra y con menos agua, pasar a dietas basadas en plantas y reducir o eliminar el consumo de animales. Una política común y la implementación de planes de acción son también esenciales para revertir las predicciones.