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La desinfección por la pandemia achicharra las bicicletas municipales en Zaragoza

La aplicación diaria de una solución de lejía rebajada con agua para evitar la presencia del coronavirus en los vehículos corroe sus piezas de metal y altera los circuitos electrónicos de las estaciones, lo que provoca un carrusel de incidencias a los miles de usuarios del servicio

El rociado periódico con un liquido corrosivo como la lejía ha deteriorado las piezas de numerosas bicicletas municipales de Zaragoza. E.B.
El rociado periódico con un liquido corrosivo como la lejía ha deteriorado las piezas de numerosas bicicletas municipales de Zaragoza. E.B.

Los vehículos y las estaciones del Bizi, el servicio municipal de alquiler de bicicletas de Zaragoza, se han ajado de una manera extraordinaria con la pandemia de coronavirus; o, más concretamente, con el sistema elegido para evitar que sus usuarios pudieran contagiarse al utilizarlo.

Fuentes del ayuntamiento zaragozano y de Clear Channel, la empresa que gestiona el servicio, que suma más de 17.000 abonados, admitieron que el visible deterioro que presentan bicicletas y postes y las distorsiones que se están produciendo en el funcionamiento se deben al hecho de haber estado rociándolas diariamente, durante varias semanas, con una solución de lejía (hipoclorito de sodio rebajado con agua) cuya finalidad era actuar como desinfectante, pero que, como efecto secundario, ha acabado por corroer piezas de buena parte de los vehículos y por achicharrar parcialmente los circuitos electrónicos de las estaciones.

Esa es la causa por la que desde hace unos días, cuando los efectos corrosivos del desinfectante han comenzado a superar las cotas soportables para el sistema, resulta prácticamente imposible modificar la altura de los sillines para circular en cientos de bicicletas del Bizi, por la que cuando se pide una de las varias del poste el sistema responde que no hay ninguna disponible o por lo que no notifica las devoluciones tras quedar ancladas.

Eso obliga a los miles de usuarios del sistema a desplazarse de poste en poste en busca de uno que funcione, a devolver y pedir bicicletas de manera consecutiva hasta dar con una utilizable y, una vez finalizados los trayectos y devueltos los vehículos, a tener que comunicarse con el Bizi telefónicamente o por correo electrónico para notificar la incidencia y evitar la sanción por no retornar la bici que se derivaría del mal funcionamiento del sistema.

“Ha sido demasiado agresivo, pero nadie lo sabía”

Estaciones y bicicletas llevan siendo rociadas diariamente con lejía rebajada con agua desde su reapertura hace casi dos meses, el 27 de abril, tras haber permanecido clausurado desde mediados de marzo por decisión del equipo de gobierno municipal, que intensificó de esa manera las restricciones de la movilidad derivadas del estado de alarma.

La reapertura adelantó de las 23.00 a las 22.00 el cierre del servicio "para poder garantizar la limpieza diaria de las 133 estaciones y sus bicis, que se realizará en colaboración entre FCC y la concesionaria Clear Channel", anunció el Ayuntamiento, que también determinó que "por este mismo motivo no funcionará, por ahora, los domingos".

FCC, que es en la práctica quien se ocupa de los rociados, es la concesionaria de la recogida de basuras y la limpieza viaria en Zaragoza.

"Ha sido demasiado agresivo para lo que podían soportar, pero nadie sabía que podía causar estos problemas", señalaron fuentes de Clear Channel, que anotaron que este 24 de junio ha comenzado a utilizarse otro desinfectante menos corrosivo.

Más de 3.600 usos diarios pese a la pandemia

"Servicios Públicos había detectado los daños en las bicicletas, y ha dado orden a Clear Channel de revisar una a una las bicicletas, de limpiarlas y de cambiar las piezas o las unidades que sea necesario", indicaron fuentes del consistorio, que añadieron que "la limpieza intensiva se ha hecho con la mejor intención".

Esa medida se combinaba con otras como "utilizar guantes de manera obligatoria" y con la recomendación del usar mascarilla. "La práctica correcta para usar este servicio será que los abonados se limpien las manos antes y después del uso, de manera que se limiten al máximo las posibilidades de propagación de la Covid-19", señalaba la empresa.

El Bizi, que lleva funcionando algo más de doce años, desde finales de mayo de 2008, ha sido una pieza clave en el avance de la movilidad sostenible y saludable en Zaragoza, donde la expansión de la bicicleta lleva tiempo siendo una de las principales reclamaciones de los vecinos, tal y como quedaba de manifiesto en los presupuestos participativos antes de su eliminación por el actual equipo de gobierno de PP y C´s, que incluyó varios proyectos de carril bici en su primer tajo presupuestario.

El Bizi, que llegó a rondar los 40.000 usuarios (38.732) en 2011, tiene hoy menos de la mitad de abonados que entonces, ya que esa cifra ha caído a 17.081, entre otros motivos por el avance de la bicicleta privada.

El sistema dispone de 1.300 bicicletas que a fecha de hoy, tras la pandemia y con el aumento de las medidas preventivas personales para evitar contagios, suma una media de 3.610 usos diarios, explicaron fuentes de la concesionaria. Esa cifra equivale a dos terceras partes de los 5.486 de media de sus primeros diez años de funcionamiento.

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