La España vaciada de candidatos: nadie quiere ser alcalde en ocho pueblos de Navarra
El riesgo de dejar los ayuntamientos en manos de gestoras nombradas por diputaciones y gobiernos autonómicos estimula la presentación de candidaturas entre los vecinos de una treintena de pueblos de Burgos, Segovia, Teruel y la comunidad foral en los que
En ocho pueblos de Navarra (Hiriberri, Iralzu, Sarries, Bargota, Etayo, Lezaun, Aresu y Orisoain) nadie quiere ser alcalde. Y eso aboca a sus vecinos a ser gobernados durante los próximos cuatro años por concejales nombrados ‘a dedo’ por los miembros de sendas gestoras designadas por el Gobierno de Navarra de entre sus habitantes.
Precisamente el riesgo de ese desembarco de gobiernos locales ‘digitales’ ha provocado un prodigioso brote de participación ciudadana en los otros treinta pueblos de Navarra, cuatro de Burgos, uno de Segovia y otro de Teruel en los que no se presentó ninguna candidatura a las elecciones municipales del 28 de mayo, cuyas votaciones se celebrarán en todos ellos el próximo 26 de noviembre tras una campaña que comienza a las cero horas de este viernes.
En algunos de ellos la reacción se ha quedado en un único candidato a la alcaldía, caso de Urzainki, o de una sola lista, con frecuencia independiente; aunque se han dado casos de hasta tres, como en Monroyo (Teruel), un pueblo con un censo electoral de 240 votantes que en seis meses ha pasado de cero aspirantes a concejal a 25, con suplentes, en tres listas del PP, el Par y Teruel Existe.
“En mayo no se presentó nadie, pero ante el temor a que nos pudieran montar una gestora fuimos dando el paso. Faltaba alguien que tirara”, explica César Lombarte, candidato a la alcaldía de esta última lista.
Cuatro pueblos con candidatos decididos a no ser ediles
La convocatoria de elecciones municipales parciales seis meses después de las oficiales ha dado lugar a la presentación de 13 listas del partido Escaños en Blanco para Dejar Escaños Vacíos/Aulki Zuriak Eserlekuak Hutsik Uzteko en otros tantos pueblos navarros que celebran comicios, en cuatro de los cuales, Areso, Atetz, Muruzábal y Urroz, tendrían garantizada la alcaldía en caso de obtener un solo voto al ser la única candidatura formalizada.
Aunque no parece que eso vaya a ocurrir, ya que, con independencia de los apoyos que puedan recabar, se trata de listas cuyo ‘objetivo político’ consiste, precisamente en dejar desiertos esos puestos de representación sin ni siquiera tomar posesión de ellos.
Eso, junto con las dificultades materiales para que algunos de esos cargos electos pudieran desempeñar sus funciones de concejal al residir fuera de Navarra, aboca a los vecinos de esos cuatro pueblos a verse también gobernados por gestoras.
En cualquier caso, resulta paradójico, y contradictorio cuando menos, que la praxis institucional de un partido cuyo objetivo declarado consiste en “hacer visible, de manera inequívoca, el descontento de una parte importante de la ciudadanía con una clase política por la cual no se siente representada”, acabe derivando en mandatos a esa misma ‘casta’ para que elija ‘a dedo’ representantes municipales.
“Lo extraño es que haya candidatos en más de 8.000 municipios”
“Es al revés: lo extraño es que en más de 8.000 municipios, en todos salvo en ocho, haya candidatos si se tiene en cuenta la casuística de poca población y envejecimiento que se da en muchos de ellos”, indican fuentes de la Federación Navarra de Municipios y Concejos, en línea con lo que vienen advirtiendo estudios como el Mapa 174, que sitúa a la mitad de los del país en proceso de extinción por sus condiciones sociales y geográficas.
Según los datos del INE más de la mitad de los municipios españoles (4.986 de 8.131) tienen menos de mil habitantes, aunque en ellos se concentra solo el 3% de la población, con un proceso de achique que el mismo tiempo que modifica a la baja las estructuras municipales incrementa las dificultades para cerrar listas en las elecciones locales tanto a los partidos políticos como a los vecinos inquietos.
“No es fácil encontrar candidatos con tan poca población. De los 38 municipios navarros en los que no hubo listas en 28 de mayo, diez tienen menos de cien habitantes y otros diecisiete no llegan a 250. Y a eso se le suma que la gestión municipal es cada vez más complicada: los trámites son los mismos en uno de esos pueblos que en Madrid”, señalan las mismas fuentes.
La situación es similar en las otras tres provincias, con 312 habitantes en Monroyo, 643 en Cabezuela (Segovia) y una horquilla de los 117 de Quintanilla de la Mata a los 725 de Trespaderne en Burgos. Los candidatos menudean en los pueblos de menos de 1.000 habitantes.
“Si no hay candidatos interviene el Gobierno”
¿Y cuál es el proceso cuando no los hay? El primer paso es la repetición electoral seis meses después, que es en lo que ahora están 36 de los 44 municipios en los que nadie optaba a alcalde.
A partir de ahí, los pasos son los regulados en los artículos 181 y 182 de la Loreg, la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, que establece que si un ayuntamiento tiene vacantes más de la mitad de las plazas de concejal se puede formar una comisión gestora con los ediles disponibles y con vecinos designados por los partidos que tenían representación.
Y si eso resulta imposible, la Diputación Provincial o el Gobierno autonómico, según el caso, “asumirá directamente la gestión ordinaria” del consistorio, cuyos miembros no podrán en ningún caso adoptar “acuerdos para los que se requiera una mayoría cualificada”.
“Ante la no presentación de candidaturas por los vecinos no se produce ninguna fusión del municipio con otro, ni tampoco deja de ejercer sus funciones el secretario-interventor”, explican fuentes jurídicas.
“Pueden seguir en funciones los concejales de la anterior legislatura o nombrarse otros nuevos, pero en ningún caso pueden tomar decisiones que requieran mayoría absoluta. Y si no hay candidatos interviene el Gobierno de Navarra”, anotan desde la Federación de Municipios de esa comunidad.
“El proyecto es la repoblación”
En Navarra aún se recuerda el método que el alcalde saliente de Berasoáin aplicó hace dos décadas ante la falta de candidatos: colgó el padrón en la puerta de la escuela y pidió a los vecinos que fueran marcando con una cruz a su preferido para el cargo.
En Monroyo, la todavía alcaldesa, Gloria Blanc (PSOE), optó por convocar a los vecinos a una reunión en el ayuntamiento a finales de septiembre para plantearles la situación: si nadie daba el paso para la convocatoria de noviembre, la Diputación Provincial debería articular una gestora o asumir directamente la gestión.
Dos meses, después, Miguel Gascón (PP), María Pilar Blanc (Par) y César Lombarte (TE) se disputarán la alcaldía entre los 240 votantes del lugar.
“Siempre había dicho que de política, ni hablar. No me gusta lo que se ve a niveles altos, que es algo que puede retraer a la gente. Pero el panorama de que nos gobernara una gestora era terrible, porque nadie iba a preocuparse de hacer nada por el pueblo. El problema era qué partido elegir”, explica Lombarte, que gestiona un hotel y un bar-restaurante en el que, por falta de servicios financieros, acaba haciendo de cajero automático con el TPV.
“Nos une que nos motiva Monroyo, y nuestro eje es la despoblación, o mejor dicho la repoblación”, explica sobre su candidatura, cuyo objetivo plantea retos como evitar el cierre del cuartel de la Guardia Civil, y con él el de la escuela por la migración forzosa de siete familias, y habilitar vivienda pública de alquiler para atraer pobladores con perfiles como el de los ‘nómadas digitales’.
“El proyecto es la repoblación de Monroyo, y para eso necesitamos vivienda de alquiler pública que podría construir el ayuntamiento y que se puede lograr también rehabilitando casas de los vecinos si obtenemos ayudas”, señala.
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