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Excelencia académica por mil euros al mes y sin acceso a la Sanidad: la precariedad de un doctorando en el extranjero

Cerca de cincuenta miembros del Instituto Universitario Europeo con contratos doctorales denuncian las condiciones en las que trabajan y que se les haya negado una subida salarial en los nuevos Presupuestos.

Florencia
Una fotografía del pasado 5 de mayo durante una protesta en la universidad contra la desigualdad en los salarios. Foto cedida por los trabajadores del Instituto.

Es viernes 28 de octubre y a Rocío (25 años) le quedan 4 euros en la cuenta. Tuvo un accidente en las calles de Florencia, donde reside, y se le rompió la bicicleta y el teléfono móvil. El final de mes ha sido difícil, como acaban siendo todos. Cuenta, cabreada, triste y por veces resignada, que llegó a sufrir pesadillas y ansiedad por no poder pagar el alquiler. La frustración va en aumento. "Yo he tenido que no aplicar a conferencias para presentar mi investigación, aun sabiendo que tenía muchas posibilidades de que fuera bien, porque no puedo pagar un billete de avión", lamenta al otro lado del teléfono.

Porque Rocío (no es su nombre verdadero pero prefiere el anonimato por motivos laborales) es miembro del Instituto Universitario Europeo (IUE) con un contrato de investigación predoctoral de cuatro años dentro del programa Salvador de Madariaga. El contratante es el Ministerio de Universidades a través de la UNED. Ingresa 1.086 euros al mes (con dos pagas extraordinarias) con los que tiene que vivir en una ciudad con el nivel de vida de Barcelona. El propio Instituto considera (antes de la subida de los precios a causa de la inflación) que lo mínimo que los doctorandos deberían cobrar para poder desarrollar una vida digna son 1.380 euros netos al mes.

"Nosotros los españoles tenemos suficiente para sobrevivir", dice esta joven andaluza que estudió dos carreras universitarias y dos másteres con calificaciones excelentes que le abrieron la puerta de entrada a la élite académica europea. El Instituto Universitario Europeo (IUE), donde trabaja, es un centro de investigación en el ámbito de las Ciencias Sociales y Humanas que los miembros de la Comunidad Europea fundaron en 1972 para promover los estudios de doctorado y postdoctorado de alto nivel. Las plazas por país son limitadas, los méritos académicos para acceder tienen que ser notables, y los salarios corren por cuenta de los estados miembros. 

Aquí comienza el vía crucis para los cerca de 50 trabajadores españoles, con un sueldo sustancialmente inferior al de otros países: solo Grecia y Estonia pagan menos. "Instituto Universitario Europeo: dónde la nacionalidad determina el salario", claman en sus protestas. 

Los suyos son contratos de cuatro años. Los dos primeros años perciben un salario bruto de 1.300 euros al mes y los dos siguientes asciende a 1.600 euros. El total neto recibido dista significativamente del mínimo que marca la propia institución en la que trabajan. Además, la inflación también ha golpeado duro en Italia. En el último año los precios de alquiler de vivienda en Florencia aumentaron un 18% respecto al año anterior y el crecimiento del IPC supera el 8%. "Es imposible aprovechar la situación académica tan privilegiada que tenemos en esta situación", señala Rocío.

Un año y medio sin acceso a la Sanidad

Adriá (25 años), compañero de Rocío, hace el mismo relato de precariedad y frustración pero él añade un elemento más: las trabas burocráticas le han condenado a estar un año y 15 meses, el tiempo que lleva en Florencia, sin acceso a la sanidad pública como trabajador desplazado. "Volví a Sitges a vacunarme y sé que si tengo una enfermedad importante me tengo que volver a España", cuenta en conversación con Público

La mayoría de ellos, y quienes pueden, han optado por contratar un seguro médico privado. Coinciden todos en que "no es una buena situación vital" para los doctorandos y futuros académicos que envía el estado a trabajar en el Instituto Universitario Europeo.

Desigualdad entre estados

Aterrizar allí siendo español es un hándicap. España es el tercer país por la cola en salarios. En comparación con países como Noruega o Dinamarca, cobran dos o tres veces menos. Tárek (28 años) tiene claro que la desigualdad entre los salarios de cada país perjudica a su rendimiento como investigador. "Aquí observas un patrón claro y es como sobre todo los españoles somos quienes buscamos otros trabajos dentro del Instituto y esto resiente la calidad de nuestro trabajo", señala.

Dentro del Instituto se han organizado y han creado un sindicato, del que ya forman parte 407 trabajadores, para poner en común sus demandas y hacer presión a los gobiernos para que se equilibren los salarios. Propusieron incluso la creación de un fondo europeo común pero algunos países se negaron. 

Fuera de los Presupuestos

Con todo, hasta hace pocas semanas tenían esperanzas de que su situación mejorase. Se organizaron y llamaron a la puerta del ministerio de Universidades, que se comprometió a valorar su situación e incluso les comunicó que estaba estudiando incrementar sus salarios un 11,7% y financiar un 5º año en caso de que fuese necesario para finalizar la tesis doctoral. Esta subida habría supuesto un incremento en el presupuesto de 335.341€.

"Lamentablemente, recientemente se nos ha comunicado que tal incremento no tendrá lugar", dice la carta firmada por 38 de ellos que han enviado a diferentes partidos políticos para llamar la atención sobre su situación. Por el momento no han recibido ninguna respuesta clara.

Denuncian además que el Gobierno les haya sacado de los nuevos Presupuestos Generales del Estado, que sí contemplan una mejora salarial a los trabajadores con contratos de los programas de Formación de Profesorado Universitario (FPU) y de Formación de Personal Investigador (FPI), los dos programas principales de financiación pública de formación doctoral en España.

"¿Quién va a seguir en la academia persiguiendo posiciones de liderazgo así?”, se pregunta Rocío. ¿Su conclusión? "España pierde eso porque nos hacen sentir un fracaso absoluto con sueldos que no nos permiten tener vidas de una persona que trabaja".

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