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"La gran oportunidad perdida" es, para Amnistía Internacional, la gestión de la covid Amnistía Internacional denuncia el "egoísmo de los países ricos y la codicia empresarial" en la gestión de la pandemia 

La ONG en su informe 'La situación de los derechos humanos en el mundo' concluye que los estados más desarrollados con el poder económico han ahondado en la desigualdad global frente a la covid-19. Califica lo ocurrido como "la gran oportunidad perdida" y lo define como "la gran traición" con los estados en vías de desarrollo y ciudadanos vulnerables.

Amnistía Internacional en residencias mayores covid
Imagen de AI tras lo ocurrido en España en las residencias en la primera ola de la covid. Imagen: AI

El Informe de Amnistía Internacional (AI), la situación de los derechos humanos en el mundo, denuncia que los países más poderosos, junto con las grandes empresas, han ahondado en la desigualdad global durante la gestión de la pandemia. De hecho, el informe detalla las causas fundamentales de tan duro análisis como son "la perniciosa codicia de las empresas y el brutal egoísmo nacional", así como el abandono de la infraestructura sanitaria y pública por gobiernos de todo el mundo.

"El año 2021 debería haber sido un año de cura y recuperación. En cambio, se convirtió en el vivero de una desigualdad más profunda y una mayor inestabilidad, un legado corrosivo para los próximos años", según valora Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.

En este sentido, Callamard insiste en que“un dirigente tras otro prometieron reconstruir mejor con miras a abordar las desigualdades arraigadas que exacerbaron el impacto de la pandemia. En cambio, lo que hicieron fue representar una trágica fábula de traición y codicia en connivencia con los gigantes empresariales".

A su juicio, "aunque el mundo entero se vio afectado, quienes soportaron sus peores consecuencias fueron las comunidades más marginadas, incluidas las de primera línea de la pobreza endémica", afirma.

En España

Amnistía Internacional recuerda que durante la pandemia en la primera ola en España denunció la mayor violación de derechos humanos de la pandemia: la discriminación sufrida por las personas mayores en las residencias, que ha quedado prácticamente impune.

El año 2021 es el año de la impunidad: ni una sola persona ha sido encontrada culpable por estos hechos y, a pesar de eso, ninguno de los grupos parlamentarios del Congreso ha apoyado de momento la apertura de una comisión de la verdad, lamenta Esteban Beltrán, director de AI.

Impunidad en España ante lo ocurrido en las residencias 

A eso se suma lo que la organización ha denominado como "la otra pandemia": la falta de acceso adecuado a la atención sanitaria de personas con enfermedades crónicas, personas mayores, y personas con problemas de salud mental, que ha puesto en riesgo su salud física y mental y ha impactado de manera especial en las mujeres, en el marco de un sistema sanitario cercano al colapso, especialmente en su atención primaria.

Con respecto a la situación de las personas refugiadas, la organización lamenta la doble vara de medir: por un lado el Gobierno está haciendo esfuerzos por dar una respuesta ágil a quienes llegan a España procedentes de Ucrania o de Afganistán, pero no actúa de la misma manera con respecto a otras personas que también pueden huir de la violencia o la persecución. "No podemos un día acoger con los brazos abiertos a quienes escapan de la guerra, y al día siguiente golpear con extrema brutalidad a quienes saltan la valla en Melilla", señala Esteban Beltrán.

"La libertad de expresión y el derecho a la protesta siguen amenazadas en España"

Amnistía Internacional denunció que la libertad de expresión y el derecho a la protesta siguen amenazadas en España por la falta de reforma de la denominada Ley Mordaza; por la aplicación del Código Penal en casos como la condena y entrada en prisión de Pablo Hasel por los delitos de "enaltecimiento de terrorismo" e "injurias a la Corona y a las instituciones del Estado". También destaca el uso excesivo de la fuerza por parte de miembros de las fuerzas de seguridad para disolver manifestaciones, en las que se incluye el uso de pelotas de goma o bolas de foam de forma inadecuada, que provocaron que una mujer perdiera el ojo durante las protestas en Catalunya.

La única buena noticia en 2021, para AI, en este ámbito consistió en la puesta en libertad de los activistas Jordi Sánchez y Jordi Cuixart después de cuatro años en los que nunca debieron estar en prisión.

Nacionalismo egoísta y la codicia empresarial

Menos del 4% de la población pobre recibió la pauta completa al final del año de la covid

Para AI, los éxitos de la vacuna se vieron socavados por "el nacionalismo egoísta y la codicia empresarial". De hecho, la ONG explica cómo el rápido despliegue vacunal contra la covid-19 se interpretó como una panacea científica que ofrecía la esperanza del final de la pandemia para todo el mundo. Recuerda, sin embargo, que pese a que había producción suficiente para vacunar totalmente a la población mundial en 2021, menos del 4% de quienes vivían en países de ingresos bajos habían recibido la pauta completa al finalizar el año.

Agnès Callamard recuerda también, en su análisis de este informe, que en las cumbres del G7, el G20 y la COP26, "se pontificó sobre un escenario global, a los líderes y lideresas políticos y económicos se les llenó la boca de políticas que podrían generar un enorme cambio en el acceso a la vacuna, así como revertir la falta de inversión en protección social y abordar el impacto del cambio climático".

El informe detalla cómo altos cargos de las grandes empresas farmacéuticas y tecnológicas regalaron los oídos con sus discursos sobre la responsabilidad social empresarial. Pero AI recuerda que en ese momento crucial, el escenario era propicio para la recuperación y para que se produjera un cambio realmente significativo hacia un mundo más igualitario. Pero, para la secretaria general de Amnistía Internacional, "desaprovecharon la oportunidad y recuperaron políticas y prácticas que profundizaban aún más la desigualdad. Los miembros del club más exclusivo del mundo hicieron promesas en público de las que luego renegaban en privado".

Acumular dosis sin necesitarlas

Países ricos como los Estados miembros de la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos acumularon más dosis de vacunas de las que necesitaban, según denuncia este informe de AI, "mientras miraban para otro lado cuando las grandes empresas farmacéuticas anteponían los beneficios a las personas negándose a compartir su tecnología y permitir una mayor distribución de las vacunas".

En 2021, Pfizer, BioNTech y Moderna previeron unos exorbitantes beneficios de hasta 54.000 millones de dólares y, sin embargo, suministraron menos del 2% de sus vacunas a países de bajos ingresos, según denuncia la ONG.

Las grandes empresas farmacéuticas no fueron los únicos gigantes empresariales que menoscabaron la recuperación de la pandemia en favor del beneficio. Empresas de redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter proporcionaron un terreno fértil para la desinformación sobre la covid-19, lo que permitió que floreciera la reticencia a la vacunación.

Algunos dirigentes políticos, para Amnistía Internacional, "también actuaron como superdifusores de desinformación, alimentando la desconfianza y el miedo en su propio beneficio político".

"Las empresas de redes sociales permitieron que sus lucrativos algoritmos difundieran desinformación perjudicial sobre la pandemia, dando prioridad al sensacionalismo y la discriminación frente a la verdad", asegura Agnès Callamard.

África tiene la tasa de vacunación más baja

Con menos del 8% de la población del continente vacunado con la pauta completa al finalizar 2021, África tiene la tasa de vacunación más baja del mundo, amenazada por suministros insuficientes del Mecanismo COVAX, el Fondo Africano para la Adquisición de Vacunas y a través de donaciones bilaterales. Así, AI denuncia que "se dejó a la población expuesta mientras las campañas de vacunación decaían o fracasaban en países cuyo sistema de salud ya era insuficiente".

En Sudáfrica, alrededor de 750.000 niños y niñas habían abandonado las escuelas en mayo, más de tres veces la cifra anterior a la pandemia. En Vietnam, las trabajadoras migrantes sufrieron un impacto particular que provocó inseguridad alimentaria y les impidió satisfacer otras necesidades básicas. En Venezuela, la pandemia empeoró una emergencia humanitaria preexistente: el 94,5% de la población vivía en la pobreza de ingresos y el 76,6%, en la pobreza extrema.

"En muchos países del mundo, poblaciones ya marginadas pagaron el precio más alto por las decisiones políticas deliberadas de una minoría privilegiada. El derecho a la salud y a la vida se violaron a una escala masiva; millones de personas tenían dificultades para llegar a fin de mes; muchas perdieron su casa; niños y niñas fueron excluidos de la educación, y la pobreza aumentó", denuncia también Agnès Callamard.

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