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"Te imaginábamos muy diferente": realidad virtual para sufrir y descubrir la discriminación laboral

Un proyecto desarrollado por la psicóloga Esther Kroll y presentado en la Semana de la Ciencia de Berlín trata de cambiar los roles y de que, por un día, los sectores más privilegiados empaticen con aquellos que sufren discriminación en lugar de trabajo.

La brecha que ruge
Imagen de archivo de una manifestación.

Pablo Izquierdo

El trabajo de todas las personas sigue sin valorarse por igual. Existe una brecha salarial galopante y las mujeres trabajan 51 días del año gratis frente a sus compañeros varones. El puesto de trabajo es un ambiente hostil para el colectivo LGTBI+ y particularmente para las personas trans. La discriminación comienza desde la búsqueda de empleo, siendo una barrera especial para quienes tienen un acento o un color de piel no habitual.

Esther Kroll (Starnberg, 1986) es doctora en psicología. Quería aprovechar su experiencia en investigación para tener cierto impacto en la sociedad, por lo que se ha unido a una socióloga (Kathleen Warnhoff) y dos diseñadoras gráficas (Sascha Bespalova y Doreen Baldauf) para exponer la discriminación laboral en un proyecto que fusiona el arte y las ciencias sociales. "La comunicación fue clave para averiguar cómo entendernos mutuamente; ha sido difícil pero fascinante", reconoce Kroll. Presentan su trabajo estos días en la Semana de la Ciencia de Berlín, que lo ha seleccionado entre los proyectos más prometedores para derribar muros sociales.

Visibilizando una barrera invisible

Con esta iniciativa, Kroll y sus compañeras buscan concienciar sobre la discriminación en el trabajo usando la psicología como arma. Parten de la premisa de que directivos y personal de recursos humanos rara vez están familiarizados con el tipo de experiencias a la que se enfrentan estos colectivos. Por eso, ellas han diseñado un mundo donde los participantes pueden tener su propia experiencia (aunque no sufran discriminación en su vida real).

Esther Kroll, la cabeza pensante tras la iniciativa.
Esther Kroll, la cabeza pensante tras la iniciativa. CEDIDA

Para conseguirlo, estas cuatro mujeres crearon un entorno de realidad virtual. El participante comienza en un mundo de igualdad de oportunidades donde no hay discriminación. Se le dice que basta con atravesar las puertas y seguir las instrucciones. Pero a medida que atraviesa las puertas, se encuentra discriminado de alguna manera. Esto lo logran gracias a metáforas gráficas, que las diseñadoras han desarrollado tras conversar con personas que han sufrido discriminación en el trabajo. "Una mujer con turbante nos dijo que se sentía cada vez más pequeña cuando se veía reducida a su religión. En nuestra realidad virtual, al recibir ciertos comentarios, todo se hace más grande para que tú te sientas pequeño", explica la investigadora.

Para Kroll, combatir la discriminación en el trabajo no es solo una cuestión legal. "Está claro que la discriminación está prohibida, pero en el mundo real es sutil. Al principio, a menudo se reduce a comentarios incómodos (te imaginábamos muy diferente o hablas muy bien el idioma) de los que uno siente que no puede quejarse", explica la psicóloga.

En la realidad virtual creada por este equipo, los participantes terminan la experiencia conociendo a actores y actrices que interpretan esas historias reales de personas que han sufrido discriminación en su día a día. Dado que todo ocurre en 3D y parece real, Kroll asegura que los participantes lo encuentran conmovedor: "Incluso si ya habían oído hablar de estas situaciones antes, es muy distinto sentirlo en tu piel, o tener a alguien que te mira a los ojos y te cuenta su historia".

¿Cómo evitar la discriminación en las empresas?

La investigadora reconoce que la diversidad se tiene cada vez más en cuenta en el mundo corporativo, pero defiende que eso no es suficiente: "Hay una clara contradicción: en su web, todas las empresas dicen valorar la diversidad, pero la discriminación sigue existiendo".

Para ella, abordar este problema pasa porque la diversidad reciba más atención, y no solo sobre el papel. "Las empresas deben entender que clasificar a las personas por su apariencia es perjudicial para ellas mismas, si pretenden atraer al mejor talento", defiende Kroll, que reivindica el papel de la formación. "A veces es una agencia externa quien elige a quién contratar, y pueden suponer que los directivos de la empresa tienen ciertas preferencias", explica. Así, aunque no se tenga intención de discriminar, acaba cayéndose en estereotipos.

Imagen del rodaje de la realidad virtual.
Imagen del rodaje de la realidad virtual. CEDIDA

Una de las herramientas para evitar esos prejuicios son los currículos ciegos —sin nombre ni fotografía—, que se están volviendo cada vez más populares. Sin embargo, no son perfectos. "Incluso ahí, puedes clasificar a los solicitantes por su lengua materna, y también averiguar su edad", según la psicóloga.

Por otro lado, la tecnología se está abriendo paso en la contratación con paso decidido. Sin embargo, recurrir a procedimientos automáticos no siempre es más justo, aunque eliminen el factor humano. "La gente en posiciones de poder tiende a no pertenecer a grupos discriminados, así que si usas un algoritmo para elegir candidatos debes asegurarte de que no discrimina a las personas de esos grupos", según Kroll. Esto se debe a que los algoritmos necesitan ser entrenados, y a menudo aprenden con datos existentes. "Si los algoritmos aprenden cómo es un buen líder mirando los perfiles actuales, entonces tenemos un problema", explica la investigadora.

Se rmigrante no siempre penaliza

En Alemania, la discriminación étnica se aplica sobre todo a los países africanos o a los musulmanes

Ser migrante no significa necesariamente ser discriminado: de dónde vienes importa. La investigación de Kroll ha demostrado que, en el caso de Alemania, la discriminación étnica en el trabajo se aplica sobre todo a los países africanos o a las personas de origen musulmán. "Hay discriminación contra las personas con raíces turcas, pero si vienes de España, por ejemplo, resulta que eso es incluso una ventaja", afirma. Esto se encontró en un test donde todos los solicitantes de empleo tenían perfiles idénticos, pero donde vieron que si hablas turco o tu nombre suena a turco era menos probable ser escogido.

La investigadora afirma que la discriminación es a menudo una decisión motivada y explícita, lo que significa que se puede detener. Sin embargo, primero hay que ser conscientes de ella. Esto puede lograrse tratando de convencer a las empresas de que discriminar no tiene sentido económico, pero este equipo utiliza la psicología. "Igual que aprendes el comportamiento de ser discriminatorio, también puedes aprender nuevos comportamientos para anular ese", afirma Kroll. Para ser capaces de combatirlo, en cualquier caso, primero tenemos que entenderlo.

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