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Listas de espera Cuando el tiempo se eterniza a la espera del especialista o de una prueba médica

Dos millones de personas están en lista de espera de consultas externas y sufren cómo se dilatan los tiempos para ser atendidas. Otros pacientes, en cambio, no engrosan la estadística. Sin cita fijada, todavía esperan entrar en la lista de espera.

listas de espera
Javier muestra la carta en la que exige a un hospital vigués ser incluido en la lista de espera.

Inmaculada tiene fastidiada la rodilla izquierda y lleva aguardando trece meses a que le den una cita con el traumatólogo. Antonio, con bronquitis crónica, espera a que llegue octubre para que lo revise un neumólogo tras su última consulta en agosto: habrá pasado más de un año. María, con el hombro lesionado, está pendiente desde el verano de una resonancia para la que todavía no le han dado fecha. Javier, tras someterse a varias operaciones, ha perdido la cuenta y no ve siquiera el horizonte de una resonancia de la columna vertebral.

Unos dos millones de personas estaban en lista de espera de consultas externas (LEC) en junio de 2019, según datos del Ministerio de Sanidad, aunque Marciano Sánchez Bayle cuestiona que la estadística “recoge sólo la espera para la primera consulta y no para las sucesivas, que son mucho más importantes”. El portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública denuncia que las “excesivas” demoras favorecen la aparición de “graves problemas” y el empeoramiento de las patologías.

Así, el tiempo medio de espera es 81 días, un período que dista de los quince establecidos como aconsejables por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. En comparación, supera los 58 días de junio de 2017 y los 57 de junio de 2018. En cuanto a los pacientes pendientes, en 2019 se contabilizaron 61,84 por cada mil habitantes, un 42,6% de los cuales aguardó más de sesenta días. La paradoja es que muchos otros ni siquiera engrosan el porcentaje, pues todavía esperan entrar en la lista de espera. Son invisibles.

Inmaculada, una jubilada de La Línea de la Concepción, fue operada en su día de la rodilla derecha, pero ahora le toca el turno a la izquierda. “El médico me comentó que si no me sometía pronto a una intervención me la iba a cargar”, explica la septuagenaria, quien lleva trece meses aguardando a que le den cita con un traumatólogo del Hospital San Juan Grande de Jerez de la Frontera. “Voy todos los meses a reclamar y todavía no me la han fijado. Hacen una fotocopia de la queja, la meten en una carpeta y ahí se queda”.

Hace un mes, volvió a solicitar una cita, en este caso preferente, lo que implicaría la atención al cabo de unos días: aún no la han llamado. Su marido decidió entonces acercarse al centro médico y rellenar una hoja de reclamaciones. “Si siguen sin atenderme, la rodilla se me va a estropear de forzarla tanto”, cree Inmaculada, quien resalta que una vez que la reconozca el traumatólogo comenzaría una nueva espera en el caso de que tuviese que ser operada. Por ello, la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública exige que los tiempos sean razonables para evitar nuevas complicaciones.

Su comunidad, Andalucía, es donde la espera media es mayor (130 días), un récord que se suma al de los pacientes pendientes cada mil habitantes (86,19%). De las 695.367 personas en listas, la mayor de España, 114.693 corresponden precisamente a traumatología, seguidas de las 82.229 en oftalmología. Especialidades, junto a urología y dermatología, que coinciden en todo el Estado y rebasan los setenta días de media. “Las demoras reales llegan a superar el año e incluso los dos años”, denuncia Sánchez Bayle.

El portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, quien critica que las condiciones del servicio motivan el aumento de los seguros privados, critica el “consumismo sanitario”, que llevaría por ejemplo a realizar algunas pruebas diagnósticas que según él no son necesarias. “Esto se debe a que hay una gran presión dentro del sistema, por lo a un médico le resulta más fácil encargar una que explorar detenidamente al paciente durante media hora”.

Humberto Muñoz, secretario general de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO de Andalucía, denuncia los “parches” para reducir las listas de espera en su región, como las intervenciones que se derivan a los hospitales privados o las realizadas en los públicos fuera del horario habitual, previa contratación de personal para los quirófanos. En todo caso, al igual que Sánchez Bayle, no ve con buenos ojos la “medicina defensiva”, aunque los profesionales puedan ser más víctimas que culpables.

“Cuando tienen una consulta diseñada para atender a un paciente durante sólo siete o ocho minutos y se encuentran con una cola enorme en el pasillo, solicitan por ejemplouna ecografía y le dicen al paciente que vuelva”, explica el responsable andaluz de la FSS-CCOO. “Los médicos no tienen la culpa, pero la consecuencia es doble: aumentan las listas de espera y se produce un incremento brutal del gasto sanitario no justificable”. Conclusión: “Usar una prueba complementaria para aliviar el agobio en la consulta no es positivo para el sistema”.

Tanto Muñoz como Bayle no atacan la sanidad pública, sino que tratan de buscar algunas causas más allá de las que vienen denunciando desde hace tiempo: su deliberado deterioro para favorecer los conciertos, una manera de desviar dinero a la privada y de maquillar las estadísticas. Por ello, piden más presupuesto y personal, una exigencia compartida por Carmen Flores. “Hay que invertir en la pública para que esté a nuestro servicio las veinticuatro horas”, afirma la presidenta de la Asociación El Defensor del Paciente.

Javier calcula que lleva un año y ocho meses esperando para solucionar un problema de espalda desde que llegó su historia clínica a un hospital gallego, lo vio el médico de cabecera y le dieron cita para el traumatólogo. “Llevo diez meses pendiente de que me hagan una resonancia magnética de la columna vertebral, si bien no estoy en lista de espera porque me dijeron que me llamarían. Al no aparecer, es como si no existiese”, razona el afectado, quien desde 2005 se sometió a varias operaciones en hospitales madrileños.

Dos hernias discales, un tumor en la cabeza, paratiroides: un eccehomo que asegura ver unas luces led que lo tienen en vilo y cuya causa desconoce. “Al final terminé enviando un burofax donde les exigía que su obligación era revisarme y un neurólogo solicitó otra resonancia, en este caso de la cabeza, aunque tampoco me llamaron”. La de la columna también aguarda y Javier se desespera: “Luego me tendría que ver el traumatólogo y valorar si me deben operar, pero ahora no tengo cita ni estoy en lista de espera”.

María tiene 64 años y lleva trabajando toda su vida en casa. Ella y su marido, ya jubilado, cruzan los dedos para que le fijen una fecha para someterse a una resonancia del hombro con sedación. Después de que le hiciesen una radiografía en una clínica de fisioterapia, sospecha que podría tener una rotura o un desgarro del músculo supraespinoso. Fue al traumatólogo en agosto, quien no le dio validez a esa prueba, mas todavía no sabe cuándo le realizarán la resonancia en Hospital Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes.

“En noviembre inicié la reclamación en el centro médico, aunque desde agosto ya ha pasado casi medio año”, explica su hermana Marisol. “Pese a la queja, me han dicho que tiene que aguantarse y resignarse, por lo que habrá que seguir esperando. Ella es claustrofóbica y por eso necesita sedación, la excusa que le han puesto para justificar la tardanza, pues aseguran que debe haber personal disponible para realizarla”. Entonces María entraría en una lista de espera y, en caso de tener que ser operada, en otra…

Las demoras son excesivas y suponen una situación “intolerable” en muchos casos, generaliza Sánchez Bayle, quien critica que el informe del Ministerio de Sanidad no recoja los tiempos para las pruebas diagnósticas. Por eso, insiste en las “esperas reales” que escapan de los datos, a las que habría añadir las que se producen en atención primaria, en consultas externas, en las sucesivas visitas al especialista y, cuando resulta necesario, ante una intervención quirúrgica.

Toni Mora, responsable de política sanitaria de CCOO de Catalunya, concuerda con ese recuento, que según él debería comenzar en el médico de cabecera o en el especialista. “De lo contrario, la percepción difiere y parece que el tiempo es menor que el real, como difunde la Generalitat, que hace creer que la mayoría de las operaciones entra dentro del período de garantía”, añade Mora, quien ironiza con los meses que se pierden por el camino y que no forman parte de la espera oficial de la que presume la Administración.

“Hemos podido comprobar que el truco que utiliza la Comunidad de Madrid para que la lista de espera quirúrgica descienda consiste en llamar al afectado, decirle que las agendas están cerradas y que ya le llamarán cuando estén abiertas”, denuncia la Asociación El Defensor del Paciente en su Memoria 2019. Así, durante ese período, el enfermo desaparece de la lista y deja de contabilizar, añade la entidad presidida por Carmen Flores, que cuestiona las cifras aportadas por las regiones y por el propio Ministerio de Sanidad.

En noviembre, el Hospital Ramón y Cajal de Madrid reconoció a Antonio que el retraso de una consulta de neumología se debía “al incremento de pacientes”, por lo que consideraba inviable adelantar la cita. Enfermo de bronquitis crónica, un facultativo había estipulado su próxima revisión “en el primer hueco libre a partir de doce meses”. Tiene previsto que sea en octubre, cuando ya se hayan cumplido quince. “Antes me revisaban cada medio año y ahora pasará una eternidad desde la última cita”, protesta este informático de 41 años.

“Me dicen que si tengo una incidencia vaya al hospital, pero yo no soy un objeto”, se queja Antonio, un paciente inmunodeprimido y sometido a un tratamiento antibiótico diario. Su enfado aumentó cuando, después de reclamar a la Consejería de Sanidad, hace unos días recibió una respuesta del director general de Humanización y Atención al Paciente en la que lamentaba que “su percepción sobre la cuestión que usted nos ha expuesto en los numerosos escritos que ha enviado sea tan negativa”.

Antonio considera una falta de “tacto” que se refiera a la “agudización de una enfermedad” como una “incidencia” y que insista en la cantidad de reclamaciones efectuadas. Además, cree que la Consejería incurre en una contradicción, puesto que argumenta que la fecha de revisión en Neumología para pacientes con dolencias crónicas —como la que él sufre desde hace cuatro años— es “orientativa y está sujeta a valoración médica”. O sea, que no tendría que ver con el incremento de pacientes, como aseguraba el Ramón y Cajal.

Ante esta situación, presentó una queja ante el Defensor del Pueblo. También pidió explicaciones sobre las causas “discrepantes” a la Consejería, que según él lo remitió de nuevo al hospital. “Las reclamaciones siempre acaban en el tejado del centro médico, con lo que la respuesta que obtengas va a ser la misma”, concluye Antonio, quien denuncia el alargamiento de los plazos. “Al final, los ciudadanos nos tenemos que conformar con lo que nos quieran decir. Y a mí me han dicho, con buenas palabras, que me aguante”.

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