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manuscritos medievales Reproducen el color azul más buscado de los manuscritos medievales

Científicos portugueses reconstruyen como detectives el tinte folium con recetas antiguas y encuentran que es un compuesto químico nuevo.

Manuscrito medieval ilustrado con diversos colores./ BIBLIOTECA NACIONAL DE FRANCIA
Manuscrito medieval ilustrado con diversos colores./ BIBLIOTECA NACIONAL DE FRANCIA

MALEN RUIZ DE ELVIRA

El folium, un color azul de acuarela utilizado profusamente en los manuscritos medievales ilustrados, ha sido reproducido por primera vez en la época moderna, por científicos portugueses que hallaron la pequeña planta de donde procede en cunetas, bordes de cultivos y tierras en barbecho de su país. Es un azul tirando a morado que cayó en desuso y desapareció en el siglo XIX, y cuya estructura fue buscada sin éxito desde el siglo pasado. Ha resultado ser un compuesto químico desconocido hasta ahora.

La estructura molecular ahora dilucidada con todo tipo de técnicas modernas resulta clave para identificar el folium en obras de arte y para estudiar propiedades, como la estabilidad, de este complejo tinte, señalan los químicos y botánicos portugueses en la revista Science Advances. Esto servirá de base para evaluar las condiciones de conservación de los manuscritos de hasta hace 1.000 años y para planificar las mejores estrategias para la preservación de esta rica herencia cultural europea, añaden.

Maria Joao Melo, de la Universidade Nova de Lisboa y directora del estudio, reconoce que se lo han pasado muy bien como detectives, buscando la planta y obteniendo extractos según las instrucciones encontradas en tres tratados medievales sobre como ilustrar manuscritos –uno de ellos portugués escrito en caracteres hebreos– y en un artículo científico francés del siglo XIX. La principal dificultad, sin embargo, ha sido establecer la estructura química del folium, la cual ha dejado claro que es único en su clase, ya que su principal componente colorante es un compuesto químico nuevo y no tiene que ver con otros tintes azules como el índigo o añil de los vaqueros o las antocianinas halladas en muchos de las flores y frutos azulados.

La Chrozophora tinctoria tiene una larguísima historia como planta medicinal, se conoce al menos desde el siglo I de nuestra era, pero también se cita como fuente de tinte azul y morado desde el siglo XII y probablemente se utilizó antes. Es una pequeña planta en la que nadie se fijaría y cuyos diminutos frutos cuasiesféricos son de color verde y tienen tres lóbulos. Se había perdido el conocimiento sobre cómo extraer correctamente de la corteza de sus frutos el color azul desde que en la localidad actual de Gallargues-le Monteux en Francia se dejó de producir en el siglo XIX, explican los científicos.

Frutos de los que se extrae el pigmento azul folium./ UNIVERSIDADE NOVA
Frutos de los que se extrae el pigmento azul folium./ UNIVERSIDADE NOVA

Melo y sus colegas cuentan que en una publicación de 1842 el químico francés M.N. Joly escribe que viaja a Gallargues para hablar con los expertos de allí y explicar el proceso. Joly reproduce comentarios sobre los misterios de este tinte, cuyos productores y sus métodos eran desconocidos para los que lo utilizaban, en su mayor parte holandeses que lo hacían para teñir de rojo la corteza de los antiguos quesos de bola. También dice Joly correctamente, sobre su presencia en los frutos: "Bajo la influencia de la vida, existe en estos órganos en estado incoloro; tras la muerte de la planta y bajo la influencia del oxígeno atmosférico y de una rápida desecación, puede convertirse en azul".

En los tratados medievales se explica que hay que recoger los frutos entre junio y septiembre y procesarlos sin semillas, y así lo han hecho ahora los científicos, durante tres veranos, de plantas halladas en Portugal. Luego han extraído el compuesto que produce el color azul y aislado y purificado el pigmento hidrosoluble, que en la antigüedad se almacenaba en trapos secos. Lo han analizado con una combinación de cromatografía, espectrometría de masas y resonancia magnética nuclear para establecer finalmente su estructura, parte de la cual comparte con otro tinte azul, extraído de plantas del género Mercurialis. El folium era el único pigmento utilizado en manuscritos medievales iluminados cuya estructura no se conocía.

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