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La necesidad de rejuvenecerse y adaptarse a los nuevos tiempos marcan el futuro del movimiento vecinal de Barcelona

Nacida en 1972, la FAVB celebra el próximo 7 de julio el acto central de su 50 aniversario. Repasamos la trayectoria y la evolución de una entidad que tuvo un papel primordial en el tardofranquismo y durante la Transición y que nunca ha perdido la mirada crítica hacia el poder político.

11/1990 - Manifestació del veïnat del Turó de la Peira a la plaça de Sant Jaume per reivindicar solucions per al problema de l’aluminosi, arran l’esfondrament d’una finca l’11 de novembre de 1990 on va morir una veïna.
Manifestació del veïnat del Turó de la Peira a la plaça de Sant Jaume per reivindicar solucions per al problema de l’aluminosi, arran l’esfondrament d’una finca l’11 de novembre de 1990 on va morir una veïna. Kim Manresa - FAVB

Eran principios de los años 70, y Andrés Naya hacía poco que había llegado a Barcelona desde Huesca. Una mañana, mientras paseaba por las calles de su nuevo barrio, el de la Prosperitat -en el distrito de Nou Barris-, escuchó música proveniente de una plaza. Curioso, se acercó a ver qué pasaba: se había organizado un concurso infantil de dibujos, que reivindicaba de forma indirecta -durante la dictadura franquista estaba prohibido el asociacionismo- una zona verde para el barrio.

A partir de ese momento, Andrés inició una vida de lucha dentro de la Asociación de Vecinos de la Prosperitat y, por extensión, de los movimientos vecinales de la ciudad. Una lucha que poco tiempo más tarde se integró en la de la FAVB, la Federació d'Associacions Veïnals de Barcelona, ​​una entidad cívica nacida en 1972, y que este 2022 celebra medio siglo al frente de las reivindicaciones de los barrios de la capital catalana.

"La ciudad sería otra sin el movimiento vecinal y nuestras conquistas", asegura Ana Menéndez, presidenta de la FAVB. "Hemos hecho que Barcelona sea más habitable, más inclusiva, y que los barrios tengan muchos de los equipamientos de los que hoy disfrutamos", precisa. Para conmemorar todas estas conquistas vecinales, la FAVB organiza este año una serie de actividades "que no solo tengan una mirada nostálgica hacia el pasado, sino que miren al futuro, a la ciudad que queremos", anuncia la presidenta.

Para ello, se han llevado a cabo unos debates intergeneracionales, se lanzará un número especial de la revista trimestral Carrer -que la FAVB publica desde 1991-, y se establecerán una serie de itinerarios por los barrios que recordarán todas las victorias que se han obtenido gracias a las luchas vecinales. El acto central del 50 aniversario de la FAVB tendrá lugar el 7 de julio en el Saló de Cent, donde la federación se reunirá con el Ayuntamiento para leer un manifiesto, en una cita que quiere ser "poco institucional y muy vecinal, a pesar del lugar", precisa Menéndez.

Nacimiento y los "felices" años 70

Según explica Menéndez, las asociaciones de vecinos llevaban años existiendo en la ciudad antes de su institucionalización. "Algunas con carácter más festivo y cultural", como serían las asociaciones de comerciantes y empresarios, conocidas con el nombre de bombillaires porque promovían la iluminación de las calles en Navidad; y otros con "reivindicaciones políticas y democráticas articuladas desde la clandestinidad", contextualiza. Ahora bien, a pesar de estar todavía en plena dictadura, en 1972 el Gobierno Civil reconoció a la FAVB como federación de asociaciones de bombillaires, ya que éstas tenían un carácter eminentemente "burgués", observa Marc Andreu, periodista e historiador y autor del libro Barris, veïns y democràcia (L'Avenç, 2015).

Tan solo dos años más tarde, en 1974, la FAVB se fusionó con la semiclandestina Coordinadora de Sant Antoni, conformada por "asociaciones de barrio, de extracción obrera o popular y claramente antifranquistas", ilustra Menéndez. Este sector es quien acabó dando "un golpe de estado" en la FAVB y forzó un giro a la izquierda "más politizado y que quería instaurar una democracia", detalla la presidenta.

Desde entonces, la FAVB se convirtió en un "aliado contra la dictadura y un referente a nivel de Catalunya y del Estado Español", destaca Andreu. Así, se utilizaba su estructura legal para "vehicular todas las demandas vecinales y sociales, que llevaban incorporadas reivindicaciones democráticas", añade el historiador.

La FAVB marcó la agenda política de tal modo que llegó a forzar la destitución de ciertos alcaldes franquistas

La FAVB vivió su época de máximo esplendor durante su primera década de vida. De hecho, marcó la agenda política de tal modo que llegó a forzar la destitución de ciertos alcaldes franquistas de Barcelona, ​​como José María de Porcioles, Enric Masó o Joaquim Viola, subraya Andreu, que pone de manifiesto que éste es un "hecho único" en todo el Estado. Además, entre 1975 y 1976, la FAVB ejerció de paraguas de la Assemblea de Catalunya -entonces ilegal- con las famosas manifestaciones del 8 de febrero de 1976 que pedían "Libertad, amnistía, y Estatuto de autonomía".

Por su parte, Andrés Naya recuerda que "nos vimos obligados a radicalizar nuestras luchas: secuestramos autobuses, no dejábamos entrar coches durante 24 días en un barrio…", todo porque "había que ser muy creativos para no tener que hacer asambleas, ya que, por otra parte, nos las hubieran ilegalizado", puntualiza el activista vecinal. 

De la radicalización a la institucionalización

Pero en 1979, con la celebración de las primeras elecciones municipales democráticas desde la II República y la legalización de los partidos y organizaciones, el rol de la FAVB cambió, y muchos de sus activistas pasaron a formar parte de las administraciones públicas o de los partidos políticos. "Había asociaciones de vecinos que se mantuvieron abiertas con solo una o dos personas", relata Naya, quien asegura que estaban "muy debilitados". Sin embargo, Andreu subraya que en Barcelona, ​​al contrario de otros puntos de Catalunya, "el movimiento vecinal no fue cooptado al 100% por los partidos".

En este sentido, tanto Naya como Menéndez coinciden en una de las características esenciales de la FAVB que, aseguran, es el motivo de su supervivencia a lo largo de los años: su perseverancia. "En momentos como estos, en los que hacemos 50 años, te das cuenta de que muchas luchas son permanentes en el tiempo. Por ejemplo, el 16 de junio hay convocada una manifestación en contra del ruido en los barrios, y ésta es una lucha persistente que encaramos desde los inicios de la federación", declara la presidenta de la FAVB.

Más adelante, en los 90, con la llegada de los Juegos Olímpicos a Barcelona, ​​la FAVB fue de las pocas voces disidentes que se levantaron en contra de un discurso hegemónico "que había ahogado cualquier crítica", expone Andreu. "No nos parecía bien que todos estos millones, en lugar de ir a los barrios, fueran a las sedes olímpicas", se queja Naya, quien al mismo tiempo se lamenta de que sus reivindicaciones "fueron marginadas".

Transformación y retos de futuro

"La FAVB no es ajena a los tiempos que se viven", enfatiza Naya. Para él, las asociaciones de vecinos se han ido transformando a la par que lo ha hecho la ciudad. Actualmente, la FAVB agrupa a 105 asociaciones, y no para "de absorber a nuevas entidades en cada asamblea", asegura Menéndez. Sin embargo, para Naya "es fundamental que la FAVB ya no sea el ombligo de los barrios", sino que "trabaje conjuntamente con las nuevas asociaciones que están surgiendo desde una relación de igualdad".

Estas "nuevas asociaciones" tienen más que ver con sindicatos de vivienda o asambleas de barrio

Estas "nuevas asociaciones", donde la presencia de jóvenes es mucho más notoria que en las clásicas asociaciones de vecinos, tienen más que ver con sindicatos de vivienda o asambleas de barrio, que "viven a través de problemáticas o demandas concretas", pero que "no tienen una mirada integral", explica Andreu, quien considera que son "más activistas pero menos militantes". De hecho, Menéndez avisa de que exigen a todos los que quieren adherirse a la FAVB de que "tengan voluntad de permanencia en el tiempo".

Mantener el relevo generacional es imprescindible, y una de las claves para conseguirlo, según Andreu, es alejarse de partidismos. "Las asociaciones vecinales más clásicas eran afines al PSUC, pero supieron tener una visión que fuera más allá del partidismo. Siempre iba por delante el barrio que la estrategia de partido", asegura.

El de los jóvenes es un colectivo gravemente afectado por las dificultades para acceder a una vivienda, y para Menéndez es comprensible "que se sientan atraídos por entidades que luchan de forma específica para defender este derecho". "Tampoco pueden tener un gran arraigo en el barrio en el que viven, por estar sometidos muchas veces a inestabilidad y a una movilidad no querida", añade la presidenta de la FAVB.

"De la misma forma que en su momento fuimos imaginativos en los modos de lucha, ahora debemos ser imaginativos al crear nuevas asociaciones que integren el conjunto de la sociedad y se adapten a los nuevos tiempos", reflexiona Naya. "No puede que una reunión de junta dure 2 horas, la gente joven se agota", dice.

Con todo esto, los tres entrevistados identifican un mismo reto de futuro: saber adaptarse a los nuevos tiempos y rejuvenecerse. Aunque es difícil ligar a los jóvenes con los movimientos vecinales más clásicos, se está empezando a trabajar en red para tratar temas como la contaminación, la remunicipalización del agua o el derecho a la vivienda, explica Menéndez, y, de hecho, "ya se ha logrado formalizar algún movimiento protagonizado por jóvenes como asociación de vecinos, como es el caso de Vallcarca", remarca. Y es que, al final, tal y como resume Andreu, el objetivo de las asociaciones clásicas y los movimientos vecinales nuevos es el mismo: "mejorar la ciudad y mejorar los barrios".

La Barcelona de los barrios

La presidenta de la FAVB cree que, pese a que "últimamente la lucha vecinal ha quedado algo olvidada y se considera que es un movimiento del pasado", esto no es así". De hecho, el triunfo de Barcelona en Comú en el consistorio de la capital catalana "no se explica sin el impulso de los movimientos vecinales", manifiesta Andreu. Una de las claves del éxito de la FAVB, además de su perseverancia a lo largo de los años, ha sido su postura de "denuncia" y crítica con los gobiernos de la ciudad", indica el periodista. De hecho, es precisamente esa "independencia que caracteriza a la FAVB la que le da importancia política, y no la traducción partidista de determinadas acciones", considera.

Sin embargo, la FAVB denuncia una falta de compromiso por parte de las instituciones: "No es suficiente escuchar, hay que llegar a que la participación de los grupos organizados tenga mucho más reconocimiento y que las conclusiones sean vinculantes", exige Menéndez. En esta línea, Naya dice que "al poder nunca le han gustado las asociaciones de vecinos, ni en dictadura ni en democracia", puesto que "organizarse y tener fuerza está mal visto". Por eso hace saber que siempre les piden lo mismo a los partidos políticos que no quieren escucharnos: "Nosotros no queremos gobernar, queremos participar".

Para Naya, lo mejor del activismo municipal es poder hacer cosas conjuntamente y conocer el barrio a través de sus vecinos, que han acabado siendo sus amigos. "A los movimientos vecinales se acerca poca gente, pero los que lo hacen se enganchan porque encuentran los valores que muchos reivindicamos y que están desapareciendo, como la solidaridad, el trabajo conjunto, y dejar de lado el individualismo", opina Menéndez. Porque, desde aquella mañana en la que Andrés se acercó a una plaza de la Prosperitat para saber de dónde salía aquella música, ya han pasado más de 50 años, una dictadura y una pandemia de por medio; pero el motivo que le llevó a militar por el barrio en ese momento sigue siendo el mismo que motiva a la gente a continuarse organizando en asociaciones vecinales hoy en día: poder decidir cómo quieren que sea la ciudad que habitan.

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