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Actualizado:Conocí a Ana Bernal-Triviño por Twitter en 2017 y no es que me mandara un mensaje directo, es que la vi en un vídeo y se me saltaron las lágrimas. En noviembre de aquel año expuso en el Congreso de los diputados un informe sobre el tratamiento de los medios de comunicación de la violencia de género. La claridad y la rotundidad del alegato de esta mujer, menuda y sencilla en sus formas, nos tocó y nos emocionó a muchas y muchos y no solo a los presentes en aquel salón de actos. Su intervención se hizo viral en las redes sociales. Dos años después, sigue siendo emocionante.
Aquí mi alegato en @Congreso_Es
— Ana Bernal-Triviño (@anaisbernal) November 5, 2017
Un mensaje a los medios que informan de violencia de género.
Basta de manipulaciones.#TribunalDeMujeres pic.twitter.com/Z9lgT37g9E
Aquel discurso de una profesora universitaria desconocida nos señalaba a todos y cada uno de los periodistas como cómplices o, al menos, corresponsables de la criminalización y revictimización de las víctimas de violencia de género. Hoy, esta mujer, que ha sido premiada por el Instituto de Derechos Humanos de Catalunya como “una de las voces más destacadas en el panorama mediático actual en la lucha feminista y de la denuncia de las graves desigualdades de género”, publica una guía completa para desmontar bulos machistas, un manual con todo lo que una feminista documentada querría tener en la cabeza. Pero, antes de hablar de su libro, hablemos de ella.
¿Cómo llegaste al feminismo? Le pregunto y no me sale hablarle de usted, como hago siempre, desde hace casi un cuarto de siglo. Al fin y al cabo, con todos los matices posibles, siento que vivimos en la misma trinchera.
Me hice feminista, sin quererlo ni saberlo, por mi tita Mari (que falleció) y a través de mi madre. Las menciono en casi todos mis discursos. Ellas no son Simone de Beauvoir ni Kate Millett, pero me enseñaron lo que es ser mujer en la sociedad española y de dónde venimos. Ellas sufrieron la dictadura y las moldeó a través de la sección femenina.
Y ahora hablemos del libro: es una guía contra los bulos machistas, un trabajo de documentación ingente y brutal, en el que está prácticamente todo lo que ha pasado en los últimos 15 años, pero también podríamos decir que es un glosario de “zascas”. ¿Verdad?
Sí, son “zascas”. De hecho, le dije a mi editor que podíamos titularlo “Zascas contra el machismo” pero les pareció demasiado fuerte y se optó por “No manipuléis el feminismo”.
¿Y para qué te gustaría que sirviera?
Sobre todo para “los cuñaos” porque yo creo que la verdadera revolución va a llegar modificando el ámbito privado de cada una de nosotras y nuestro entorno. Evidentemente, no es un libro que vaya a cambiar la mentalidad de Santiago Abascal ni la de Ortega Smith pero, quizás, pueda ayudar a los hombres que tienen dudas y que se han dado cuenta de la situación o que quieren formarse como feministas. Pero, sobretodo, lo he escrito para cada una de nosotras, como un arma de defensa. La información es poder y en esas reuniones, con “cuñaos literales” o con representantes de “cuñaos” tipo Bertín Osborne, debemos tener argumentos, datos e historia para responderles.
¿Y por qué ahora?
Para intentar paliar la campaña de desinformación creciente en el último año. El título y la idea parten de un artículo que publiqué en 2017. Entonces ya empezó a brotar de nuevo ese machismo que se siente ofendido por el resurgimiento del movimiento feminista. Pero es que, además ahora, se ha legitimado de forma política.
"Hago este libro porque ese machismo que se quedaba en el círculo privado se ha legitimado políticamente"
Ese machismo existía ya, sobre todo dentro del Partido Popular, pero también es verdad que una cierta transversalidad del movimiento feminista había hecho que muchas mujeres dentro de ese partido tiraran de las orejas a sus compañeros. Sin embargo, la aparición de Vox llevó a Casado y al PP al discurso más machista por miedo a que Vox le quitara ese espacio... En definitiva, el motivo por el que hago este libro es que ese machismo que se quedaba en el círculo privado, en el ámbito de las relaciones, se ha legitimado políticamente hasta el punto de que ha entrado en el Congreso de los Diputados.
El título es 'No Manipuléis el feminismo', ¿quién quiere manipularlo?
Los machistas, que están dentro de cualquier espacio de poder y los que no vemos. Lo personal es político. Es como el capitalismo, lo impregna absolutamente todo. No se trata de un grupo de machistas aislados. Es una estrategia que viene de Estados Unidos, que también se está implantando en Europa.
El lobby conservador está entrando en el Parlamento europeo. Por ejemplo, Hazte Oír en los últimos años se está forrando, sus ingresos están creciendo exponencialmente. Es verdad que el movimiento feminista está muy fuerte pero es que ellos también; no les estamos debilitando, se están rearmando. Y, como el enemigo está más fuerte nosotras tenemos que tener más argumentos y más conocimiento de nuestra propia historia para poder responderles.
¿Para qué lo manipulan?
Son lobbies de poder que van en contra de los derechos humanos, no solo de las mujeres. Es el supremacismo masculino blanco, que pretende volver a la familia tradicional. Mira, tanto los republicanos estadounidenses en la campaña electoral de Trump como Casado utilizaron los mismos argumentos sobre la baja natalidad alertando sobre la falta de hijos para sostener al país. Ese nuevo relato tiene unos intereses que no son individuales, son globales.
El libro desmonta 50 bulos machistas, ¿tantos hay? ¿Y por dónde circulan?
¡Uy! Y más. Hay epígrafes que contienen cuatro o cinco. Por ejemplo, escribí un artículo para Público en el que recopilaba vídeos de Intereconomía con mensajes misóginos. Destilan odio y lo visten de periodismo, de verdad. Y, alguien que no sepa, ve a un señor encorbatado, en un programa de televisión y se traga la mentira. Ése es el peligro. Intereconomía nos parecía residual, pero es que los tertulianos que iban a Intereconomía son los de VOX, que ahora están en el Congreso de los Diputados. Hemos estado minimizando y subestimando al enemigo.
¿Hay demasiada permisividad en los medios de comunicación con los mentirosos, particularmente en las televisiones y con más gravedad en las públicas?
Sí, totalmente y, sobretodo, en las tertulias. Ahí se puede decir lo que quieras que nadie te va a corregir. Con la excusa de respetar la libertad de expresión, vale absolutamente todo. Yo creo que a la figura del moderador le corresponde levantar la voz y cortar si se lanzan mensajes en contra de los derechos humanos, sean de mujeres o de quién sean; porque si no, el código deontológico ¿para qué existe? ¿Para tenerlo en la mesa de la redacción y que quede bonito?
"Un señor me estuvo mandando una imagen de una guillotina varios días"
Entonces, no estamos ejerciendo periodismo. Y luego está el asunto de las redes sociales. La más peligrosa WhatsApp, que ahí nadie les contesta. O, en Facebook que hay grupos organizados […]. A mí en Twitter un señor me estuvo mandando una imagen de una guillotina varios días, lo denuncié y twitter me dijo que eso no se salía de las normas. Los machistas están todo el día mintiendo y no pasa absolutamente nada. Y luego una compañera en Instagram enseña un pecho y le cierran la cuenta. Así están las cosas.
¿Qué futuro tiene el pacto contra la violencia de género?
Dependerá del resultado de las próximas elecciones. Si se alía la derecha ese pacto podría modificarse, aunque ya esté aprobado. Almeida terminó el otro día bajándose los pantalones delante de Ortega Smith sobre el 8 de marzo porque es su socio. No me fío ni de Ciudadanos ni del PP, que son capaces de aliarse con VOX y de empezar a hablar de violencia intrafamiliar en vez de violencia de género.
¿Buenos tiempos para el feminismo?
No, tiempos de amenaza.
¿Esto es la guerra?
SÍ. Sigue siendo la guerra de los machistas contra las mujeres, en general, sean o no feministas. Sean del partido que sean; no nos libramos ninguna.
¿Y tu libro nos da munición?
Eso espero. La necesitamos. Ellos pretenden callarnos y nosotras tenemos argumentos de sobra e historia; el feminismo no es una moda: tiene más de 300 años.
Y para terminar: como feministas, ¿en qué fallamos? ¿Llegamos a ser todo lo feministas que nos gustaría? ¿En qué tenemos que perdonarnos?
¡Uy! Yo sigo cometiendo errores en mis relaciones personales. Tenemos un nivel de exigencia brutal. Queremos ser las feministas perfectas, pero no podemos. Lo tengo hablado con muchas compañeras feministas, como Paula Bonet o Leticia Dolera. Tenemos dificultades en nuestras relaciones, con el amor romántico, con evitar los procesos de dependencia y, sobre todo, con la sexualidad.
Es decir, sobre cómo tener sexo sin engancharse de un tío, si tenemos que comportarnos como ellos o no y tenemos que crear una nueva definición de placer, de sexualidad. Todo eso son debates que seguimos teniendo. Pero es que prácticamente hemos dado el puñetazo en la mesa hace dos días y medio y obviamente nos cuesta. Hemos sido educadas con las pelis de Disney y pensando que la bella cambiaba a la bestia y la bestia nunca cambia, a menos que lo decida él mismo y que tenga acceso a esas terapias de las que hemos estado hablando, etc, etc.
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