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Los países logran un acuerdo histórico para crear un fondo que pague los daños de la crisis climática en países vulnerables

El texto final no ha conseguido hacer un llamamiento expreso a reducir los combustibles fósiles y sólo insta a dejar "gradualmente" el carbón.

Una activista sujeta una pancarta con la imagen de la  imagen de la tierra entrando en ebullición por la crisis climática en la Cumbre del Clima de Sharm el Sheikh (COP27).
Una activista sujeta una pancarta con la imagen de la imagen de la tierra entrando en ebullición por la crisis climática en la Cumbre del Clima de Sharm el Sheikh (COP27). Sedat Suna / EFE

Tras duras y tensas negociaciones los países han conseguido cerrar un acuerdo histórico en el marco de la Cumbre del Clima (COP27) para crear un fondo sobre pérdidas y daños. Esta nueva herramienta irá destinada directamente a los países más vulnerables y expuestos a la crisis climática, aquellos que ya sufren sus efectos en forma de inundaciones, subida del nivel del mar, olas de calor extremo o sequías que asolan las cosechas.

Se trata de un reclamo por el que los países más vulnerables llevan décadas luchando dentro de las cumbres climáticas y al que se negaban las grandes superpotencias. Hasta ahora la mayor parte del dinero movilizado por los países ricos estaba destinado a la adaptación de los países en desarrollo a la nueva coyuntura climática. La subida global de temperaturas, sin embargo, ya está dejando poco margen y las regiones del Sur están viendo cómo sus economías quedan lastradas por fenómenos meteorológicos extremos. En Pakistán, por ejemplo, esté año la crisis climática ha estado detrás de una inundaciones sin precedentes que han generado pérdidas por valor de 30.000 millones. Este fondo no sólo ayudará a pagar esta factura y otras, sino que reconoce que el reto climático ya está aquí.

La discusión sobre este fondo ha sido intensa debido a qué se entendía por regiones vulnerables. El anexo de la ONU diseñado a principios de los años 90 del siglo pasado califica cómo países en desarrollo a algunos países que hoy tienen economías robustas y emergentes, como China o las naciones del Golfo, con una riqueza generada a través de los combustibles fósiles. Esta ha sido una línea roja de Europa que finalmente ha sido escuchada, de tal forma que los beneficiarios del fondo serán sólo los países "particularmente vulnerables" al calentamiento acelerado del planeta.

Por otro lado, en los próximos meses se deberá perfilar qué países aportarán dinero al fondo. El acuerdo de Sharm el Sheikh deja entrever que no sólo podrán contribuir los gobiernos ricos, ya que se cita explícitamente a organismos financieros como el FMI. Habrá que ver también si se obligará a las entidades privadas a aportar dinero a esta causa, tal y como pedía la Unión Europea. La idea es que todo esto quede resuelto lo antes posible para que está nueva herramienta pueda funcionar en 2023.

Sin llamamiento a reducir los combustibles fósiles

Pese al contenido histórico del acuerdo, el texto también presenta algunas sombras relativas a la ambición para reducir las emisiones de CO2 del planeta. Los países no han conseguido acordar un llamamiento para reducir el uso y la quema de combustibles fósiles, algo que a principios de semana parecía probable que ocurriera debido al apoyo mostrado por India.

La decisión final sólo incluye una mención expresa a reducir "gradualmente" el uso de carbón, pero no hay ninguna mención al resto de hidrocarburos; el gas y el petróleo. Esto no supone un atraso como tal, pues es un texto muy similar al acordado en Glasgow, pero sí un estancamiento de los objetivos.

El consenso de las partes consiguió reafirmar el objetivo de París de de mantener el calentamiento del planeta por debajo del 1,5ºC. Europa estuvo a punto de levantarse de las negociaciones y hacer que la COP27 se suspendiera después de que se cuestionase este punto del texto, pero finalmente se ha mantenido. No obstante, simplemente se ha incluido una mención breve que no detalla cómo se conseguirá mantener los termómetros globales estables.

Según la propia ONU, hay una brecha entre los planes de descarbonización de los países y las emisiones de efecto invernadero que generan, lo cual estaría haciendo que la Tierra se precipite hasta los 2,5ºC. Los Gobiernos deberían reducir un 45% sus emisiones de CO2 de aquí a 2030 para conseguir mantener el equilibrio climático y no alcanzar el llamado punto de no retorno, pero el acuerdo final de Sharm el Sheikh no parece avanzar en esa dirección, ya que no se refuerza la obligación de actualizar los NDC (las hojas de ruta nacionales para dejar atrás las energías contaminantes).

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