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Parques Naturales de España Aumenta la presión turística en los parques nacionales, una alternativa sin control al ocio en pandemia

El 40% de los parques nacionales de España experimentó un crecimiento de visitas en 2020 respecto a 2019. Las restricciones al turismo internacional y los cierres perimetrales ha llevado a la sobreexplotación de las zonas protegidas.

Imagen del parking de La Pedriza durante este sáado difundida por el 112 a través de redes sociales.
Parking de La Pedriza durante el fin de semana en el que se declaró el estado de alarma por la pandemia. —EUROPA PRESS/Emergencias 112

El 14 de marzo de 2020, el mismo día en el que el Gobierno anunciaba decreto de estado de alarma, el aparcamiento de La Pedriza en la Sierra de Guadarrama se llenaba de coches. Lo que parecía la última escapada de los madrileños antes de un confinamiento sin precedentes se terminó convirtiendo en el preludio de lo que los espacios naturales y de montaña llevan viviendo desde la desescalada hasta el presente: el 40% de los parques nacionales han experimentado una masificación y un incremento de sus visitas tras la alarma sanitaria, tal y como se recoge en los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y del Organismo Autónomo de Parques Nacionales.

Las restricciones de movilidad y la caída de vuelos internacionales explican en buena medida este aumento del turismo campestre, pero también la necesidad de mover el ocio y las actividades sociales hacia el aire libre, tal y como aconsejaban las autoridades sanitarias. Así, los datos revelan que de los 15 Parques Nacionales, al menos seis multiplicaron sus visitas durante los meses posteriores al confinamiento. Así, el Parque Nacional de Cabañeros es el que más presión a sufrido, con un incremento del 31% de los turistas respecto a 2019. Le siguen la Sierra de Guadarrama, que recibió en el verano pandémico un 28% más de visitantes; Monfragüe, con un 11% más de personas disfrutando de sus parajes; Picos de Europa; cuyo crecimiento fue del 8%; Ordesa del Monte, con un auge de visitas del 7%; y Sierra Nevada, que sufrió una presión turística un 6% mayor que el año anterior.

Los parques que más visitantes perdieron se encuentran en el archipiélago canario y balear. Así, el entorno de Timanfaya (-66%), Garajonay (-63% en el caso del Parque de Laguna Grande y -24% en el caso del Parque de Juego de Bolas) y Caldera Taburiente (-43%) se vieron afectados por la caída del turismo hacia las Islas Canarias. En el caso de las Islas Baleares, el Parque de Cabrera experimentó una caída del 44% de sus visitas y del 7,2% en las relacionadas con la actividad del buceo. También las denominadas Islas Atlánticas del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia se vieron afectadas por las restricciones con una caída del 15% de sus turistas. Por otra parte, destaca el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici (Catalunya), cuyas visitas bajaron un 5%, y Las Tablas de Daimiel y Doñana, con un caída de las visitas del 15% y el 40% respectivamente, siendo los únicos de zona interior que no experimentaron un aumento de la presión turística.

La presión que han experimentado determinados enclaves naturales durante la pandemia del coronavirus es fruto de las limitaciones a la movilidad entre comunidades autónomas y al turismo internacional, pero también responde a una lógica de políticas públicas que ha favorecido que durante los momentos festivos y de vacaciones los ciudadanos viajen hacia estos lugares, que en algunos momentos han alcanzado picos de congestión importante. El ejemplo más gráfico es el de la Sierra de Guadarrama, cuyas carreteras tuvieron que ser cortadas hace meses debido al colapso que experimentaron algunos pueblos de la zona.

"La masificación de los espacios protegidos ya venía de antes, pero con la pandemia se ha agudizado sobre todo en espacios protegidos y cercanos a los entornos más urbanos que quedaron afectados por los cierres perimetrales", explica Nines Nieto, portavoz de Ecologistas en Acción, que denuncia que las Administraciones han utilizado estas zonas naturales "como reclamo turístico" sin tener en cuenta el impacto ambiental que puede generar el trasiego de vehículos. "El concepto de conservación es muy relativo para los Gobiernos, que consideran que es algo que no tiene ningún valor si no se traduce en ingresos económicos. Se están mercantilizando los espacios protegidos con el fomento de un turismo que mueve a la gente hacia estos entornos para que después vayan a los pueblos colindantes y generen ingresos, en lugar de actuar directamente sobre esos municipios y mejorar realmente su situación", explica la activista.

Ernest Cañada, coordinador del centro de investigación y comunicación sobre la turistización global AlbaSud, considera que se ha tendido a "culpabilizar al ciudadano" de la congestión de los parques naturales "como si fuera un problema individual" en lugar de una encrucijada que se debe a los malos planteamientos de las políticas públicas. "El turismo de proximidad tiene elementos de potencialidad porque disminuye la presión ambiental y energética, pero al mismo tiempo abre un nuevo espacio en disputa. Es precisamente ahí donde faltan políticas turísticas diferentes, porque lo que se ha visto es una planificación pensada en apoyar al sector empresarial sin vigilar los impactos", explica el experto.

Las escenas de atascos, aparcamientos de montaña desbordados, vehículos estacionados en arcenes o las escenas de picnic improvisadas tienen un impacto claro en estos entornos. Se incrementan las emisiones vinculadas a la quema de combustibles fósiles, contaminación acústica que puede afectar a la vida animal, erosión del terreno, además de los clásicos problemas de basuras y residuos humanos, entre los que este último año han aparecido las mascarillas higiénicas contra la covid. "A mediados de junio, añadimos el riesgo de incendio por hogueras colillas, chispas de motos y de coches", agrega Nieto.

Ciudades sin naturaleza y falta de transporte público

La presión que durante estos últimos meses han experimentado los parajes naturales de España tiene una relación directa con la forma en la que se han levantado las ciudades, desnaturalizadas y privadas de entornos donde los ciudadanos puedan descansar mental y físicamente. Cañada pone el foco en la habitual ausencia de espacios naturales en el interior de las áreas metropolitanas, reducidas a asfalto. "Es importante mejorar este aspecto, disminuiría la presión que viven los parques naturales en momentos muy puntuales", expone el experto de AlbaSud, que considera que este tipo de medidas podrían ayudar a que la población tenga un acceso más fácil y sencillo a la naturaleza y no tengan que desplazarse hacia estos puntos.

"Necesitamos de esos cinturones verdes que bordean las ciudades y que el ladrillo se ha ido comiendo poco a poco", opina la activista de Ecologistas en Acción, que considera que la presencia de zonas de esparcimiento para el descanso o el deporte podrían favorecer que la presión turística sobre los parques naturales disminuya. "Si tuviéramos estos espacios sería muy probable que la población se quedará a disfrutar de ellos".

La congestión que viven buena parte de los montes de España se debe primordialmente al uso del coche como forma de transporte. Sin embargo, el ciudadano que quiere disfrutar de estos lugares a menudo se encuentra con la ausencia de infraestructuras que le permitan desplazarse de la ciudad al campo de una forma más sostenible y con menor impacto. La creación de líneas de transporte público y las restricciones a los coches a partir de determinados tramos podrían ayudar a despejar las áreas naturales y protegidas. A ello, se suma, según comenta Cañadas, la necesidad de invertir en personal y servicios forestales para garantizar una mayor vigilancia y control.

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