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¿Saludo o acoso?: los besos en el entorno laboral, en el punto de mira tras la pandemia

Tras año y medio de pandemia, en que las medidas de alejamiento social han cambiado la forma en la que nos relacionamos y nos saludamos, vuelve a la carga un movimiento para suprimir definitivamente el saludo con besos en el ámbito laboral. 

Donald Trump y Angela Merkel
El presiente de EEUU da un beso a la Canciller Alemana, Angela Merkel en la cumbre del G7 en 2009 (archivo). Andrew Parson / Reuters

No es un debate nuevo, pero ha vuelto con cierta fuerza tras la pandemia y la vuelta a los entornos laborales de manera presencial. Las medidas de alejamiento social obligadas por el coronavirus han hecho desaparecer de la escena, al menos temporalmente, los besos de saludo o presentación en el entorno del trabajo. Chocar los codos, hacer un gesto con la cabeza al más puro estilo japonés, e incluso el gesto popularizado por algunos políticos de ponerse la mano a la altura del corazón y amagar con una reverencia abortada a medio camino, ha sido la tónica habitual desde hace ya más de año y medio.

Sin embargo, algunas mujeres en redes sociales han vuelto a la carga con una reivindicación: acabar con los dos besos de saludo en el trabajo. Alguna tuitera ha añadido: "Que no perdamos lo poco bueno que nos ha dejado la pandemia".

En diversos grupos de WhatsApp el tema no ha pasado inadvertido y el debate está abierto. Mientras unas aplauden mantener las medidas de alejamiento en este aspecto, proponiendo una igualdad de trato con los hombres y reclamando sólo un apretón de manos que evite los besos innecesarios con personas a las que tal vez desconocemos o que no nos resultan cercanas, otros se manifiestan dudosos con la medida y reivindican una costumbre cultural que de alguna medida nos define como país. No en todos las culturas existen estos besos ni este contacto físico, pero en España ha sido el saludo más habitual entre hombres y mujeres (y entre mujeres), incluso en el entorno profesional.

"Besar en el terreno personal me parece fantástico, pero en el laboral no"

"Besar en el terreno personal me parece fantástico, pero en el laboral no. Muchas veces, y sobre todo cuando eres joven, los hombres se pasan. Creo que todas hemos podido vivir situaciones bochornosas cuando en el inicio de una reunión te presentan a algún otro participante", afirmaba esta semana una mujer en un grupo de WhatsApp.

El tema puede parecer anecdótico, pero tiene implicaciones más profundas y genera un debate social que va más allá de las redes o las conversaciones de bar. Hace unas semanas el Instituto de las Mujeres, dependiente del Ministerio de Igualdad, hacía pública una guía para que las empresas pudieren elaborar protocolos para prevenir y actuar contra el acoso en el ámbito laboral. En ella se incluyen los besos como posible acoso sexual, pero también como acoso por razón de sexo, es decir, todos aquellos comportamientos realizado en función del sexo de una persona, con el propósito o el efecto de atentar contra su dignidad y crear un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo. 

Objetivar qué es un acoso y que no, no es sencillo. Está muy ligado a la percepción que una persona o supuesta víctima tiene de lo que es un comportamiento aceptable o consentido para ella. Tal como afirma Martina Prieto, vicesecretaria general de la Federación de Servicios, Movilidad y Consumo y secretaria de Igualdad de UGT, "el acoso son conductas de índole sexual que no sean aceptadas o que sean rechazadas por la persona que lo sufre. Por llegar a una empresa y que te den dos besos no te están acosando sexualmente si tu aceptas ese tipo de saludo. Es un matiz importante, porque entra dentro de la subjetividad de las personas".

Por eso es clave que los protocolos de prevención y actuación contra el acoso en el trabajo no sólo recojan todas las formas de posibles acosos dentro de la empresa, sino que también sean negociados con los representantes de los trabajadores, que tienen un papel clave en la definición de qué comportamientos son aceptados por la plantilla y cuáles no. Además, este protocolo, una vez elaborado y acordado, debe ser ampliamente divulgado dentro de la empresa para que todos los trabajadores conozcan sus límites. Por último, el documento tiene obligatoriamente que contener un mecanismo de investigación y resolución de conflictos interno, más allá de que la posible víctima tenga también acceso a los tribunales si lo considera necesario.

El matiz de género

Muchas mujeres resaltan el matiz de género que existe en nuestra sociedad ante este comportamiento cultural. "Un beso es algo muy personal, que no tienen nada que ver con una relación laboral y que además forma parte del papel que se nos asigna a las mujeres en la sociedad, de ser simpáticas, buenas, cariñosas y agradables y ya de paso bonitas, si puede ser. Cambiar esto, que aparentemente es un tontería para todo el mundo, es un paso más en la igualdad", explica a Público Ángela Ballester, exdiputada de Podemos en el Congreso.

"No entienden que estas cuestiones aparentemente privadas son, al fin, muy políticas y que tienen que ver con los roles de género"

Ballester participó esta semana en un programa de la Cope en Valencia donde se debatió este asunto. "Lo que más me sorprendió fue la actitud de los hombres sobre este tema. El periodista y director de la emisora lo consideró inmiscuirse en un asunto de la vida privada de las personas. Le parecía una barbaridad que un ministerio quisiera regular hasta ese punto las costumbres o la vida privada. No entienden que estas cuestiones aparentemente privadas son, al fin, muy políticas y que tienen que ver con los roles y el papel que cada uno juega en la sociedad", abundó Ballester. 

Durante el programa, afirma esta exdiputada, una reportera preguntó a diversas mujeres en un mercado su opinión sobre los besos. "Todas las mujer coincidían que es un rollo eso de tener que besar a quien no conoces. Por parte de los hombres hay resistencias, pero las mujeres de un mercado de un pueblo valenciano lo han entendido perfectamente", añade Ballesteros.

Para la filósofa Luisa Posada, es difícil asimilar el saludo con besos con el acoso, "pero he oído a muchas mujeres que agradecen que con la pandemia se vaya dejando esta práctica que tiene un marcado carácter de género y que, por eso, no estaría mal que nos fuéramos desacostumbrando a ella. En el hecho de que en un grupo los hombres se saluden dándose la mano y a las mujeres con dos besos, también hay algo simbólico, aunque sea inconsciente, en relación con la apropiación del cuerpo y la sexualidad femenina".

En este simbolismo coincide también la socióloga y experta en violencia de género, Carmen Ruiz Repullo. "Negarnos a expresar determinadas formas de afectividad no ha gozado, ni goza, de buena fama para las mujeres. Ser amables, agradables y cariñosas no sólo es un estereotipo femenino, sino una imposición social. Entre hombres, el saludo se establece a partir de un muro no sólo físico, sino simbólico: dar la mano o una palmada en la espalda es más que suficiente. Para las mujeres, en cambio, este muro se desvanece dando lugar a permisos sociales por parte de otros hombres y mujeres: los besos. En definitiva, hablamos de cómo el consentimiento afectivo se ha ido incorporando en la socialización de las mujeres. Desearlo o no desearlo no parecía una opción posible.

"Lo que diferencia cuando besar es una forma de acoso sexual o un elemento más para determinar que hay acoso sexual es el contexto de la situación"

Para Antonia Morillas, directora del Instituto de las Mujeres, "el ejercicio de besar per se no es una forma de acoso sexual. Lo que diferencia cuándo besar es una forma de acoso sexual o un elemento más para determinar que hay acoso sexual, es el contexto de la situación, el histórico de la relación del acosador con la víctima y por supuesto el objetivo que persigue el acosador besando a su víctima. Cuando se está acosando sexualmente a una mujer o cuando se quiere ejercer sutilmente algún tipo de violencia sexual, es evidente que besar es un elemento más para acosar o ejercer el control sobre una mujer o una víctima. Un acosador sexual va a utilizar múltiples fórmulas para acosar y una de ellas será aprovecharse de cualquier situación para seguir ejerciendo violencia y acoso. Besar va a ser una más, si la situación se lo permite, aunque sea aprovechando un saludo".

Lo fundamental, añade Morillas en declaraciones a este diario, "es avanzar en la erradicación de la cultura del acoso, identificar las situaciones en que este se produce, aunque sea de una forma sutil, para poder atajarlas".

"El protocolo editado por el Instituto de las Mujeres habla de besos no deseados"

"El protocolo editado por el Instituto de las Mujeres habla de besos no deseados. Es un documento que busca facilitar a las empresas esa identificación para adoptar las medidas que permitan prevenir y combatir el acoso sexual. No es tanto eliminar el beso como forma de saludo, como crear esas relaciones igualitarias, que no puedan dar lugar a conductas constitutivas de acoso". En todo caso, afirma Morillas, "hay muchas mujeres que optan por suprimir los besos en el saludo y prefieren marcar la pauta dando la mano, u hombres que también prefieren esa forma de saludar a las mujeres para no establecer diferencias con el saludo entre hombres. Estas opciones son también una manera de transformar las costumbres que contribuyan a suprimir los contextos discriminatorios".

No está bien besar a la directiva pero si a la subordinada

Pero el beso como saludo, además de un sesgo de género puede tener un sesgo de clase y de posición dentro de la empresa. Algunas mujeres afirman que en algunos ámbitos laborales puede no estar bien besar a la directiva, pero sí que un jefe lo haga hacia una subordinada. 

"Estaríamos en una línea difícil de demostrar, precisamente por la aceptación en la cultura social de estas conductas", afirma Marina Prieto de UGT. Y añade que cuando la guía propuesta por Igualdad incluye los besos, "entiendo que no se refiere tanto a los saludos, como a los que te quieren robar o que insistan en querer saludarte todos los días con besos. No es lo mismo que vayas a visitar a un empresario y de forma puntual te saludes con dos besos, a que de forma obligatoria todos los días tengas que saludar a un compañero a tu jefe inmediatos con dos besos. Si me viera obligada a saludar todos los días a mis compañeros con dos besos, podríamos estar en un supuesto de acoso. Porque estaríamos hablando de un contacto físico no deseado. Hay que analizar cada situación". 

Para Morillas, "la clase y el género establecen mandatos, códigos y relaciones de poder en cualquier ámbito y más aun si cabe, en el laboral. Por eso es tan importante construir modelos económicos y de organización empresarial democráticos, que estimulen las relaciones igualitarias", concluye.

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