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Sidera y Arnau: "El centroizquierda utiliza el espantajo del fascismo para captar votos"

La nueva ultraderecha se extiende como una mancha de aceite, marca la agenda política y en algunos países asalta las instituciones de gobierno. Con 'Guía práctica contra la extrema derecha' (Pagès Editors), las periodistas Alba Sidera y Jordina Arnau entrevistan a ocho expertos para los que la mejor receta para detener este movimiento es combinar la denuncia, la organización en la calle y políticas que nos prevengan del discurso de odio que propaga en todo el mundo.

Les autores del llibre, Alba Sidera i Jordina Arnau, durant la presentació realitzada a Girona fa uns dies.
Las autoras del libro, Alba Sidera y Jordina Arnau, durante su presentación en Girona. CEDIDA

De Jair Bolsonaro a Vladimir Putin, de Matteo Salvini a Marine Le Pen, de Viktor Orban a Santiago Abascal. La nueva ultraderecha ha entrado por la puerta grande de la política oficial. No sólo en Occidente. Según apunta la escritora Olga Rodríguez, también a raíz del fracaso de las Primaveras árabes, ha arraigado en Oriente Medio y comienza a penetrar en India y otros países de Asia Central con proclamas que atentan abiertamente contra los derechos humanos y los principios democráticos.

Saber interpretar este fenómeno y conseguir frenarlo es el objetivo Guía práctica contra la extrema derecha. Entender y combatir los nuevos fascismos de todo el mundo, elaborado por Alba Sidera y Jordina Arnau. Un libro en el que las dos periodistas catalanas interrogan a ocho personas que, desde su ámbito y experiencia, descifran las claves de un movimiento articulado con el único propósito de defender una sociedad al servicio de las élites y basada en el supremacismo del hombre blanco, el heteropatriarcado y los valores de la familia católica tradicional. "Queremos derribar tabúes y explicar que se trata de una corriente de pensamiento que, adaptándose a cada contexto, aspira a imponer gobiernos autoritarios", afirma Sidera.

Colonialismo intelectual

En una primera aproximación, las autoras preguntan a los entrevistados sobre la génesis de este nuevo fascismo que busca a un enemigo al que culpabilizar de las desigualdades que generan las políticas neoliberales. Lo indica en uno de los párrafos la filósofa brasileña Marcia Tiburi. "Ella afirma que el fascismo es el odio a los pobres, y son las clases dominantes quienes lo financian para ocupar y retener el poder", señala Jordi Arnau.

La portada del llibre.
La portada del llibre.

En opinión de las autoras, el fascismo encuentra en los estragos que causa el neoliberalismo el terreno abonado para atizar el miedo ante determinados colectivos, que en cada país pueden ser diferentes. "Así como Le Pen tiene posiciones laicas e instrumentaliza la religión con fines xenófobos, el fascismo en Italia enarbola la bandera del catolicismo contra las comunidades gitana y musulmana, a quien acusa de representar un peligro para la cultura, la identidad y el bienestar social", explica Sidera.

En Estados Unidos, el trumpismo ha utilizado a la comunidad negra como chivo expiatorio, mientras que en España es Vox quien lo ha hecho contra el Procés catalán, cuando se personaron en el juicio del Tribunal Supremo, y ahora contra los menores no acompañados o lo que califica de "ideología de género". Según Alba Sidera, "así es como el fascismo practica una especie de colonización intelectual, consistente en crear mentiras virales sobre un determinado colectivo, para luego postularlas como el antídoto que le hará frente".

Para lograr estos propósitos, el fascismo ha sabido diseminar por las redes sociales un mensaje incendiario que interpela a las vísceras y las emociones. Una estrategia que tiene en Steve Bannon, exasesor del presidente estadounidense Donald Trump, uno de los principales artífices. "En tiempos de publicidad global, Bannon ha empaquetado al fascismo como una mercancía que, a base de insuflar falsedades cargadas de odio y violencia, no dan margen a la razón y contribuyen a mover el sentir mayoritario hacia posiciones más conservadoras e intolerantes", añade Jordina Arnau.

Arnau "En tiempos de publicidad global, Bannon ha empaquetado al fascismo como una mercancía"

También en esta línea se expresa Alba Sidera, para quien en Italia esto se ha visto con las soflamas que la ultraderecha lanza contra los transexuales o los homosexuales, a los que vincula con la pederastia. "De esta forma, ha logrado abrir la ventana de Overton; es decir: que el nivel de tolerancia sea cada vez mayor entre la población y que sectores progresistas adopten medidas que antes rechazaban y que suponen un retroceso en materia de derechos fundamentales".

Prueba de esta dinámica, Alba Sidera cita la Teoría del Gran Reemplazo, que inspirada en las leyes racistas aplicadas por Mussolini, la ultraderecha quiere introducir en la sociedad. "No habla directamente de razas inferiores, pero tras la demonización de las culturas distintas de la católica, instala una mirada racista que va impregnando a nuestra sociedad", advierte la coautora del libro.

Antídotos contra la intolerancia

Además de ofrecer una anatomía sobre el nuevo fascismo, Guía práctica contra la extrema derecha pretende convertirse, como su nombre indica, en una caja de herramientas para que los lectores y lectoras conozcan las maneras de combatir este movimiento. Además de las ya citadas Olga Rodríguez o Marcia Tiburi, las autoras indagan en las recetas que plantean el fotoperiodista Jordi Borràs, la crítica cultural Ruth Ben-Ghiat, el politólogo Cas Mudde, el activista antirracista Moha Gerehou, el historiador Mark Bray o el colectivo Proyecto Una, especializado en seguir la pista de la extrema derecha en las redes sociales.

Todas estas voces consideran que, si bien no existen fórmulas mágicas, el primer paso para derrotar al fascismo es conocerlo. Y esto significa saber qué herramientas utiliza para imponer su agenda, quién lo financia, cómo se estructura y las debilidades o puntos débiles que presenta.

A partir de ahí, coinciden en que es necesario no permanecer indiferentes a su existencia ni, menos aún, creer que se trata de una opción política con la que se puede debatir, dado que su propósito es actuar dentro del sistema democrático para destruirlo. En torno a este hecho, Sidera recuerda al político socialista Giacomo Matteotti, asesinado por orden de Mussolini en 1924, cuando advertía que el fascismo no es una opinión, sino un crimen, por lo que "no puede ser legitimado en nombre de una supuesta libertad de expresión. Hay que excluirlo".

Otros caminos para combatir la ultraderecha son, en opinión de los entrevistados, rebatir las formaciones con argumentos, ya que "entrando al detalle, podemos desmontar sus falacias", indica Jordina Arnau, o silenciarlos para que no tenga altavoces donde propagar su ideario. "No podemos dejar que esparza sus mentiras", añade Alba Sidera, "pero también sería un error responder sistemáticamente a lo que dice, porque eso le hace protagonista, que es lo que persigue. Es necesario encontrar un término medio".

"Al final, el liberalismo utiliza el espantajo del fascismo para captar votos sin darse cuenta de que está comprando su marco mental"

Sin embargo, Arnau y Sidera consideran que el mejor antídoto contra la ultraderecha es exigir una buena política de memoria histórica, ya que "si no se explica el origen y el comportamiento del fascismo, muchos partidos teóricamente progresistas lo acaban aceptando", afirma Jordina Arnau. No sólo eso: según las autoras del libro, a la derecha clásica le acaba sirviendo para mostrarse moderada, a la izquierda para señalar a un enemigo y a muchos medios para captar audiencia aprovechando los elementos atractivos que propaga. "Al final, el liberalismo utiliza el espantajo del fascismo para captar votos sin darse cuenta de que está comprando su marco mental", afirman las autoras del libro.

A modo de conclusión, Jordina Arnau y Alba Sidera consideran que lo más efectivo para contrarrestar la ultraderecha es articular acciones que, en lugar de fomentar el odio, la violencia y el individualismo, ponen en el centro la solidaridad, la convivencia y el apoyo mutuo. "Con espacios de contrapoder como el movimiento feminista o las asambleas por el derecho a la vivienda, las personas desvanecen los prejuicios que las enfrentaban y actúan en defensa de una vida digna". Por ambas, estas estructuras, sumado a los cordones sanitarios que se pueden crear en las instituciones o el despliegue de políticas sociales y económicas valientes —como insiste el periodista Miquel Ramos en el epílogo del libro— pueden servir para crear una sociedad más justa donde la doctrina del odio no tenga cabida ni posibilidades de prosperar.

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