No hemos tenido que esperar unos años para que la decadencia haya llegado a las instalaciones de Río 2016. Seis meses han bastado para ver convertido el legado de los Juegos Olímpicos de Brasil en instalaciones sin ningún uso, estadios vandalizados y costosas construcciones deterioradas y llenas de suciedad.
Sólo medio año después, el estado de abandono en las instalaciones de Río 2016 es lamentable. La piscina en la que Michael Phelps hizo historia (5 oros y 1 plata) y Mireia Belmonte logró un oro y un bronce, es hoy un recinto inhóspito y mugriento, con agua estancada, estructuras oxidadas y elementos desvencijados y rotos. La villa olímpica presenta un aspecto de total abandono. Y el mítico estado de fútbol de Maracaná, el más grande del mundo, sufre robos de material y tiene el césped seco y totalmente descuidado.
La agencia de noticias Reuters ha hecho un recorrido fotográfico por unas instalaciones que se construyeron a toda prisa entre protestas y manifestaciones.
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