Cumbre climaLas reflexiones que todos deberíamos hacernos ante la llegada de Greta Thunberg a España

Publicado el 04 de diciembre del 2019

Este martes llegó a Lisboa tras una travesía de 21 días cruzando el Atlántico en catamarán para mandar un claro mensaje. Es Greta Thunberg, una niña de 16 años que se ha convertido en símbolo de la lucha contra la crisis climática y que ha hecho ese largo viaje para estar en la Cumbre del Clima que estos días acoge Madrid.

Su llegada está rodeada de expectación, por el periplo marítimo y por su condición de icono mundial del ecologismo. Ese estatus, cimentado a base de rotundas frases y de momentos mediáticos, como su mirada taladradora a Donald Trump en la sede de la ONU, le ha valido también ser el centro de las críticas, aunque también se ha granjeado una legión de seguidores que ven en sus discursos una verdad que tarde o temprano tendremos que asumir.

Su edad, el hecho de tener el síndrome de asperger y el incómodo mensaje que trae le han puesto en el centro de todos los focos, también en nuestro país, donde negacionistas, periodistas y personajes de cualquier pelaje han opinado sobre ella, en ocasiones sin ponderar el hecho de que hablan de una niña.

El debate también se ha trasladado a las redes sociales, donde su llegada ha traído reflexiones y, por supuesto, bromas:

Una expectación que ha llegado a momentos curiosos, como cuando las autoridades extremeñas le ofrecieron un vehículo eléctrico para llegar a Madrid y una plataforma contraria a la creación de una mina de litio en la región le pidió que rechazara. O incluso el ofrecimiento/broma de una asociación de vecinos de Talavera de proporcionarle un burro para su viaje.

El debate en las redes ha dejado preguntas y reflexiones de todo tipo. Como por ejemplo, ¿no estaremos mirando el dedo cuando nos señalan la luna?

¿Debería estar Greta en el colegio? Y otra: ¿Nos hacemos esa pregunta porque sí o porque no nos gusta su mensaje? ¿Nos lo preguntaríamos si su discurso no fuese crítico?

¿Nos hay críticas demasiado exacerbadas contra ella y muchas por donde no deberían?

¿No será que quizá tiene razón pero que nos cuesta cambiar nuestra forma de vida?