Uno, por lo general, no elige lo que hereda. Se trata de una lotería que puede venir cargada de deudas o, en el mejor de los casos, de algún que otro inmueble.
La herencia del protagonista de este Tremending no es, ni de lejos, la más cuantiosa. Tampoco es deficitaria. Pero es entrañable como pocas. Simboliza el amor de un abuelo por su nieto pero también la devoción hacia unos colores, los colores del Real Valladolid.
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Un regalo que se extiende el tiempo y que, en cierto modo, evidencia el poder de una pasión compartida. La capacidad de perdurar a través de un sentimiento.
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Este joven es afortunado. Su herencia es humilde, pero es, al mismo tiempo, un tesoro que siempre le acompañará.