El 'varapalo' de Almeida mientras trataba de descubrir una placa homenaje a Lucio

Publicado el 07 de febrero del 2023

Ser alcalde de Madrid entraña ciertos desafíos. Es un cargo que somete al que lo ostenta a múltiples retos de carácter intelectual e incluso psicomotriz. Unas exigencias que, en ocasiones, exceden las capacidades del insigne José Luis Martínez-Almeida.​

La secuencia que sigue evidencia la impericia de nuestro munícipe. Lo que en un principio se antoja como una operación asequible, se convierte, de la mano de nuestro alcalde, en un ejercicio de ineptitud que linda con lo grotesco.

Y es que un acto aparentemente inocuo como puede ser la inauguración de una placa en homenaje al tabernero Lucio Blázquez (Casa Lucio, Madrid) adopta tintes imprevisibles cuando es Almeida el maestro de ceremonias.

Por lo que fuere, el sencillo gesto de descubrir la lona que escondía el rótulo se le complicó a nuestro protagonista desencadenando una comedieta en tres actos que el equipo de Tremending pasa a detallar.

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Primer acto: Rotura de la vara que, en teoría, debía servir para desvelar el tributo de marras. Contra todo pronóstico, el munícipe opta por un movimiento en vertical (lejos del horizontal reglamentario) provocando la fractura del aplique y el desmoronamiento subsecuente de la varilla de metal.

Segundo acto: El munícipe, al ver lo fallido de su empresa, pide ayuda a una espontánea que, desde un balcón próximo, trata de solventar el desaguisado con un gesto quizá demasiado diligente que, en efecto, logra arrebatar la cortinilla pero se lleva por delante el raíl que la sustenta, precipitándose junto al bueno de Lucio, que con sus casi 90 años no está para sustos.

Tercer acto: El munícipe se gira entonces a los presentes y, con su desparpajo habitual, le quita hierro al asunto, no en vano a él se la dan mejor otras placas; las que llevan los nombres de los fusilados durante el franquismo, por ejemplo, o las de Largo Caballero e Indalecio Prieto. Cuestión de prioridades.