El movimiento fandom: así ha evolucionado a lo largo de los años
Los ídolos han sido adorados por legiones de seguidores. Las colas para los conciertos continúan, pero las comunidades destacan en las redes sociales.
Helena Celma
Cuando Justin Bieber saltó a la fama en 2010, el mundo se volvió loco y se polarizó por completo entre un público femenino que lo amaba y uno masculino que lo odiaba, en términos generales. De hecho, era tan grande el movimento “anti-Bieber” que en su vídeoclip Baby tuvieron que eliminar el contador del botón “No me gusta” en Youtube porque había tantísimos en el marcador que no les quedó otra opción.
En cualquier caso, sus fans, las ‘beliebers’, luchaban por contrarrestar el contador y aumentar el número de “Me gustas” del vídeo. Su apoyo era máximo.
No obstante, esta fiebre por un artista no arrancó con el canadiense, sino con Franz Liszt en el siglo XIX. El pianista austro-húngaro sembró la auténtica locura entre el público femenino, y cuenta la leyenda que las mujeres le lanzaban joyas al escenario cada vez que actuaba. Sus admiradoras llegaban incluso a sufrir “reacciones histéricas” cuando actuaba, por lo que la prensa del momento catalogó esta euforia colectiva con el nombre ‘lisztomanía’.
Ya en el siglo XX hubo dos ejemplos más que ilustraron el delirio colectivo por artistas de gran renombre. El primero de ellos fue Frank Sinatra, uno de los cantantes más respetados y reputados en todo el mundo. El intérprete de My way o Fly me to the moon, entre otros éxitos, generó una admiración profunda entre el público femenino. De hecho, un artículo de ‘The Guardian’ hablaba sobre el cantante y su fama en 1945: “El Sr. Frank Sinatra, un joven y afable cantante de canciones populares, está inspirando una extraordinaria devoción personal por parte de muchos miles de jóvenes, y en particular de niñas entre las edades de, digamos, doce y dieciocho años”.
Este artículo también hacía referencia al movimiento ‘bobby-soxers’. “Debido a que usa una pajarita de lunares, cientos de miles de jóvenes de ambos sexos usan una corbata similar. Las adolescentes que constituyen la mayor parte de su audiencia también usan medias medias blancas cortas y, por lo tanto, se las llama ‘chicas bobby-sox’ o, más simplemente, ‘bobby-soxers’”. Por lo tanto, el fanatismo por el cantante influyó en la moda de sus fanáticas y volvió a demostrar la lealtad y adoración que le profesaban.
Unos años después, apareció un grupo musical que rompió cualquier línea traspasada hasta el momento a nivel de fanatismo: hablamos de Los Beatles. Ríos de tinta se han escrito sobre este grupo, en clave musical por todos los éxitos cosechados con sus canciones, y también en clave social, ya que promovió el movimiento de la ‘beatlemania’.
Si la adoración por Franz Listz y por Frank Sinatra fue fuerte, por Los Beatles pasó a ser algo desconocido, hasta el punto que tuvieron que dejar de hacer conciertos en directo porque no se escuchaban a ellos mismos con la cantidad de gritos que había a su alrededor. “Nunca sentí que el público viniera a escuchar nuestra actuación. Sentí que solo venían a vernos”, confesó Ringo Starr, el batería de la banda. Y como la mayoría de fans eran mujeres, muchos hombres se ponían celosos por su éxito e intentaron incluso disparar el avión en el que iban los cuatro miembros, según se explica en el libro Los Beatles. Día a día.
En general, una locura generalizada que prácticamente ningún artista ha conseguido alcanzar con el paso del tiempo, con alguna excepción clara como Justin Bieber.
El fenómeno fan, mal visto
Vamos a ponernos en el caso de Justin Bieber, uno de los ejemplos con el que seguramente todxs los lectorxs pueden situarse mejor. La admiración que ha despertado con su carrera ha sido proporcional a las críticas que ha recibido tanto él como sus fans. Cuando había un concierto y las beliebers hacían días de cola, no había medio de comunicación que no fuera a retransmitir las imágenes con cierto tono jocoso. Y las redes sociales eran dinamita pura, ya que todos los haters ponían su sarcasmo al servicio de la causa.
“Los fandoms provocan tantos haters porque hay muchas personas que no entienden lo que significa ser fan y vivirlo con tanta intensidad, y por desgracia estamos en un país en el que lo que no se entiende se critica hasta el infinito”, nos explica Belena Gaynor, creadora digital, experta en redes sociales y fan por naturaleza, sobre todo del mundo de Operación Triunfo.
Joli Jenson, en su obra literaria The adoring audience. Fan culture and popular media decía que “el fandom es visto como un comportamiento excesivo, desmesurado o que se pasa de la raya”. La concepción negativa del fenómeno fan se ha labrado también gracias al cine. Las películas Fundido a negro (1980), El rey de la comedia (1983) y Misery (1990) son ejemplos en las que los fans quedan retratados como personas inmaduras social y emocionalmente. También hay que remarcar que aquellas personas que dan la imagen de cultxs y de intelectuales ven mal este nivel de fanatismo, porque lo consideran extremadamente vulgar.
Pero el hecho de ser fan no es indigno ni de “histéricxs”. Ser fan es algo bonito, porque puede llegar a servir como pantalla de seguridad en la vida. ¿Cuántas niñas se escudaron en vivir ‘por’ Justin Bieber con tal de aislarse de problemas que podían haber en casa? Ser fan de alguien puede hacerte sentir plena y tener una motivación por la que levantarte cada día. Eso no tiene nada de malo.
Diferente es si un fan se obsesiona hasta límites sospechosos, como el caso de John Lennon, en el que un fan acabó disparándole cinco veces. Pasados los años, Mark Chapman confesó que lo asesinó por “gloria personal”. Pero estos capítulos son ínfimos en relación a la cantidad de fans que hay alrededor del mundo.
El poder del fandom
El movimiento fandom es un fenómeno intrínsecamente interesante. Las personas admiradas pasan a ser vistas como ídolos, o incluso héroes en algunos casos. “El héroe sobresale entre el resto de los mortales por unas cualidades singulares y así es reconocido por el resto de la sociedad”, según redacta el doctor en Sociología, Jordi Busquet Duran.
Esta visión provoca que tengan influencia en la vida diaria de sus fans. Por poner un ejemplo práctico, el nombre de “Leo” fue el segundo nombre más común en Cataluña en 2020, según el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), y eso fue ni más ni menos que por Leo Messi, el astro argentino que lideró el ataque azulgrana durante una década y que fue un absoluto icono del club y de la ciudad de Barcelona.
Este dato se traduce en que el movimiento fandom no se limita tan solo a los cantantes, sino que se amplía a cualquier tipo de artista o persona que tenga una cierta fama, como es el caso de los futbolistas.
Pero el fenómeno fandom ha ido evolucionando y se ha ido fusionando con las redes sociales. “Yo en 2006 formaba parte de un club de fans y tenía que esperarme al día en el que iba a la biblioteca para entrar en el foro y hablar con esos desconocidos de los cuáles sólo sabía el nombre y leía cuatro mensajes. Ahora todos tenemos al alcance de unos clics el poder conectar con personas, conocer la vida personal/profesional de nuestros artistas, estar informados constantemente de todo lo que pase a su alrededor…”, nos explica Belena.
Este espacio personal en el que dejamos ver aquello que nos gusta y que nos apasiona se ha convertido en una plataforma en la que expresar a viva voz nuestro amor por algún ídolo, y también ha permitido conectar con otras personas que sienten el mismo amor que nosotrxs. “Es la forma de compartir algo que probablemente no le guste a nadie de tu alrededor y puedas hacerlo con personas nuevas con las que probablemente tengas muchas más cosas en común”, afirmaba la experta en redes sociales.
Pero no solo ha permitido que lxs fans forjen importantes amistades mediante las redes sociales, también ha permitido competir por ser el “fan número uno”. Pero este título no se obtenía tan solo de saber hasta el hospital en el que nació el ídolo en cuestión, sino también con el ‘merchandising’ que se compra o el espacio que le dedica en las paredes de su habitación, entre otros.
En conclusión, los fandoms han existido desde hace muchas décadas, pero han ido evolucionando y el impacto que han tenido las redes sociales como espacio en el que coexistir con otras personas que se sienten igual han permitido que los fans encuentren un lugar en el que ser y estar.