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La virginidad y el himen forman un mito social
El himen es un tejido situado cerca de la abertura vaginal y, a pesar de los mitos que lo rodean, no se tiene que perforar tras el coito. (Fuente: Master1305 / Freepik).
La virginidad y el himen forman un mito social
El himen es un tejido situado cerca de la abertura vaginal y, a pesar de los mitos que lo rodean, no se tiene que perforar tras el coito. (Fuente: Master1305 / Freepik).

El mito del himen y la virginidad

“En tu primera relación sexual sangrarás porque se rompe el himen”. Esta afirmación posiblemente la hemos escuchado buena parte de las mujeres, ya que es un mito muy extendido en la cultura popular. No obstante, la realidad es muy distinta, ya que esta membrana ya viene perforada de serie.

Helena Celma

Perder la virginidad es el Everest de la adolescencia. Las películas y los libros lo han retratado en numerosas ocasiones como un acto doloroso, motivado sobre todo por el acto de romper el himen en el momento de la penetración. No obstante, este discurso no tiene fundamento, ya que se ha demostrado que el famoso himen no es una membrana que se rompe.

El himen es un tejido situado cerca de la abertura vaginal y que está presente en el cuerpo de las mujeres desde el mismo momento de nacer. No es una membrana que se tenga que perforar tras el coito, como aún reside en muchas mentes y/o culturas.

El himen puede irse rasgando o retirando con la edad o incluso con la realización de ciertas actividades, como por ejemplo utilizar tampones. Pero lo que es importante remarcar es que el estado del himen no es una prueba irrefutable de que una mujer haya mantenido relaciones sexuales o no. 

Además, el concepto de la virginidad como tal se ha ido desmitificando con el paso de los años.  ¿Qué importa si el himen está roto o no por una relación previa? Ya las nuevas generaciones pasan o deberían pasar de eso. Hace mucho tiempo, mantener la virginidad hasta el matrimonio era un hecho prácticamente innegociable, pero hoy en día es poco común. 

Spoiler: ya no es necesario esperar al matrimonio para tener sexo. (Fuente: Giphy)

Esta creencia de que la virginidad estaba unida a la presencia de un himen intacto permaneció a lo largo de la historia hasta que en el siglo XVI, el anatomista flamenco Andreas Vesalius afirmó que iban bastante errados. En una disección de los cadáveres de dos mujeres vírgenes -una monja y una jorobada, cuya intuición le indicó que ninguna de las dos había tenido suerte en el amor-, descubrió la membrana que rodeaba la entrada vaginal, y no era una tela uniforme, si no unos trozos irregulares. No obstante, al cabo de los años se contradijo a sí mismo y dijo que el himen “intacto” podría ser una prueba de virginidad. De esta forma, se dejó constancia por primera vez de la posible relación entre el himen y la virginidad. 

Lo más curioso de todo es que el himen y la virginidad están lejos de ir de la mano. Un estudio realizado en 2019 afirmaba que el 52% de las mujeres “que admitieron haber tenido relaciones sexuales anteriores no tenían cambios identificables en el tejido del himen”. Esto se traduce en que el himen puede acomodarse a la forma del pene y que no tenga ningún cambio estructural por ello.

El hecho de sangrar en la primera penetración está más relacionado con el mero hecho de que quizá tu vagina no se ha ensanchado nunca tanto hasta el momento, que puede haber faltado lubricación, o incluso por los propios nervios de la “primera vez”. Los nervios se traducen en tensión, y si tu zona íntima está tensa y rígida, despídete de una relación placentera porque lo único que sentirás será dolor.

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Pero volviendo al tema central, es un problema importante que el himen se mantenga imperforado. Tan solo hay que pensar, por ejemplo, en la menstruación. Si hubiera una capa que separa el interior del exterior, la sangre no podría salir y se bloquearía dentro. En ese caso, sería necesaria la intervención quirúrgica con bisturí para abrirlo. 

Por norma general, esta membrana puede tener formas muy variadas. Puede parecer una rosquilla, tener tan solo un orificio en la parte superior o bien en el medio de la vagina, pueden parecer paneles y que tengan varias perforaciones… No hay una forma común, y de la misma manera que cada mujer tiene una vagina diferente, lo mismo pasa con el himen. 

La prueba del pañuelo

La prueba del pañuelo es una de las ceremonias más importantes en la etnia gitana. Previamente a la boda entre un hombre y una mujer, ésta debe demostrar que llega virgen al matrimonio. Para ello, una experta conocida como juntaora o sicobari introduce un pañuelo blanco en la vagina para romper el himen. Si la tela sale manchada de sangre -las llamadas ‘tres rosas’-, eso significa que la mujer no ha mantenido relaciones sexuales hasta el momento y que es “pura”, por lo que ha salvado la honorabilidad de las familias biológica y política.

No obstante, no todas las gitanas cumplen esta tradición. De hecho, las hermanas Salazar, más conocidas como Azúcar Moreno, declararon en una entrevista con el recientemente fallecido Jesús Quintero que respetaban la ceremonia, pero que no la cumplieron. “Hay muchos hombres guapos por ahí como para hacer esa bobada”, decía Toñi en tono de broma.

Las hermanas Salazar, que forman el dúo Azúcar Moreno.
Azúcar Moreno, unas referentes desde siempre. (Fuente: Europa Press)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pidieron públicamente el fin de este tipo de pruebas como justificante de la virginidad de las mujeres, ya que lo consideran una violación de los derechos humanos. 

“En un llamamiento mundial para eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas se propone acabar con esta práctica innecesaria desde el punto de vista médico, y muchas veces dolorosa, humillante y traumática”, explica el comunicado. 

Por lo tanto, hay que comenzar a cambiar el relato social del himen y dejar de atribuir su “rotura” a la pérdida de virginidad, ya que es un mito sin fundamento y que las nuevas generaciones lo desmitifican cada vez más. Hay que añadir, además, que este concepto no encaja con las nuevas sexualidades. Por ejemplo, en una relación entre dos mujeres no hay ningún pene y eso no significa que el encuentro sexual no haya sido pleno y satisfactorio. Por lo tanto, este concepto ya queda en el pasado.