Aplicaciones como Tinder o Grinder han abierto un mundo de posibilidades en el que es mucho más fácil ligar e iniciar relaciones con otras personas. Las aplicaciones de citas no solo nos permiten escoger entre miles de usuario/as de todo tipo, gustos y condiciones, sino que también ayudan a establecer un primer contacto sin la necesidad de verse en persona. Todo parece indicar que gracias a estas herramientas, los jóvenes de hoy tienen más posibilidades de tener más relaciones sexuales o de encontrar una pareja estable que sus padres. Pero algunos estudios dicen todo lo contrario.
Algunos utilizan Tinder para mantener relaciones sexuales esporádicas, otros quieren encontrar el amor de su vida, y finalmente hay personas que simplemente quieren iniciar una relación de amistad y compartir un café o una birra. A este último grupo pertenece Lucía (25), que al empezar la universidad se instaló Tinder para conocer a gente. Al principio habló con muchísimos chicos, pero casi todos tenían otras “intenciones”: “iban a lo que iban”. Sin embargo, eso no le impidió seguir hablando con algunos de ellos años después de hacer match. De hecho, a día de hoy, todavía mantienen el contacto y hablan de vez en cuando. Tras años en la app y no conseguir los resultados que esperaba, Lucía decidió dar una última oportunidad a Tinder. “Y surgió el amor”, dice, ya que fue cuando estaba a punto de borrar la aplicación conoció a su actual pareja. Llevan tres años juntos.
Un informe elaborado por los psicólogos Jean Twenge, Ryne Sherman y Brooke Wells, de la Universidad de San Diego, publicado en la revista académica de sexología Archives of Sexual Behavior, concluye que la llamada generación X, es decir, los que nacieron en las décadas de 1960 y 1970, tuvieron más sexo durante su juventud que los millennials y centannials de hoy (los nacidos entre 1980 y 1993, y entre el 1996 y 2012). Un dato: Uno de cada cuatro jóvenes adultos, es decir el 23%, no ha tenido relaciones sexuales en el último año. Analizamos esta tendencia con Victoria García, psicóloga y coordinadora del Grupo de Trabajo de Psicología coaching del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya.
Ligar en la era digital
No cabe duda que la tecnología, y todas las herramientas que han surgido a partir de esta han cambiado la forma en la que nos relacionamos con las personas, conocidas o no. La era digital ha generado nuevas herramientas para encontrar el amor. Internet rompe barreras geográficas, de género, sociales e ideológicas, lo que aumenta exponencialmente las probabilidades de encontrar nuestra alma gemela. Como Laura, que conoció a su actual pareja, María, a través de Tinder. Laura comenta que la mayoría de likes que recibía eran de hombres, pero no se cerraba a iniciar una conversación con mujeres. De hecho, la joven de 25 años afirma que la app la ha ayudado a abrirse, como también ha influido positivamente en el colectivo LGTBI+.
La mayoría de las relaciones de los millennials y centennials, ya sean amorosas o de amistad, se han iniciado a través de las redes sociales, un espacio en el que interactúan millones de personas. Este flujo constante de gente multiplica las posibilidades de tener relaciones sexuales, aunque existen estudios que confirman que a pesar de estas facilidades, los jóvenes de hoy tienen menos sexo que generaciones anteriores.
Según García, uno de los factores que explicaría esta tendencia es que “los jóvenes de hoy en día maduran más lentamente que las generaciones anteriores; acceden al mercado laboral más tarde; y la gran mayoría reciben educación sexual, inexistente hace tan solo unos años. “Paralelamente, son más conscientes del riesgo de las enfermedades de transmisión sexual y tienen más acceso a la pornografía, por lo que no hay la necesidad de satisfacerse mediante una relación sexual”, afirma la especialista.
Marina no buscaba sexo cuando se instaló Tinder hace dos años. “Quería encontrar el amor de mi vida”, comenta. Y lo logró. Tras varias citas, empezó una relación con el primer chico con el que hizo match. Actualmente, ella tiene 21 años y él 31. La experiencia de Marina en Tinder fue muy breve, pero le bastó para darse cuenta de que la mayoría no buscaba sexo, sino iniciar una relación de amistad, “y lo que surja”.
Una forma de ligar que fomenta la superficialidad y la frustración
Las aplicaciones de citas son una buena herramienta para romper el hielo, especialmente para los más tímidos. Gracias a Tinder, las personas con menos habilidades sociales pueden expresarse más libremente y mostrarse tal como son, sin la necesidad de encontrarse cara a cara con el que está al otro lado de la pantalla. “Nos resulta más fácil dejar a un lado la vergüenza que acostumbramos a sentir en una cita convencional o en una conversación en una discoteca”, comenta Victoria. Sin embargo, esto también tiene su lado oscuro.
Uno de los errores más típicos a la hora de ligar a través de apps como Tinder es mentir, querer dar una imagen de ti que no corresponde con la realidad. “Eso no suele llevar a ninguna parte, ya que la persona al otro lado de la pantalla crea unas expectativas que no son del todo reales. Por lo tanto, aquella persona que parece tan divertida en las conversaciones online, en realidad resulta ser un muermo”, sentencia Victoria.
Las aplicaciones de citas ofrecen la posibilidad de conocer mucha gente, pero también conllevan más decepciones, ya que los usuarios tienden a dar una imagen que no corresponde a la realidad por el simple hecho de gustar más. En este sentido, García apunta que aplicaciones como Tinder han contribuido a que cada vez seamos más selectivos precisamente para no “llevarnos un chasco”.
¿Y quién es más selectivo en las aplicaciones de citas, el hombre o la mujer? Según un estudio británico, ellos tienen menos posibilidades de ligar que ellas. Y es que los hombres suelen dar like 6’2 veces más respecto a las mujeres. La pregunta ahora es, ¿por qué? “Las mujeres saben que existe una mayor predisposición por parte de los hombres, y eso hace que ellas no tengan tanta prisa en escoger, al contrario, se toman más tiempo para seleccionar el perfil que más les puede interesar», explica García. Se conoce como “brecha de atracción”.
“Un mercado digital de cuerpos”
Internet, y en concreto Tinder es un entorno virtual donde discriminamos a las personas que no nos gustan con las que sí, y para ello normalmente nos basamos en una foto o una descripción superficial. “En este tipo de herramientas, la imagen tiene un peso importante, por eso decimos que es como un mercado de carne”, comenta Victoria, que al mismo tiempo resalta la inseguridad de los usuarios en el entorno digital.
Tinder funciona como una especie de mercado digital de cuerpos, y que en las relaciones que se originan hay poca responsabilidad afectiva, es decir, sin vínculos sentimentales ni emocionales con la otra persona. “Las personas, hombres y mujeres, son tratadas como un objeto, como un producto del supermercado”, dice Victoria.
“La responsabilidad afectiva brilla por su ausencia en una sociedad narcisista y que quiere evitar sufrimientos innecesarios a la hora de relacionarse con otras personas”, comenta la experta. Por eso, cada vez es más frecuente que, los que apuestan por ella, la especifiquen en su descripción en Tinder.