Del atascaburras al matamaríos: estos son los nombres de platos típicos más originales

Es evidente que “comemos con los ojos”, no solo por el propio aspecto del plato, por la presentación, sino por la denominación del mismo. Por eso ahora los menús más gourmet tiene nombres imposibles tipo “ragout de pavo sobre sábana de cilantro crepitante y emulsión de acerola acompañada de semillas de lulo quitoense”. Y cuando llega el plato maldices por no haber pedido un zarangollo o un atascaburras. 

Porque la comida tradicional también tiene nombres originales, aunque un poco más sintéticos y menos relamidos que la haute cuisine contemporánea. A continuación, nos ponemos un modo “casa de comidas”, dejamos las gastrotecas para otro momento, y buscamos los nombres más originales de platos típicos españoles. 

Atascaburras 

Platos típicos españoles
Atascaburras – Fuente: Depositphotos

Estómagos delicados, pasad al siguiente el plato, porque el atascaburras no es para todos como su propio nombre indica. Ahora bien, si tienes hambre, vente para acá, acercarte al mortero y prueba. Cuenta la leyenda que dos pastores que quedaron aislados durante una nevada no tenían nada más a mano para añadir a su cocido que unas espinas de bacalao y unas patatas. Como la cosa no terminaba de funcionar, echaron aceite de oliva y lo machacaron todo con intensidad. Et voilà, un atascaburras. 

Cuando la nevada pasó, volvieron al pueblo ufanos por haber inventado un plato único que no tardó en imponerse en las jornadas más frías de La Mancha. Y es que, como sabemos, cuando el hambre aprieta, el ingenio se agudiza. 

Zarangollo 

Platos típicos españoles
Zarangollo – Fuente: Wikipedia

De las sobras manchegas a la huerta murciana. Y de un plato principal contundente a un aperitivo. Pese a que su origen no está del todo claro —hay quien lo relaciona con la singular cocina sefardí, del que procede la famosa adafina, el posible origen judío de nuestro cocido— lo cierto es que el zarangollo es un plato que hunde sus raíces en la exuberancia de los productos de la huerta murciana

Tomando como base el huevo, se genera un revuelto al que se añade calabacín, cebolla y, a veces, patata para darle más consistencia y para que el aperitivo se transforme en plato principal. Dependiendo de la zona de la Región de Murcia también puede añadirse calabaza, tomate o, incluso, guindilla. Por cierto, no confundir con el zorongollo, la ensalada extremeña típica de La Vera que, por supuesto, toma el pimiento como base. 

Duelos y quebrantos 

Platos típicos españoles
Duelos y quebrantos – Fuente: Wikipedia

Si hay un nombre literario en la gastronomía española tradicional, es este. Porque pronunciándolo nos entran ganas de embozarnos e ir a Salamanca a declamar versos esproncedianos. Aunque, a decir verdad, este plato ya apareció en El Quijote, no solo una obra maestra de la literatura mundial, sino también un tratado de gastronomía, y de todo lo tratable.  

Cuenta la leyenda que su nombre se debe al sufrimiento que padecía el labrador mientras lo preparaba ya que sus ingredientes principales estaban obtenidos de un animal muerto de forma repentina. Actualmente suele combinar huevo revuelto, chorizo y tocino y es típico de Madrid y Castilla-La Mancha. 

Patatas a la importancia 

Platos típicos españoles
Patatas a la importancia – Fuente: Wikipedia

Ya lo dijo Emilia Pardo Bazán, supuesta madrina de este plato, “hay platos de nuestra cocina nacional que no son menos curiosos ni menos históricos que una medalla, un arma o un sepulcro”. Y es que si la poesía, ya sabéis, es un arma cargada de futuro, unas patatas a la importancia deben ser un arma cargada de presente, que tenemos hambre ahora y queremos comer, ahora, no mañana. 

¿Y por qué estas patatas están vestidas de “importancia”? Pues eso, porque están vestidas con un rebozado que envuelven la supuesta vulgaridad de una patata —algún día habrá que reivindicar como se merece este bendito (y barato) alimento— con un sabroso uniforme de harina y huevo batido. Porque importante es, no cabe duda, la energía que te puede aportar este plato de origen palentino.  

Olla podrida 

Platos típicos españoles
Olla Podrida – Fuente: Wikipedia

La “princesa de los cocidos” de nombre un tanto equívoco. Pero una vez que ponemos nuestra lengua en el plato, como sucede con la emulsión de acerola sobre sábanas de cilantro, se nos olvida el nombre… y hasta los apellidos. Es hora de comer y los ojos y las palabras dejan de tener relevancia. ¿No eres de los que calla como una tumba cuando el plato está rico? Pues eso, a callar y a comer olla podrida.  

¿Y por qué podrida? Porque las alubias rojas pronto se deshacen cuando se cuece muy despacio, como la fruta cuando se madura demasiado, tal y como decía Sebastián de Covarrubias en su referencia al plato: una oda a la comunión entre carnes, hortalizas y legumbres.  

Matamaríos 

Platos típicos españoles
Matamaríos – Fuente: Mi Cocina Carmen Rosa

Se pela la cebolla, las patatas, los ajos y las zanahorias, troceándolo todo; se pocha en una cazuela con aceite y se rehoga unos minutos, se añade un poco de sal, se cubre con agua y se espera que se cueza la patata para incorporar a última hora el pescado. Se sirve y se decora con perejil.  

Si luego ya queremos echarle un condimento extra para cumplir con el nombre, es cosa de cada uno, aunque no lo recomendamos porque puedes tener problemas legales. Bromas aparte, este nombre deriva de su supuesta falta de consistencia, algo que lo emparenta con el último y querido plato de esta lista.  

Ropa vieja  

Platos típicos españoles
Ropa vieja canaria – Fuente: Wikipedia

Se trata de un plato extendido por buena parte de Latinoamérica, admitiendo diversas variaciones. Por ejemplo, en Colombia se prepara tomando como base la carne desmechada acompañada de arroz, frijoles y tajadas de plátano maduro y en Venezuela acompañado del pabellón criollo, el plato nacional de su gastronomía: arroz, frijoles negros, queso, aguacate y tajada de plátano. 

En España, sin embargo está vinculado al cocido, como en Canarias, donde se cocina con garbanzos, pimiento, cebolla, tomate y papas, además de ternera y pollo cocido, todo ello presentado preferentemente en un plato hondo dependiendo del jugo que tenga. El término estaría relacionado, una vez más, con el noble arte de aprovechar las sobras de una comida anterior.

Huevos tontos 

Platos típicos españoles
Huevos Tontos – Fuente: El Rincón de Casa El Caminero

¿Tantos cocidos y platos contundentes y ni un solo postre? Hay que solucionarlo. Llega el turno de los huevos tontos, también conocido como engañamaridos. Es de suponer que este nombre deriva de que su apariencia puede llevar a engaño. Porque parece una croqueta rellena de carne, pero no lo es, porque su relleno es (solo) base de pan y huevo.  

De esta forma se trata de una de esas recetas, en este caso procedente de la gastronomía aragonesa, en las que se trata de aprovechar las sobras, como ese pan duro que acaba en la basura. Pues no, a preparar huevos tontos… o migas, por supuesto. 

Bollu preñáu 

Platos típicos españoles
Varios bollos preñaos – Fuente: Wikipedia

El bollo preñado asturiano es otro de esos nombres que nos despiertan una sonrisa, dicho con su nombre original, claro, bollu preñáu, que si no suena demasiado finolis y no es justamente el aire que tiene este alimento que tal vez no llega a plato ni a receta, pero tampoco hace falta. Solo se trata de meter un chorizo dentro de la masa de un bollo de pan antes de hornearse. Ni más ni menos, pero a ver quién ye el guapu que resístese a esti coso con un puquitín de fame.  

Sopa boba 

Platos típicos españoles
Una sopa boba presentada con esmero – Fuente: Depositphotos

Y no queríamos cerrar esta selección de los nombres más originales de los platos típicos españoles sin una referencia a la sopa boba, también conocida como sopa de peregrinos o brodio —del que derivaría la palabra “bodrio”—, una sopa en la que se mezclaban tradicionalmente toda clase de sobras. 

¿Y por qué “boba”? Existen diversas explicaciones. Por un lado, como el matamaríos, por su poca consistencia o su falta de nutrientes —algo así como agua hervida con cosas flotando—; también con carácter despectivo por los colectivos a los que se servía —personas con trastornos mentales, presos, indigentes, etc—; y, por último, por servirse a los conocidos como “sopistas”, los que cantaban y tocaban en las tabernas a cambio de comida. De ahí lo de “estar a la sopa boba” o “vivir de la sopa boba”. 

Por todo ello y más, respeto y reverencia a uno de nuestros platos tradicionales, porque, mientras los listos paladean sus emulsiones, somos muchos los bobos que nos “conformamos” con estas sopas. Y con mucho gusto, ¿no? 

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