Este pueblo alcanza los -50 grados en invierno y es el más frío del mundo

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Cuando en España los termómetros se acercan a 0 °C nos echamos a temblar. En algunos lugares de nuestro país, de hecho, ya tiritamos con 10 °C a la sombra, sobre todo si nos gusta ir en camiseta a todas partes.  

Pues imaginaos cómo puede ser la vida en un pueblo con una media –45,7 °C durante el mes de enero, con picos que han llegado a alcanzar los –71.2 °C, la temperatura más fría jamás registrada en un lugar habitado en nuestro planeta. Así es la vida en Oymyakon, un pueblo de 500 habitantes de la República de Sajá, en el Lejano Oriente ruso.  

Oymyakon, en un lugar de la República de Sajá 

Oymyakon
Si dejas la furgo fuera en Oymyakon, olvídate de ella – Fuente: Depositphotos

Para los amantes de los lugares ignotos de la tierra, el extremo oriental de Rusia es tierra prometida. La República de Buriatia, Chukotka, Magadán, Koriak, el archipiélago de Nueva Siberia y la República de Sajá, buena parte de todo ello adscrito al evocador nombre de Distrito Federal del Lejano Oriente

Claro que es “lejano” para los despreocupados moscovitas que viven a más de 8.000 kilómetros de Yakutks, la capital de Sajá, pero no para los oriundos de esta república en la que habita casi un millón de personas en tres millones de kilómetros cuadrados, aproximadamente la superficie de la India… donde viven 1.300 millones de personas. 

Así pues, la República de Sajá es el lugar perfecto para perderse una temporada, incluso literalmente, dadas sus condiciones geográficas, pero, por desgracia para el viajero occidental, Rusia ya no está tan “cerca” como antes ya que hemos decidido volver a los tiempos de la Guerra Fría. 

Oymyakon
Carreteras en torno a Oymyakon- Fuente: Depositphotos

Sea como fuere, la vida sigue su curso en el corazón de Sajá, donde conviven yakutos —pueblo mayoritario del territorio, con orígenes túrquicos y mongoles—, evenki, dolganos, y, por supuesto, rusos. 

Pero si un tercio de la población reside en torno a su capital Yakutsk, otras 600.000 personas se distribuyen en el resto del territorio, incluyendo los 500 valientes que viven en Oymyakon, el que dicen es el pueblo más frío del mundo por las temperaturas auténticamente extremas que viven a lo largo del año, además del aislamiento: este pueblo está a 1.500 kilómetros al noreste de la capital… a 33 horas en coche siguiendo una ruta imposible según Google Maps. 

Oymyakon: pestañas congeladas, carne de reno y caballos peludos 

Oymyakon
Un dolgano, miembro de uno de los pueblos de la República de Sajá – Fuente: Unsplash

Oficialmente, la menor temperatura registrada en nuestro planeta son los –91 °C de las montañas antárticas, pero ningún ser humano vive allí. 20 grados más fueron los que se registraron hace un siglo en Oymyakon, cuyo nombre deriva de un término yakuto que significa “agua que no se congela”, en relación a las aguas termales que emanan en la cercanía del asentamiento. 

Y si las temperaturas son tan poco “humanas” en este gélido rincón del planeta, ¿por qué viven aquí 500 personas? Porque es su hogar, por supuesto. Pero, hasta el siglo XX, las tribus nómadas del territorio no vivían permanentemente en torno al río Indiguirka que cruza la meseta de Oymyakon para desembocar tras 1.700 kilómetros en la Bahía de Kolymá en el mar de Siberia Oriental. 

Las tribus se movían por el territorio según el ritmo que marcaban las estaciones dedicándose a la cría de caballos y renos y evitando enclaves como este en los meses más fríos. Pero con el establecimiento de la Unión Soviética los dirigentes del “lejano occidente” decidieron que lo mejor para el Estado era anclar grupos humanos en cada territorio con el objetivo, también, de explotar las riquezas económicas de la zona, que en este caso fueron oro y antimonio, uno de esos metales raros imprescindibles para nuestra era tecnológica y por el que ahora somos capaces de meternos en guerra si hace falta. 

Y así es como este lugar poco propicio para albergar un enclave humano se convirtió en una localidad permanentemente habitada. Pero ya sabemos que la vida se abre paso incluso en las condiciones más complejas y Oymyakon no era una excepción. Porque antes de que llegaran los mineros, aquí ya había renos y yakutos, los fascinantes caballos que resisten temperaturas de 70 grados bajo cero. 

Oymyakon
Caballos yakutos – Fuente: Depositphotos

¿Y cómo se las arreglan estos caballos para burlar al frío? Un estudio ha tratado de investigar el origen evolutivo de los yakutos, sugiriendo que se trata de una rápida evolución de los primeros caballos llegados de otras latitudes después de los primeros asentamientos en la región hace siglos. 

Su “abrigo corporal” formado por un denso pelaje, sus extremidades cortas y su pequeño tamaño, además de sus diferencias estacionales agudas en las actividades metabólicas les permite resistir los momentos más duros del invierno, viviendo al aire libre todo el año, al contrario del resto del ganado que vive en establos en invierno, y pastando la vegetación que está enterrada bajo una capa de nieve durante siete u ocho meses al año. Tipos duros, no cabe duda. 

Como lo son los habitantes de Oymyakon, hombres y mujeres que, sin tanto pelo como los caballos, pero con similar coraje y estoicismo han sabido adaptarse a un entorno inhóspito para llamar hogar al lugar (habitado) más frío del planeta, allí donde se congelan las pestañas, donde no es posible ser vegano porque apenas hay vegetales disponibles para comer, y donde el pescado congelado y la carne de reno marcan la dieta. 

Oymyakon
La primavera también llega a la gélida Oymyakon – Fuente: Pixabay

Allí donde, también, los coches deben guardarse en espacios con calefacción para que no queden inservibles, donde no se puede pasar más de 20 minutos seguidos al aire libre por riesgo de congelamiento y donde no se necesita nevera, porque todo está muy refrigerado en el porche de casa. 

Pero cuando el invierno se aleja, todo cambia en Oymyakon. Pasamos de 28 horas de sol en enero, a 300 en junio, de –16 grados de temperatura ¡máxima! en enero a 34,6 en julio, de 30 centímetros de nieve en marzo a no ver un copito durante cuatro meses. Así que en este pueblo perdido al noreste de la República de Sajá también se necesitan bañadores y camisetas. Aquellos que no nos quitamos el sayo hasta el cuarenta de mayo nos seduce un poco más el verano de Oymyakon, ¿a qué sí?  

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