La situación actual, con una pandemia que está afectando a diferentes niveles todos los países del mundo, va a cambiar muchos aspectos de la sociedad. Nadie puede asegurar con certeza cómo serán las sociedades cuando la crisis se considere por superada, pero está claro que será necesario repensar y reinventar muchos aspectos de la vida: la economía, la sanidad, las relaciones sociales y, por supuesto, el turismo. Hacía ya tiempo que el turismo de masas comenzaba a ser poco sostenible y a afectar de forma negativa a algunos aspectos de las sociedades receptoras.
Pero no hay que echarse las manos a la cabeza pensando que debemos quedarnos estáticos. Viajar, conocer otras gentes y otros paisajes es posible, pero debemos pensar en nuevas fórmulas. El medioambiente y nuestra salud nos lo agradecerán. Podemos comenzar por explorar destinos paradisíacos y sorprendentes que se encuentran mucho más cerca de lo que pensamos. Un buen ejemplo son las Islas Cíes.

Este archipiélago situado en el norte de la Península es muy conocido por los gallegos y las gallegas, que mantienen el secreto de su belleza bien guardado. Sus playas de arena clara y fina, su abundante vegetación, sus aguas cristalinas y su calma podrían hacernos pensar que nos encontramos en alguna isla perdida del Caribe. Queda clara su ubicación al probar el agua, normalmente muy fría. Pero Galicia no sería Galicia sin la refrescante temperatura de sus aguas, que por otra parte es muy beneficiosa para la circulación y para combatir las altas temperaturas.
A las Cíes, que se divisan desde muchos puntos de la costa, es posible llegar en barco desde el puerto de Vigo o el de Cangas. Una vez allí, lo más tentador es relajarse disfrutando de alguna de sus nueve playas, pero también hay todo un ecosistema por descubrir. Desde el año 2002 las Islas Cíes forman parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia, por lo que su flora y su fauna están altamente protegidas. Es por eso que las visitas están limitadas y solo es posible acceder en barco. Parte de su encanto reside también en que todavía sigue siendo un lugar relativamente salvaje.

Una vez allí, es posible realizar rutas de senderismo: existen cuatro rutas habilitadas en las islas de Monteagudo y Faro. Una de las más emblemáticas es la del Monte Faro, que durante sus 7 km y medio de extensión ofrece paisajes espectaculares que culminan en el Faro de Cíes. Si la recorremos entera nos encontraremos también con el Lago dos Nenos, el Centro de Interpretación de la Naturaleza o el Observatorio de Aves.
Por todo esto las islas Cíes son una alternativa ideal para disfrutar de un turismo local sostenible. De hecho, en el año 2015 el Parque de Cíes obtuvo el sello europeo sostenible. Aunque a muchas personas le parezca increíble, existe un pedazo de paraíso digno de una postal tropical escondido en las frías pero bellas costas del Océano Atlántico que baña Galicia.