El inicio de la primavera marca uno de los momentos más exultantes del año en Madrid: el sol calienta más, los días se alargan y la imaginación florece. Atrás quedan los días grises, las nevadas históricas y el contagioso hastío. Es hora de volver a tomar las calles y seguir descubriendo rincones refrescantes y adorables. A continuación, os proponemos 8 jardines escondidos en Madrid para disfrutar de la primavera.
Huerto de las Monjas

Entre la calle Mayor y Segovia discurre la calle del Sacramento donde encontramos uno de esos jardines secretos en Madrid para celebrar como se merece la entrada de la primavera. Se trata del Jardín del Palacio de O’Reilly, más popularmente conocido como el Huerto de las Monjas. Su nombre deriva de las monjas del Convento de Sacramento que cultivaban aquí verduras y hortalizas.
Pese a que el edificio fue derribado en los años 70 para ser sustituido por varios bloques de viviendas, el jardín se mantuvo para deleite de los madrileños. Además de la sombra, siempre bienvenida en la capital cuando el calor aprieta, el Huerto de las Monjas destaca por la fuente de los tres querubines de bronce: un jardín para evocar el Madrid de los Austrias.
La Rosaleda del Parque del Oeste

El Parque del Oeste es uno de nuestros preferidos en Madrid, entre otras cosas, porque es de los pocos parques que no cierra al caer la noche, algo que cuesta entender cuando llegas a la capital desde provincias. Situado en un enclave privilegiado entre Chamberí, Moncloa y Argüelles, entre sus numerosos atractivos destaca su Rosaleda, un rincón romántico como pocos… que sí cierra por la noche.
Situado al norte del famoso Templo de Debod, fue diseñado en 1955 y cuenta con unas 20.000 flores sumando hasta 600 variedades de rosales llegadas de todas las partes del mundo. Un festival de aroma y color que no tiene parangón en la capital. Por cierto, cada año se celebra aquí el Concurso Internacional de Rosas Nuevas Villa de Madrid en la que los ciudadanos eligen su rosa preferida. Difícil elección, sin duda.
Dalieda de San Francisco

Volvemos al Madrid más vetusto para degustar otro de esos jardines escondidos en los que recibir la primavera. Situado junto a la Basílica de San Francisco el Grande, se trata de un pequeño parque cubierto de dalias, de ahí su denominación. Flor procedente de América —es la flor nacional de México— se hizo muy popular en Madrid a partir del siglo XVIII cuando llegaron las primeras semillas al Botánica de la capital. La Dalieda de San Francisco posee una colección de más de 700 flores que junto a la escultura de El Sueño de San Isidro forman un delicioso conjunto.
Olivar de Castillejo

Nos vamos ahora a Chamartín para visitar uno de los lugares más curiosos del barrio: un jardín que conserva más de cien olivos centenarios que, junto a los almendros, las jaras y los romeros, forman un espacio que nos evoca lo más característico de buena parte de la geografía española.
¿Y qué pinta un olivar a unos minutos del Bernabéu? José Castillejo Duarte, ecologista ‘avant la lettre’, tuvo a bien generar este espacio en recuerdo de sus orígenes manchegos allá por 1917 atrayendo a otros intelectuales como Dámaso Alonso o Menéndez Pidal. Actualmente es gestionado por la Fundación Olivar de Castillejo que ofrece una interesante programación de actividades a partir de junio, especialmente conciertos de música clásica.
Parque de Berlín

No muy lejos del Olivar de Castillejo nos acercamos a uno de los parques más entrañables del centro de Madrid: el parque de Berlín. Limitado por las calles San Ernesto, Marcenado y Ramón y Cajal, alberga desde 1990 restos procedentes del muro de Berlín además de contar con un monumento de homenaje a Beethoven. Pero su denominación deriva, en realidad, de la cercanía con el antiguo Colegio Alemán, que ahora se ubica en Montecarmelo. El estanque que custodia el trozo de muro y las arboledas que lo rodean forman otro fantástico oasis primaveral capitalino.
Quinta de Torre Arias

Nos vamos ahora el este de Madrid, no muy lejos de la Quinta de los Molinos, para disfrutar de otro de esos jardines que brillan con el máximo esplendor con la llegada de la primavera. La finca de Torre Arias cuenta con 17 hectáreas de superficie con 51 especies diferentes de árboles con algunos ejemplares con más de 300 años: encinas, pinos y almendros que ofrecen la sombra que tanto anhelan los madrileños con la llegada del calor. Propiedad de la aristocracia madrileña desde su génesis en el siglo XVII, fue finalmente donada al Ayuntamiento en 2016.
Jardines de Las Vistillas

Entre el Campo de Moro y la mencionada Dalieda de San Francisco, encontramos los Jardines de las Vistillas, otro de los parques urbanos más refrescantes de Madrid. Se ubica en la cima del antiguo cerro del Campillo de las Vistillas, cuyo nombre deriva de las vistas que ofrece del Manzanares y la Casa de Campo.
Se divide en dos zonas diferenciadas: al sur el denominado Parque de la Cornisa que conecta con la Dalieda de San Francisco, y al norte la plaza de Gabriel Miró, la zona más destacada del jardín, que incluye monumentos como el busto a Ignacio Zuloaga o el conjunto de homenaje a Ramón Gómez de la Serna.
Quinta de la Fuente del Berro

Y terminamos esta ruta por algunos de los mejores jardines escondidos en Madrid en el extremo oeste del Barrio de Salamanca ya lindando con la M-30. Se trata del Parque Quinta de la Fuente del Berro que en origen fue Quinta de Miraflores, un encargo de Felipe IV como nuevo Real Sitio.
A principios de siglo XX pasó a llamarse Nuevos Campos Elíseos constituyendo un parque de atracciones de la época con caballitos, montaña rusa, tiro al blanco y hasta salas para celebrar bailes de máscaras. Pero el proyecto no terminó de fructificar y pasó a diferentes propietarios hasta que lo adquirió el Ayuntamiento en 1941. El parque actual ocupa 13 hectáreas y está plagado de rincones misteriosos y poéticos con estanques, cascadas, escaleras de piedra y las esculturas de Bécquer y Pushkin que hasta animan a soñar en verso.