Es una de las costumbres españolas más internacionales: el noble arte de tapear se ha exportado a numerosos países del mundo y no es extraño pasear por una calle a miles de kilómetros de distancia de nuestro país y leer un cartel que pone «tapas». Ahora bien, a nuestros discípulos internacionales todavía les queda un largo camino por recorrer para alcanzar el grado de innovación, sabor y calidad de nuestras tapas. Solo hay que pasearse por alguna de estas ocho ciudades para comprobar que el tapeo en España sigue siendo un ritual inimitable.
Jaén

Hubo un tiempo no tan lejano en el que para alguno de nosotros lo de entrar en un bar y que te pusieran una tapa gratis con la consumición era como ciencia-ficción. La primera vez que yo disfrute de esta bendición gastronómica fue en Jaén, una de las inapelables capitales españolas del tapeo. «¿Qué tomas con la caña? Tenemos esto, lo otro y lo de más allá». Pensé que era obligatorio comer así que pedí algo. Cuando me dispuse a pagar, supuse que me habían cobrado de menos: «cóbrame también la comida». Y la camarera me miró como si fuera sueco o algo peor. Por supuesto, me tomé un par de cañas más.
Cuando entras en la provincia de Jaén, el olor de la aceituna es inconfundible. Y es que el aceite de oliva es la principal materia primera de la gastronomía jienense y, por supuesto, está más que presente en los taperos de los bares de la ciudad.
Teruel

Por suerte para todos —sobre todo para los turolenses— lo del slogan «Teruel, existe» ya no se estila. Porque todos sabemos que Teruel existe y sus tapas también. La Abadía, Las Mañicas, Locavore, La Barrica… La ciudad aragonesa cuenta con numerosos locales con solera que ofrecen delicias en formato tapa aprovechando los numerosos recursos gastronómicos de la despensa turolense.
Logroño

La capital riojana es de esas ciudades asociadas automáticamente al buen comer y al buen vivir. El Rioja tiene mucha culpa, claro. Pero, además, la gastronomía de la región ofrece una deliciosa combinación entre tradición e innovación. Solo hay que pasearse por la célebre calle del Laurel para comprobar que si se trata de comer, beber y departir, los logroñeses son los números 1.
Zamora

Zamora es otra de esas ciudades españolas envueltas en un halo de misterio. Y es que la España profunda todavía es desconocida para muchos. ¡Y no saben lo que se pierden! Para empezar, una ciudad como Zamora no solo ofrece la tranquilidad a la que nunca pueden aspirar otras urbes más turísticas, sino que cuenta con una envidiable ruta gastronómica en la que degustar propuestas innovadoras… y las tapas de toda la vida.
Salamanca

Otra ciudad castellanoleonesa en esta lista y es que esta región ha sido fundamental a la hora de asentar la cultura del tapeo en España. Pero Salamanca tiene un carácter propio muy marcado gracias a su pujante universidad y sus innumerables atractivos turísticos. Por supuesto el cerdo ibérico es uno de los ingredientes básicos de las tapas de la ciudad. A buen seguro que Homer Simpson perdería el sentido en las calles salmantinas.
San Sebastián

No podía faltar una ciudad vasca en nuestra lista. En este caso nos hemos decidido por San Sebastián para ilustrar el arte del pintxo, una fórmula más que popular y que atrae a numerosos turistas a sus tabernas. Es muy probable que la velada nos vaya a salir un poco más cara que en Jaén pero, a cambio, podremos disfrutar de una las ciudades más entrañables —y gastronómicas— de España.
Cádiz

Volvemos al sur que nos apetecen unas tortillitas de camarón. En la ciudad andaluza sacan todo el partido a los productos locales dando a sus tapas un sello inimitable. Pescaíto frito, chacinas, tostas de atún… Raciones abundantes y a buen precio en una de las ciudades más divertidas de España.
León

Y terminamos nuestra ruta por las mejores ciudades españolas para ir de tapas de vuelta a Castilla… y León. El Barrio Húmedo de León se calienta cada jueves noche con buena conversación, caldos deliciosos y tapas contundentes y, a menudo, gratis. Jóvenes y no tan jóvenes se tiran a la calle, sobre todo cuando llega el buen tiempo, para rendir culto a esta costumbre tan nuestra: disfrutar de una buena tapa en la mejor compañía.