Que debemos repensar el turismo y que todos tenemos una responsabilidad en ello, es más que evidente a estas alturas. En este sentido, España se ha convertido en la referencia a nivel mundial de la problemática del turismo masivo y sus nefastas consecuencias a nivel medioambiental, social e inmobiliario.
Pero mientras unos debaten y emiten resoluciones no vinculantes, otros han empezado a idear protestas más o menos originales para que el mundo sepa que este país no debe ser un centro de ocio para ser esquilmado, no debe ser el paraíso de la especulación inmobiliaria y no debe ser un gigantesco bar para pillarse cogorzas.
Cruzando pasos de cebra para que los domingueros se lo piensen
Los vecinos de O Morrazo están hartos de los turistas y se ponen a cruzar un paso de peatones de forma continua, para evitar que los coches pasen.
— 马悟空 (@Ma_WuKong) August 25, 2024
Es la protesta más gallega de la historia. pic.twitter.com/qOxcqqGOJl
“Estamos hartos de que los coches aparquen donde quieran, con total impunidad, no hay multas para ellos. Hemos llegado al límite”, señalaron uno de los portavoces de la protesta más original contra una de las consecuencias del turismo descontrolado: los problemas de tráfico.
Un grupo de entre 60 y 80 vecinos de la parroquia de O Hío en Pontevedra hicieron cortes sincronizados en tres pasos de peatones al filo del mediodía. ¿El objetivo? Parar el tráfico de forma “legal”: si estás cruzando un paso de peatones, los coches deben parar. Pues que paren media horita. Y no olvidemos que en O Morrazo saben mucho de pasos de peatones.
Una forma de llamar la atención a las autoridades para que pongan los medios adecuados para evitar el caos del aparcamiento en los enclaves turísticos.
Pistolas de agua para aguar la fiesta del turista
“Barcelona”
— Tendencias en Argentina (@porqueTTarg) July 8, 2024
Porque los locales protestaron contra los turistas: los echaron de los bares y les tiraron con pistolas de agua.
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El pasado mes de julio se produjeron diversas manifestaciones organizadas en Barcelona, uno de los epicentros mundiales de las protestas contra el turismo masivo, que incluyeron algunas iniciativas singulares. Entre ellas acudir a los principales lugares turísticos de la ciudad armados con pistolas de agua para “refrescar” a los turistas.
Ahora bien, ¿cómo sabían los manifestantes “armados” quién era turista y quién no para tener certeza de a quién debían “disparar”? De hecho, ¿qué es un turista? ¿Los que disparaban nunca han hecho “turismo”?
De cualquier forma, un acto simbólico para llamar la atención de los medios de comunicación y exponer el enorme problema que existe con el turismo masivo en ciudades como Barcelona.
Huelga de hambre contra el turismo
Los canarios enfundaron las pistolas de agua y optaron por una vía más radical: la huelga de hambre. El pasado mes de abril, la plataforma Canarias se Agota se puso firme ante un modelo turístico que “arrasa nuestro territorio y explota a nuestra gente”. Los activistas protestaban así contra la turistificación masiva y los efectos negativos en el acceso de la población canaria a una vivienda a precios asequibles.
La rebelión de las pegatinas y los grafitis
“Una familia vivía aquí”, “escupimos en tu cerveza”, “el turismo mata a la ciudad”, “tu lujo, mi miseria”, o “turistas, volved a casa”, son algunas de las pintadas y pegatinas que han empezado a circular por numerosos enclaves turísticos españoles. El objetivo es que el turista sea consciente de la situación social que existe en su destino turístico y de cómo el turismo agrava algunos de sus problemas.
En este sentido, una de las pintadas hacía referencia al sueldo medio de 1.200 euros en las Islas Canarias. A buen seguro que una buena parte de los turistas extranjeros que lo hayan leído les resulta inconcebible.
Muros contra ‘selfies’
El selfie es la quintaesencia del turismo bobo, y muchos lugares del mundo empiezan a estar hartos de esta grotesca práctica que consiste en llegar a un monumento, ponerse de espaldas, sonreír patéticamente y echarse la foto. No son pocos los que llevan a cabo esta práctica que ni siquiera miran lo que están fotografiando (ni saben qué es), simplemente les sacan la foto porque todos los hacen.
Pues bien, el pueblo japonés de Fujikawaguchiko decidía que ya estaba bien de tonterías que provocaban concentraciones masivas y situaciones esperpénticas: “algunos turistas llegaban a subir el techo de una clínica dental para obtener la foto perfecta”, según señalaba The Guardian.
Finalmente, las autoridades colocaron una pantalla gigante de 20 metros de largo y 2,5 metros de alto para evitar las fotos del monte Fuji y la tienda de Lawson.
En Europa también hemos tenido una acción similar en Hallstatt en Austria, cuyos paisajes, al parecer, inspiraron Frozen. Las autoridades de la zona decidieron poner un muro de madera en el punto en el que más cazadores de selfies se concentraban.
Un turismo solo para ricos
No se trata de una protesta, ni mucho menos original, pero merece la pena ser citada para reflexionar sobre cómo las soluciones para acabar con el turismo masivo pueden ser contraproducentes… y mezquinas.
El ex ministro de Turismo de Nueva Zelanda Stuart Nash señaló en 2022 que el país no buscaría atraer a aquellos que “viajan por nuestro país con 10 dólares al día comiendo fideos de dos minutos” en clara alusión a la moda de recorrer el país en autocaravana.
¿Es esta la solución del turismo masivo y de otros “males” de nuestra sociedad? ¿Que solo un pequeño porcentaje de la población pueda tener acceso a esta clase de actividades debido, principalmente, a la subida de precios y a que los sueldos se “resistan” a subir al mismo nivel? ¿De la democratización a la elitización del turismo y de todo lo demás? ¿Otra vez?