Llamadnos rancios, pero quizás todas las fiestas del calendario deberían ser como el Sexenni de Morella, celebrarse cada seis años, la mejor manera de sentir que es realmente una fiesta, un evento único: es como si los Juegos Olímpicos o el Mundial de Fútbol se celebraran cada año, dejarían de ser algo singular.
Y Morella sabe mucho de singularidad, solo hay que pararse en el mirador de la N-232, al sur del pueblo, para comprobar que su perfil medieval parece concebido para protagonizar el sueño de una noche de verano: una refulgente joya en pleno centro de Els Ports de Castellón.
Morella, una fantasía medieval al interior de Castellón
“Morella no es lugar para ningún hombre de mundo, sino para un rey”. Cuentan que cuando Jaime I entró triunfante en Morella en 1232 dejó esa frase para la posteridad, destacando que aquel enclave necesitaba una defensa especial al tratarse de una encrucijada entre el Mediterráneo y el Valle del Ebro.
Y mientras seguimos la carretera rumbo a Morella tras pasar el mirador podemos confirmar que, efectivamente, este pueblo se configuró como una verdadera fortaleza inexpugnable. Y la mejor manera de entrar “como un rey” (aunque seamos hombres de mundo) en Morella es por la puerta que se abre bajo las Torres de San Miguel, al noreste del pueblo, donde también se ubica la Oficina de Turismo.
Y si pensabas que Morella era otro pueblo medieval con castillo y poco más, te equivocas: junto a las Torres de San Miguel se encuentra el Museo Temps de Dinosaures donde puedes disfrutar con la figura del iguanodon, entre otras piezas y restos paleontológicos encontrados por la zona: no es un museo muy grande, pero satisface la curiosidad del fanático de los dinosaurios.
El Castillo de Morella
Subiendo por la Cuesta Trinquete llegamos al carrer Castillo donde se encuentra la entrada a la fortaleza que marcó la historia de Morella. Se trata de una gran construcción que fue creciendo y reforzándose desde su creación en época musulmana, presumiblemente sobre construcciones precedentes. Para proteger a sus moradores se ubicó en lo alto de La Mola de Morella, el peñasco que marca la fisionomía del pueblo.
Su estructura se divide en tres niveles, siendo el tercero, ubicado en el centro, en la parte más alta, donde encontramos la zona más protegida del mismo: aquí se encontraba el pabellón de oficiales y la plaza de armas.
En la zona inferior del castillo, al sur, se encuentran los restos del Convento de Sant Francesc que se construyó a finales del XIII con trazas góticas. En la Sala Capitular se conserva una obra conocida como la Danza de la Muerte datada en el siglo XV, una de las insólitas representaciones de este tema que se conservan en España. No obstante, en la actualidad este lugar permanece cerrado por obras ya que se pretende que el convento sea la base de un Parador Nacional de Turismo.
Lo que no está cerrada por obras son las impresionantes murallas que circundan el castillo: tienen un kilómetro y medio de longitud y suman hasta 16 torres destacando la Torre de Pardala al suroeste, así como las ya mencionadas Torres de San Miguel.
Bajando hacia el pueblo, tras el convento, se encuentra uno de los rincones más bucólicos de Morella, el jardín de los poetas, un pequeño espacio rodeado de vegetación que rinde homenaje a los grandes poetas que frecuentaron este lugar: una placa de cada uno de ellos nos recuerda su vinculación a Morella.
Siguiendo la calle de la Virgen de Vallivana llegamos a la Basílica de Santa María la Mayor, construida entre la segunda mitad del XIII y la primera mitad del XIV. Destaca en el conjunto la impresionante Puerta de los Apóstoles de estructura netamente gótica.
Es hora de callejear por el casco medieval morellano donde despunta la calle Blasco de Alagón, uno de los emblemas del pueblo por sus porches que cobijan desde época medieval el mercado. En este entorno está también la antigua judería con su clásica estructura laberíntica.
Siguiendo la calle de Segura Barreda hacia el este, se llega al Ayuntamiento junto al cual está el edificio de la cárcel que funcionó como tal desde época medieval hasta los años 60 del pasado siglo conservando restos de las viejas mazmorras.
La Fiesta del Sexenni de Morella
Todavía nos queda por recorrer el otro emblema callejero de Morella junto a Blasco de Alagón: la cuesta de Sant Joan. Si la prefieres bajar, vete hasta la plaza de la iglesia. En sentido inverso, la entrada a la calle se encuentra al lado de la Puerta de San Mateo, la entrada sur al recinto amurallado del pueblo.
Pero no nos podemos ir de Morella sin aprovechar que este año hay Sexenio, la fiesta por excelencia del pueblo que, como su nombre indica, se celebra cada seis años desde 1672 cuando los vecinos de Morella prometieron rendir homenaje a la Virgen de Vallivana por la erradicación de una peste.
Se trata de un novenario que este 2024 celebra su 55 edición entre el 17 y el 27 de agosto. Se dice que los preparativos de la fiesta conllevan un año de trabajo, especialmente por la realización de los tapices de papel rizado que convierten al pueblo en una suerte de museo al aire libre.
La fiesta arranca con La Rogativa que traslada de la Virgen del ermitorio de Vallivana a 20 kilómetros al sureste del pueblo. A la solemne entrada de la imagen de la Virgen en el pueblo le siguen esos nueve días de fiestas patrocinados por los diferentes gremios que son también los que organizan los retablos, las procesiones diarias que incluyen insólitas danzas que animan las calles. ¡Y hasta dentro de seis años!
