La lectura es la compañera ideal del viaje: relajante, discreta y evocadora. Y también es el acicate que el viajero necesita cuando está en barbecho: es suficiente con leer un buen libro ambientado en un destino sugerente para coger una chincheta y marcar el lugar en nuestro mapa de viajes.
Hay cientos de libros de indicados para el viajero, de hecho, ni siquiera es preciso que el viaje sea un elemento principal de la narración ni que la acción se sitúe al otro lado del mundo para que al lector le entren ganas locas de moverse: “el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”, dijo Borges. Pongamos en marcha nuestra imaginación (y vayamos reservando vuelo) con esta selección de ocho clásicos de la literatura viajera.
«Memorias de África» (Karen Blixen, 1937)

La autora danesa que firmaba con el seudónimo Isak Dinesen escribió una de las novelas ambientadas en África más populares del siglo XX, gracias también a la celebérrima película de Sydney Pollack con Meryl Streep y Robert Redford interpretando a los personajes protagonistas. La mujer que solo comía ostras y bebía champán se inspiró en sus propias vivencias en su plantación de café en Kenia para cimentar una historia que ha enamorado a millones de lectores en el mundo y que acercó África a muchos de ellos.
«La expedición de la Kon-Tiki» (Thor Heyerdahl, 1948)

La ambición, la osadía y la determinación del ser humano no tiene límites. Empeñado en desmontar la teoría (que se creía certeza) de que los primeros pobladores de la Polinesia procedían de Asia, Thor —con ese nombre, ¿qué otra cosa se puede hacer?— se lio la manta a la cabeza y cruzó con cuatro compañeros el Pacífico en una balsa para llegar desde Callao a Tuamotu: fue su forma de intentar demostrar que los primeros pobladores de la Polinesia habían llegado por mar procedentes de América.
Esta homérica aventura pasó al papel en este libro escrito por él mismo. Además, se rodó un documental que ganó el Oscar. “Ya que voy, hagamos unas coronas”, debió pensar el bueno de Thor.
«Dersú Uzalá» (Vladímir Arséniev, 1921)

Emocionante libro que cuenta la historia del encuentro entre el expedicionario Arséniev y el cazador nómada Dersú Uzalá en Siberia Oriental. La especial relación del guía con la naturaleza fascinó al escritor que le dedicó este libro: “El sol es gente, gente muy importante, si se muere nosotros también moriremos. La luna es gente. El fuego, el agua y el viento son gente muy fuerte”. Historias como esta nos hacen replantearnos cuál es nuestro lugar en el mundo y nuestro concepto de sabiduría. Kurosawa la llevó al cine con notable resultado.
«Cartas desde Estambul» (Mary Montagu, siglo XVIII)

Fruto de una estancia diplomática en el Imperio Otomano, Lady Mary Wortley Montagu elaboró una serie de cartas que fueron fundamentales para difundir la cultura oriental entre las élites europeas del siglo XVIII sirviendo como caldo de cultivo para el incipiente Romanticismo que eclosionaría a finales de esa centuria. No obstante, hubo que esperar a principios del siglo XX para que su sugerente correspondencia fuera publicada en una edición académica.
«El cielo protector» (Paul Bowles, 1949)

Ambientada en el norte de África, esta es también una historia de viajes interiores en los que el alma se somete a la conmoción de una atmósfera subyugante y abrumadora. Para el recuerdo, frases como esta que resumen el espíritu viajero: “Mientras el turista se apresura por lo general a regresar a su casa al cabo de unos días o semanas, el viajero, que no pertenece más a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante años de un punto a otro de la tierra”.
«Siddharta» (Hermann Hesse, 1922)

“Yo sé pensar. Yo sé esperar. Yo sé ayunar”. Si hablamos de viajes espirituales no podemos dejar de citar una de las novelas fundamentales en la difusión de la cultura oriental y el hinduismo en Occidente. Aunque muchas de sus enseñanzas fueron caricaturizadas por el hippismo más banal y burgués, hoy en día Siddharta sigue siendo el compañero ideal para ese viaje soñado a la India.
«El corazón de las tinieblas» (Joseph Conrad, 1899)

Una de las grandes novelas de todos los tiempos, el escritor británico volcó en ella su fascinación por la África más desconocida en su época. Testimonio también del imperialismo más despiadado, Heart of Darkness nos recuerda que todavía tenemos un largo camino por recorrer para entender y empatizar con el otro. Coppola le rindió un estupendo (y libre) homenaje en la obra maestra Apocalypse Now.
«La vuelta al mundo en ochenta días» (Julio Verne, 1872)

Todo el mundo conoce esta historia, pero… ¿cuántos la hemos leído? (lo de Willy Fog y Rigodón no cuenta). El genio francés de la literatura fantástica y de aventuras facturó con esta novela una de sus historias más memorables, uno de sus viajes más recordados. Aunque hoy en día podemos dar la vuelta al mundo en un día, mejor nos vendría dedicarle ochenta como el bueno de Phileas, ¿verdad?