De Santo Domingo de la Calzada a Cervera, y de Alfaro a Ezcaray, pasando por los Cameros o Calahorra, La Rioja es una región multifacética en la que descubrir numerosos tesoros singulares, pero es evidente que el mayor emblema de esta tierra es su vino, popular a nivel mundial.
Y una de las mejores maneras de acercarse a la viticultura riojana es visitando una de sus bodegas, esos enclaves serenos y apacibles de aromas frutales, herbáceos, florales y minerales, los que difunden las uvas y todo el proceso que conlleva transformarlas en ese glorioso néctar que lleva entusiasmando al ser humano desde tiempo inmemorial.
Acompáñanos en este recorrido por las bodegas más espectaculares de La Rioja, haciendo una parada especial en el Barrio de la Estación de Haro, sin olvidarnos de la Rioja Alavesa, la tercera subcomarca de la DOCa Rioja junto a la Rioja Alta y la Rioja Oriental.
Las mejores bodegas de La Rioja

Más de 14.000 viticultores que trabajan en una superficie de 66.000 hectáreas de viñedo. Solo La Mancha la supera en extensión, pero no en número de profesionales vinculados a la industria del vino.
En cuanto al número de bodegas, siempre siguiendo los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de la campaña 2021/2022, Rioja suma 737 bodegas, de ellas 568 embotelladoras doblando a las bodegas de Ribera del Duero, produciendo casi 3 millones de hectólitros, un millón más que el Cava, la siguiente DOP en nivel de producción.
Por supuesto, no es fácil elegir entre más de 560 bodegas embotelladoras, pero seguro que los enólogos coincidirán en que una buena forma de empezar una ruta por las bodegas riojanas es pasarse por el barrio de Las Bodegas en San Asensio, en plena Rioja Alta, para visitar Bodegas Lecea.
Se trata de una de las catedrales del vino riojano, o más bien cabría hablar en este caso de “ermita” por su carácter familiar pero también ancestral: aquí encontrarás cuatro calados, el entramado subterráneo donde descansan los vinos a la temperatura adecuada. Y si tienes claustrofobia, un paseo por los viñedos de esta etiqueta mítica en la Rioja.

A menos de diez minutos al norte en coche, pásate por Vivanco en Briones, otra espectacular bodega subterránea que incluye el Museo Vivanco de la Cultura del Vino, considerado uno de los mejores museos vinícolas del mundo, con una superficie de 4.000 metros cuadrados y cinco salas de exposición permanente con una colección de vides con más de 220 variedades de todo el mundo en el denominado, con justicia, Jardín de Baco.
En el entorno de Logroño, dos apuestas seguras. Por un lado, Bodegas Campo Viejo, otra cara de la cultura vinícola riojana, la más moderna: se trata una bodega inaugurada en 2001 intentando encontrar un equilibrio entre arquitectura, enología y sostenibilidad. El edificio principal fue trazado por Ignacio Quemada que también diseñó el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino de Logroño.

Y al este de Logroño, Bodega Marqués de Murrieta, con su espectacular sede en el Castillo de Ygay, construido a mediados del XIX y que vivió un largo proceso de rehabilitación en la pasada década, con el objetivo de que se convirtiera en la referencia enoturística de la bodega.
Y si quieres una experiencia enoturística muy sofisticada en torno a un edificio de diseño que en poco se parece a un castillo, puedes irte a la Finca de los Arandinos en Entrena, a menos de 20 minutos al sur de Logroño: el arquitecto responsable es Javier Arizcuren… que además es viticultor y enólogo.
Las bodegas de Haro

Mención aparte merecen las bodegas de Haro, la mayoría agrupadas en torno al denominado Barrio de la Estación, el corazón del vino de Rioja. Y es que este barrio fue durante muchos años el acicate de la producción vinícola riojana desde que los productores franceses llegaran a la ciudad tras la inauguración de la línea de ferrocarril en 1863.
Se modernizan los procesos de gestión del vino, también por la pasteurización del mismo, esterilizándolo y facilitando su transporte y consumo: a finales del XIX, Haro vive una etapa de esplendor mientras se empiezan a abrir las primeras bodegas, como López de Heredia, la más veterana, inaugurada en 1877.
El conjunto arquitectónico de esta bodega es un perfecto ejemplo de tradición y modernidad: el mítico edificio Txori Toki o casita de pájaros, todo un símbolo harense, junto a la tienda-expositor, obra de Zaha Hadid, una de las arquitectas más importantes del mundo en los últimos 50 años.

Pero la primera bodega que te encontrarás si vienes por la avenida Vizcaya es Muga, ubicada en su icónico edificio bicentenario: esta bodega es una referencia por contar aún con maestro cubero propio, manteniendo viva la tradición de las cubas y tinas de madera.
La Rioja Alta S.A., Bodegas Bilbaínas, CVNE, Roda o Gómez Cuadrado garantizan a los visitantes de Haro una de las rutas enoturísticas más atractivas de España: pocos lugares en nuestro país cuentan con tantas bodegas espectaculares en un espacio tan pequeño.
Las bodegas de la Rioja Alavesa

Ya fuera de los límites geográficos de la comunidad autónoma de La Rioja, siguen creciendo las vides de Rioja al norte, llegando a Álava: una sexta parte del territorio del viñedo adscrito a la Denominación de Origen Calificada está incluido en la Rioja Alavesa, una de esas tres subcomarcas de la DOCa.
Y entre las bodegas más espectaculares de Álava, y la más conocida a nivel mundial, Bodegas Marqués de Riscal, diseñada por un tal Frank Gehry… Solo hace falta echar un vistazo de reojo al edificio principal de esta bodega para constatar que, efectivamente, esto es “un Gehry”.
Quien también quiso dejar su sello en la Rioja Alavesa fue Santiago Calatrava que creó para Bodegas Ysios otro de sus polémicos diseños, aunque en este caso se encuentra, probablemente, entre las obras más impactantes del arquitecto valenciano: la integración del perfil del edificio en el entorno de la sierra de Cantabria no deja de ser espectacular.