El Tornillo - En la Frontera, 6 de junio de 2019

publicado el 06 de Junio de 2019

Bienvenidos a El Tornillo, el micro espacio feminista de En la Frontera.

Hoy vamos a hablar de las terapias para curar la homosexualidad, que diréis: "Pero ésta que anda se ha vuelto loca. ¿Qué terapias?"

Pues sí, en el siglo XXI todavía tenemos que seguir hablando de las terapias para curar la homosexualidad porque la derecha fascista que ya ha entrado en las instituciones quiere derogar la ley contra la LGTBI fobia, aludiendo que deberían tener libertad para educar a sus hijas e hijos e hijas de la forma que quieran y mantenerlos a salvo de la ideología de género y de la influencia del lobby LGTBI, que parece que puede contagiar sus puras y heterosexuales mentes.

Qué tú podrías decir "razonable que la gente quiera tener libertad para educar a sus hijos e hijas e hijos como quiera". Pues sí, pero con un límite. ¿Sabes cuál? El de siempre: el del odio.

Pedir libertad para llevar a tus hijas e hijos e hijas a terapia porque son homosexuales, porque son bolleras, porque son lesbianas, porque son maricas, porque son trans... En definitiva, porque no cumplen con la hetero norma, no es educar en libertad, es imponer una opción sexual de las muchas que hay y hacerlo a la fuerza.

La cantidad de mujeres, hombres, personas trans en la infancia, en la adolescencia y en la edad adulta que se han suicidado, que han muerto en situaciones violentas o que han tenido que lidiar con el trauma del rechazo sería suficiente argumento para estar en contra de estas terapias.

Incluso el hecho de que no se conoce ningún caso exitoso de aplicación de estas terapias. Y podríamos añadir que habitualmente estas terapias consisten en exorcismos, electroshock y hasta lobotomía. Así, todo como muy vintage, muy Frankenstein, muy fascista, muy mal.

Pero hay una razón todavía más básica: la homosexualidad no se cura. Sabéis por qué. Porque no es una enfermedad, porque no es una patología, porque ser heterosexual no es lo normal, sólo es lo más habitual admitir que la heterosexualidad es lo normal sería reconocer que las personas homosexuales somos raras y por ahí no pasamos.

Estamos en el siglo XXI, como sociedad deberíamos admitir que nuestros deseos están construidos, están dirigidos, están orientados a la hetero norma y que las personas que desde la pulsión, desde la opción, desde la decisión, desde la orientación o desde lo que les sale de la mismísima entrepierna eligen tener prácticas sexuales fuera de la hetero norma tienen que ser libres para hacerlo sin juicio, sin disgusto, sin preocupación, sin rechazo, sin dar explicaciones y por supuesto sin terapia.

Y no se trata de amar a quien quieras, pero hazlo en tu casa. Se trata de tener el derecho a desear, a querer, a follar, a ligar, hacer cada cual con su cuerpo y en interacción con los cuerpos de las personas que lo deseen lo que nos dé la gana. Se trata de autonomía, se trata de cuerpos libres, se trata de deseos libres, se trata de educar a las criaturas en la libertad. Se trata de acabar con el discurso totalitario opresor impositivo limitante de lo normal. Se trata de que dejemos de pensar que precisamente qué casualidad las prácticas sexuales funcionales al capitalismo son las que se han impuesto como norma son las que les gustan al sistema a la derecha a las iglesias a la gente de bien.

Hoy os dejamos con una frase de la Santa Marika: "Y tú, ¿cuándo te diste cuenta de que eras heterosexual?"

Hasta la próxima vez que nos dejen salir.