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Rosetta halla que los cometas se formaron en los orígenes del Sistema Solar

La sonda europea se estrellará el 30 de setiembre en el cuerpo celeste que orbita desde hace casi dos años.

El círculo muestra la zona del cometa 67P en la que descenderá la sonda europea Rosetta para terminar su misión el 30 de setiembre.-ESA/Rosetta/NavCam

MALEN RUIZ DE EL VIRA

MADRID.- Los cometas son restos del proceso de formación original del Sistema Solar y no resultado de colisiones posteriores entre cuerpos celestes, confirma el análisis detallado de los datos recogidos por la sonda europea Rosetta. El cometa 67P que orbita Rosetta desde septiembre de 2014 existe, pues, desde hace poco menos de 4.600 millones de años, a pesar de que pueda parecer increíble que algo tan pequeño no haya resultado destruido desde entonces durante alguna de sus periódicas aproximaciones al Sol.

Comprender cómo y cuándo se formaron objetos como el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko era uno de los principales objetivos de la misión Rosetta, recuerda la Agencia Europea del Espacio (ESA). Si los cometas son objetos primordiales pueden ayudar a conocer las propiedades de la nebulosa de la que se formaron el Sol, los planetas y otros cuerpos celestes, así como los procesos que transformaron nuestro sistema planetario hasta su estado actual. Si fueran fragmentos resultantes de colisiones entre cuerpos mayores y más antiguos darían información sobre el interior de estos y su evolución.

El cometa que Rosetta ha estudiado aproximándose a menos de 10 kilómetros de su superficie es de baja densidad y alta porosidad, formado por capas acumuladas. Consta de dos lóbulos que se unieron una vez existentes, lo que se sabe porque la orientación de las capas es distinta en cada lóbulo. Su elevada porosidad indica que su crecimiento no pudo deberse a violentas colisiones, que hubieran compactado el frágil material, y que la fusión se hizo a baja velocidad, señalan los científicos. Estos dos lóbulos, a su vez, se formaron a partir de minicometas que ahora se pueden adivinar en el 67P debido a la erosión.

Björn Davidsson, que ha dirigido la investigación, señala que los cuerpos celestes transneptunianos mayores, como Plutón o Tritón, se formaron rápidamente en el primer millón de años de existencia de la nebulosa solar, ayudados por corrientes gaseosas turbulentas que aceleraron su crecimiento hasta los 400 kilómetros de diámetro. En una segunda fase, durante los siguientes 400 millones de años, siguieron acumulando material.

Los cometas proceden, por su parte, de los restos que quedaron en la zona exterior de la nebulosa en la primera fase. Estos restos, en condiciones muy frías, se unieron a baja velocidad y durante varios millones de años dando lugar a cometas de unos 5 kilómetros de diámetro, que preservaban en su núcleo el material volátil más antiguo. El cometa que orbita Rosetta tiene unas dimensiones máximas aproximadas de 4,3 por 4,1 kilómetros, muy parecidas a las de la mayoría de los cometas.

El amplio equipo que ha analizado los datos de Rosetta también ha estudiado los de la misión Stardust de la NASA que trajo a la Tierra muestras de un cometa, así como los de meteoritos y de observaciones terrestres de los planetas gigantes y otros cuerpos celestes. Entre los autores figuran varios científicos españoles, como Rafael Rodrigo, ex presidente del CSIC, y José Juan López Moreno y Pedro José Gutiérrez, del Instituto de Astrofísica de Andalucía. El estudio se publica en la revista Astronomy and Astrophysics.

Rosetta, que está ahora a unos 520 millones de kilómetros del Sol y 606 de la Tierra, se acerca al final de su espectacular misión, exitosa a pesar de la pérdida del módulo Philae, que envió a la superficie del cometa el 12 de noviembre de 2014. La unidad eléctrica para la conexión con este módulo se apagó la semana pasada en la sonda, sin haber podido restablecer la comunicación desde el 9 de julio de 2015 ni llegar a observarlo en las muchas imágenes tomadas por las cámaras de la sonda.

Al alejarse progresivamente del Sol junto con el cometa, Rosetta, que está entre las órbitas de Marte y Júpiter, dispone de mucha menos energía solar que al principio de su misión. Apagar algunos de sus equipos forma parte de la preparación de la sonda para seguir tomando datos hasta que el 30 de septiembre descienda de forma controlada a la superficie del cometa. Los controladores de la ESA esperan de esta forma obtener información única y valiosa durante el descenso pero tras el impacto en la superficie, a unos 50 centímetros por segundo, la misión se dará por terminada.

Hace pocos días se dio a conocer la región del cometa sobre la que descenderá Rosetta. Se trata de Ma´at, en el lóbulo más pequeño de los dos de que consta el cometa, donde se observan algunas regiones activas.

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