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El salmón transgénico llega al mercado

Tras 25 años de lucha por obtener el permiso, la comercialización del pez de crecimiento rápido está aprobada en Norteamérica

Ejemplar de salmón transgénico (detrás) comparado con un salmón silvestre de la misma edad./ AQUABOUNTY

MALEN RUIZ DE ELVIRA

El salmón transgénico ya está en los mercados de Canadá. La noticia iba medio escondida en un comunicado de prensa que la empresa Aquabounty emitió hace unos días sobre sus resultados económicos para el primer semestre del año. “Tras recibir el año pasado la aprobación normativa de Salud Canadá y la Agencia de Seguridad Alimentaria de Canadá, vendió aproximadamente cinco toneladas de filetes de salmón AquaAdvantage a precio de mercado a clientes de Canadá”, señalaba el texto, entre otros hechos reseñables de los seis primeros meses de 2017.

Este salmón transgénico, que lleva intentando comercializarse desde hace más de 20 años, también se ha aprobado para su venta en Estados Unidos, pero allí las reacciones en contra pueden retrasar todavía más su llegada al mercado. En ambos países la autorización no obliga a etiquetar el producto como transgénico, dado que los expertos han constatado que no existen diferencias biológicas entre los salmones normales y estos a efectos de su seguridad para el consumo y sus efectos nutritivos. El etiquetado es el aspecto más polémico de la comercialización del salmón transgénico en muchos países, incluidos los europeos, donde no se ha aprobado por ahora para el consumo.

Los salmones vendidos ahora en Canadá se han criado en Panamá, pero la empresa, está preparando granjas en Estados Unidos

El salmón es uno de los pescados más consumidos en el mundo tras el desarrollo de su cultivo en los años noventa del siglo pasado. Esta variedad de salmón atlántico (Salmo salar) presenta una gran ventaja económica, porque con la ayuda de dos genes de otros dos peces crece continuamente, de forma que alcanza el doble de tamaño que un salmón normal a los 18 meses, cuando se suele comercializar. El desarrollo científico original se hizo en 1989 en Canadá.

Los salmones transgénicos se crían íntegramente en tanques de agua dulce situados en tierra firme, y las hembras, lo único que se comercializa, son estériles, lo que disminuye el riesgo de que afecten al medio ambiente natural. Los salmones vendidos ahora en Canadá se han criado en Panamá, pero la empresa, de origen estadounidense, está preparando granjas en Canadá y en Estados Unidos. El precio de venta de esta primera remesa de filetes ha sido de 11,7 dólares estadounidenses por kilogramo, según la revista Nature.

A lo largo de todos estos años, se han presentado argumentos a favor del salmón transgénico que van más allá de los puros intereses económicos. Por un lado, su consumo salvaguardaría el salmón silvestre si da lugar a una menor presión pesquera. Por otro lado, si un alimento crece más rápidamente se necesitan menos recursos naturales para producirlo y se producen menos emisiones contaminantes. En el caso del salmón, se considera un alimento saludable rico en proteínas, cuya alimentación, afirma la empresa, representa ocho veces menos que la de una vaca, tres veces menos que la de un cerdo y dos veces menos que la de un pollo.

Estados Unidos importa el 95% del salmón atlántico que consume

Su visión para el futuro son granjas de salmón cercanas a los polos de consumo, con el consiguiente ahorro en el transporte. El mercado potencial es enorme, porque Estados Unidos importa el 95% del salmón atlántico que consume, la mayor parte producido en piscifactorías en las costas deNoruega y Chile. Ron Stotish, director de la empresa, cree que, a pesar de las dificultades encontradas hasta ahora el mercado en general acoge positivamente el salmón transgénico como fuente más sostenible y fiable que las demás de este pez de consumo masivo.

En cuanto a la contaminación del producto en sí, su cría en recintos cerrados presenta ventajas e inconvenientes. Una ventaja es que sufre menos parásitos y enfermedades. Además, la contaminación acumulada por mercurio que afecta a muchas especies grandes de pescado azul, incluido el salmón, sería mucho menor en este caso. Según las autoridades sanitarias, las mujeres en fase de lactancia y niños de corta edad (menores de tres años) deben evitar el consumo de especies de pescado con contenidos de mercurio más altos: pez espada, tiburón, atún rojo y lucio.

Sin embargo, sí se han encontrado otros contaminantes químicos preocupantes en peces producidos en piscifactorías que derivan fundamentalmente de los piensos que se utilizan, fabricados con pescados sin interés comercial que están contaminados. En general, el aspecto más importante es el control de los piensos, sean piscifactorías en mar abierto o tanques cerrados, señalan los expertos, mientras que los consumidores deben tomar diversas variedades de pescado para minimizar el riesgo de sobrepasar los niveles recomendados de contaminantes.

En el mundo se están desarrollando decenas de especies animales transgénicas de interés comercial, tanto de peces como de ganado terrestre. La postura contraria a editar genéticamente a los animales de amplios sectores de la población contrasta con la aceptación casi general por parte de los ciudadanos de experimentos de edición genética de embriones humanos para evitar enfermedades hereditarias, como el último hecho público hace unos días por científicos estadounidenses y coreanos. Este tipo de manipulación de las células germinales, por ahora prohibida en España, si diera lugar al primer ser humano genéticamente modificado, se transmitiría a los descendientes, lo que abriría un panorama nuevo y arriesgado.

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