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El CIS tiñe España de azul

El macrosondeo del organismo público augura una mayoría absoluta del PP casi tan rotunda como la que logró Felipe González en 1982. Los conservadores sostienen que la encuesta está 'cocinada' para ayudar a

PERE RUSIÑOL

Si la macroencuesta que ayer difundió el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el organismo público de sondeos, está en lo cierto, la gran duda del 20-N no sería ya si el Partido Popular obtiene mayoría absoluta o no. El terreno de juego se situaría en otro nivel, mucho más hiperbólico: la incógnita a despejar sería más bien si Mariano Rajoy llega a La Moncloa con un apoyo parlamentario similar al de Felipe González en 1982, el año en que toda España se cubrió de rojo.

Hacia ese tipo de escenario apunta ahora el CIS, pero naturalmente en su negativo, con toda España, salvo Catalunya y Euskadi, pintada intensamente de azul, el color que identifica al PP de Rajoy: el sondeo, de más de 17.000 entrevistas, otorga a los conservadores una horquilla de entre 190 y 195 escaños y al PSOE, de entre 116 y 121. En 1982, los socialistas treparon hasta 202 y los conservadores, pilotados por Manuel Fraga, sumaron 106. En 2000, el gran año de la derecha en democracia, el PP conquistó 183 actas y el PSOE se quedó en 125.

La encuesta difundida ayer es tan mala para el PSOE y tan buena para el PP que la reacción del portavoz de este partido, Esteban González Pons, creyó que se trata en realidad de una encuesta-trampa y replicó el discurso que le ha acompañado toda la legislatura, según el cual los socialistas se apoderan de las instituciones en beneficio propio: 'Lo del CIS no está cocinado, está requemado', afirmó González Pons, para quien 'el CIS huele a tostada'. 'El sondeo está hecho para dar pena a los votantes del PSOE', concluyó el cabeza de lista por Valencia, pese a la gran similitud que los datos del CIS tienen con los sondeos publicados en los medios próximos a la derecha.

Su excompañero de partido Francisco Álvarez-Cascos, hoy presidente asturiano y líder del Foro de Asturias (FAC), se apuntó al mismo discurso: 'Es una encuesta gravemente manipulada', aventuró.

El sondeo es tan demoledor para los socialistas que incluye un revolcón inimaginable hasta hace muy poco en Andalucía, su gran feudo, que celebrará elecciones autonómicas en unos meses: el PP le daría literalmente la vuelta a la tortilla al ganar con 10 escaños de ventaja cuando en 2008 perdió por 11.

Incluso en Catalunya, donde el PSC resistiría como primera fuerza, la gran ventaja que tanto ayudó a explicar la victoria en 2008 de José Luis Rodríguez Zapatero se evaporaría: los 17 escaños de diferencia con el PP a favor de los socialistas se quedarían esta vez en apenas cuatro.

El PSOE reaccionó con cautela al sondeo, en sintonía con el deliberado perfil bajo que ayer adoptó su candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba, que fía buena parte de las posibilidades de remontar al cara a cara del lunes con Rajoy. Pero algunos analistas próximos a los socialistas eran capaces de encontrar aspectos positivos escondidos en las entrañas del torbellino azul. Por ejemplo: el 31,5% de los que tienen decidido ir a votar siguen indecisos sobre qué papeleta elegir.

Los socialistas se aferran a que Rubalcaba supera a Rajoy en valoración

Y sobre todo: la valoración de Rubalcaba es ligeramente superior a la de Rajoy (4,54 frente a 4,43; ambos suspendidos en una escala del 0 al 10), quien sigue sin generar confianza entre los españoles: nada menos que el 72% dice tener 'poca' o 'ninguna confianza' en el candidato al que se disponen siempre según la encuesta a otorgarle una mayoría absoluta casi tan rotunda como la que disfrutó Felipe González en 1982.

La explicación ante esta aparente paradoja se encuentra en las ganas de cambio que registra el sondeo, un fenómeno que se repite en casi todos los países de la Unión Europeo que han acudido a las urnas tras el estallido de la crisis de la eurozona, a principios de 2010. Y también en la mayor confianza hacia el PP a la hora de lidiar con los problemas económicos y la creación de empleo. Esta es otra característica que se repite históricamente más allá de nuestras fronteras, como recuerda habitualmente el propio González: en situaciones de crisis económica, la derecha suele salir reforzada en las urnas.

Ante un sondeo tan rotundo como el del CIS, la gran mayoría de candidatos de las formaciones minoritarias coincidió no sólo en la manida fórmula de que la auténtica votación se dará cuando abran los colegios electorales, sino también en el intento de presentarse como 'voto útil' para frenar, moderar o resistir al PP en este escenario de mayoría absolutísima tras el 20-N.

IU ganaría seis escaños de los 55 que podría llegar a perder el PSOE

Cayo Lara ofreció Izquierda Unida 'para pararles los pies'; el candidato de CiU, Josep Antoni Duran, se brindó como 'palanca' que fuerce al PP a abordar el pacto fiscal con Catalunya; el líder de Equo, Juantxo López de Uralde, pidió el voto para evitar que la nueva legislatura sea 'muy gris por las fuerzas conservadoras de Mordor', en referencia al país ficticio de El señor de los anillos; Joan Coscubiela (ICV) dijo que el sondeo convierte a su formación en 'aún más imprescindible'...

La mayoría absoluta del PP parece instalarse ya como una realidad inexorable en la mayoría de dirigentes, salvo en las declaraciones públicas de políticos socialistas, que, como Manuel Chaves y Ramón Jáuregui, insistieron en que aún hay tiempo para la remontada si logran convencer a los indecisos.

El sondeo del CIS es claro con respecto al PSOE y al PP, y quizá también con el Partido Nacionalista Vasco (PNV), al que augura un revés perdería el 50% de los escaños y se quedaría sin acta en Araba, pero al resto de formaciones les sitúa en un terreno difuso, a medio camino entre el éxito y el fracaso: IU-ICV pasaría de 2 a 8 diputados, pero sólo arañaría seis de los 55 escaños que podría llegar a dejarse el PSOE; Equo entraría en la Cámara, pero no directamente sino a través de Compromís; UPyD saltaría de uno a tres diputados, pero reducido a un partido madrileño; Amaiur irrumpiría en el Congreso, pero como cuarta fuerza en Euskadi y sin representación en Navarra; CiU avanzaría, pero quedaría lejos de su objetivo de derrotar al PSC también en unas generales...

No es verdad que en España el consenso entre los políticos sea difícil: el CIS ha pintado el país de azul, pero nadie ha quedado contento.

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