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Esejambo, el Richy Castellanos del 'underground'

Antonio Mosquera se cuela en los camerinos de músicos y artistas en busca de una foto y, si cae, de una entrevista

Antonio Mosquera, más conocido como Esejambo. / HENRIQUE MARIÑO

No sé si conocen a este cachondo mental aficionado al photobombing con famosos. También hace entrevistas a personajes de distinta ralea y pincha discos en la playa. Mi primera vez fue accidentada: levantó su intimidatoria muleta y preguntó si quería problemas. Una semana después lo he llamado para retarlo. No a la primera sangre, sino a que cuente su vida. Antonio Mosquera (Madrid, 1966) se hace llamar Esejambo. Abro comillas.


Aunque nací aquí, mis padres me llevaron a Burgos en preescolar y no volví a Madrid hasta que hice COU. Al principio las pasé putas, porque no conocía a nadie, pero luego me encontré con el Tripi y el Costo y todo fue litrona, relajo y risas. Había llegado de fuera superhappy y sólo quería tomar cañas en Malasaña, pero en el instituto me empezaron a caer hostias. Me dieron el palo y suspendí, pero eso fue positivo, porque me di cuenta de que iba por el buen camino. Luego llegó la Universidad, donde lo pasé de lujo.

Esejambo, con Rod Stewart.

Esejambo, con Rod Stewart.

Yo quería ser locutor de Los 40 principales y me metí en Periodismo, donde conocí a Toni Marmota y a Montero Glez, que me presentó a los Pata Negra y me llevó al Candela, al San Juan Evangelista y a otros templos flamencos. Luego, el rock y sus tugurios: Malandro, King Creole, La Vía Láctea… Cuando regresé a Madrid, ya habían cerrado el Rockola, pero gocé en la sala Revólver [podríamos decir que Esejambo se fumó las cenizas de la movida y, con cada bocanada, se inventaba otra]. Me pasaba allí todo el día, porque estaba al lado de mi casa, y no me perdía Los lunes flamencos: Mercé, Raimundo, Morente, Habichuela, Bambino… “Esta canción va pa mi amigo el chiquitito”, decía Agujetas, que se partía el culo conmigo.

Esejambo, con El Langui, cantante de La Excepción.

Esejambo, con El Langui, cantante de La Excepción.

Estudié realización en el Instituto RTVE e hice prácticas en Radio Nacional, donde trabajé al lado de Manolo Ferreras en Al cabo de la calle, aunque yo quería currar en Radio 3 con Manrique y Ordovás, claro. Me dieron una sección, Antoñito desde el trapecio, en la que leía con deje cheli noticias curiosas que encontraba entre cientos de teletipos. Entonces me concedieron una beca en TVE, que era donde deseaba estar, porque hay tías, luz, dinero, espectáculo y tías, tío. Luego pasé por En verano y me llevé a todo el Candela a la tele, desde Miguel hasta La Barbería del Sur. Lo petamos.

Esejambo, con Alberto García Alix.

Esejambo, con Alberto García Alix.

Pepe Navarro necesitaba a un tío para trabajar de madrugada y en Antena 3 nadie quería comerse el marrón. De Todo va bien pasé a Sabor a ti, Diario de Patricia y Dónde estás corazón. Hace dos años llegó el ERE y me echaron. Pero antes, como en estos sitios te cortan la creatividad, había empezado con el blog. ¿Por qué Esejambo? Yo no me acuerdo de los nombres de la peña, por lo que saludo en plan: “Hey, man”. Empezaron a llamarme El Man y, como me parecía muy yanqui, lo cambié por Jambo, una palabra que le robé al Langui, el cantante de La Excepción. Luego resultó que significa “pringao” o vete tú a saber…

Esejambo y Raimundo amador, veinticinco años después.

Esejambo y Raimundo amador, veinticinco años después.

Uso mi blog para acercarme a la gente a la que admiro, es una excusa para conocerla. Luego los amigos me vacilan: “Tío, que vas a acabar como Richy Castellanos”. El caso es que poso con músicos y escritores: fotos simpáticas donde salgo vacilón. A muchos los conozco de la época de la tele, adonde me los llevaba a tocar. Al programa Te espero en Madrid fueron, por ejemplo, los Antonios: Flores y Vega. Cuando voy a conciertos, intento meterme en los camerinos y ver si el menda va de buen rollo. A veces cae una foto y otras, una entrevista.

Esejambo y Ana Curra.

Esejambo y Ana Curra.

A Muchachito Bombo Infierno le entré diciéndole que era “la mano que mece la rumba”. En Córcega vi a Rod Stewart y dudé, pero luego le eché valor, me acerqué y le comenté que acababa de leerme la biografía de Ron Wood, Memorias de un Rolling Stone. “Hey, Rod”. El problema es que tampoco hablo mucho inglés. De hecho, me acabo de poner a ello… En fin, que cuando llega el verano me bajo a la playa y pincho en Vera, aunque a ver si me pillan de reportero urbano multimedia, ¡me cago en Sos! Mientras no llegue, que se vaya preparando el artisteo, porque el caso es interactuar, y mejor con artistas que con banqueros, ¿no?

Esejambo y Jorge Pardo, tocando la muleta del primero a cuatro manos.

Esejambo y Jorge Pardo, tocando la muleta del primero a cuatro manos.

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