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Nueve cosas que no deberías hacer en una cena de empresa

Por una copa más no pasa nada. Me lo estoy pasando bien, por fin estoy confraternizando con el jefe. Tal vez sea el momento del hablar del tema, proponerle esa gran idea que llevo meses macerando. Pero mejor cojo antes el micrófono del karaoke. Una canción, otra copa y luego se lo digo… Y así es como cavamos nuestra tumba laboral en una cena de empresa

El raciocinio humano suele verse ligeramente alterado durante una cena de empresa. Lo que jamás haríamos o diríamos durante un día cualquiera en la oficina se convierte en prioridad tras el tercer chupito. Mal asunto. Mejor revisa estas nueve cosas que no deberías hacer en una cena de empresa, un decálogo de prohibiciones para memorizar antes de que tus labios toquen el primer gin-tonic de la noche. 

Nueve cosas a evitar en una cena de empresa

Beber demasiado 

Cenas de empresa
Varias personas bebiendo – Fuente: Unsplash

En ninguna cláusula de tu contrato laboral pone que debas beber alcohol en la cena de empresa, aunque quizás en el de algunos compis sí, tal y como se toman esa jornada de team building. No hay que confundir ambiente distendido con un botellón.  

Tú mejor que nadie conoces tus límites con el alcohol. Ni te acerques a ellos durante la cena de empresa. A estas alturas no tenemos que explicarte lo que produce el exceso de alcohol a corto plazo en el cerebro humano, ¿no?: euforia, impulsividad, alteraciones emocionales, alteraciones de la memoria, etc.

Y un cerebro eufórico, impulsivo, alterado emocionalmente y con la memoria de vacaciones es capaz de provocar situaciones muy embarazosas en el peor contexto posible para ello: el trabajo. 

Esto no quiere decir que no te puedas “divertir” en tu cena de empresa y que tengas que mantener la tensión laboral en todo momento. Tan solo se tratar de intentar pasar un buen rato con los compañeros… con la vista puesta en que el lunes todos volvéis al curro. Y allí no hay alcohol —generalmente—, ni karaoke. 

Comer en exceso 

¿Tú también tienes un familiar que el día de Nochebuena no come para tener más hambre para la cena? Pues bien, esa no es una buena idea para tu cena de empresa. Come con moderación, como lo harías en una cena normal, pese a que no lo sea para evitar un empacho o una indigestión indeseada. Solo piensa en lo que tú sientes cuando tu familiar, el de la Nochebuena, repite hasta tres veces con el cordero… mientras el resto ya está con el postre. No es una imagen muy agradable. 

Intentar medrar entre chupito y chupito 

Toda la cena mirando de reojo al jefe, preparando la gran conversación a cada bocado. Lo has pensado tantas veces que te lo sabes de memoria, pero ahora no encuentras el momento. Y te esperas hasta que la cena vaya avanzando.

Y ya con el chupito y aprovechando que la silla a su lado ha quedado libre te tiras en plancha a por ella y lo sueltas: entonces, bueno… Y las palabras no salen, o no salen cómo tu habías imaginado. Y el jefe te mira frunciendo el ceño hasta que dice: García, no es el momento, hablamos el lunes. Y que te trague la tierra. No, la cena de empresa no es lugar para medrar. 

Pasarse con el networking 

Teniendo en cuenta el ambiente especial que se da en una cena de empresa, sí que puede ser un buen escenario para compartir ideas constructivas sobre el trabajo, siempre que estés en condiciones de hacerlo. Rara vez se presenta la ocasión de hablar tranquilamente con alguien de otro departamento o de otra sección.  

Lo puedes aprovechar para hacer networking ampliando tus contactos. Pero sin pasarse, por las mismas razones anteriormente expuestas: mantener la “intensidad” laboral incluso en la cena de empresa puede ser agotador para ti… y para tu interlocutor.  

Confabular, conspirar

Cenas de empresa
Dos hombres brindan sonriendo – Fuente: Unplash

Ni se te ocurra ponerte en modo crítica durante la cena de empresa. No hay peor costumbre que criticar a compañeros o jefes con una copa de vino en la mano. Pero quien esté libre de pecado… Y es que el alcohol y el ambiente distendido de la cena de empresa parece pedir a gritos soltar todas esas barbaridades que llevamos meses mascullando.  


Pero no, no cometas ese error. Aparte de que, en sí mismo, es muy feo criticar, esa actitud beligerante o sibilina puede convertir la cena en una batalla campal. Contrólate y no caigas en la tentación. Porque, aunque al principio sientas la liberación de haber soltado lastre, lo puedes lamentar. Si tienes algo muy importante que decir, dilo a la cara, y sin copas de por medio. Y si alguien se pone en modo crítica contigo, no le sirvas de apoyo si no estás de acuerdo o el asunto no va contigo. 

Hablar de política y otros temas delicados 

No vayas a la cena de empresa con los tres volúmenes de El Capital ni con la camiseta del Barça. Temas como la política o el fútbol despiertan pasiones, ya lo sabemos. Y con la tercera copa puede que nos entren ganas de dar ese mitin que solemos repetir a nuestros amigos siempre que podemos.

Pero tus compañeros de trabajo no son tus amigos. Pueden ser también amigos, pero antes de eso son compañeros de trabajo. Que un encendido debate sobre quién es el mejor jugador de fútbol de la historia no arruine el buen ambiente de la oficina.  

Subir fotos a redes 

Esto no hace falta ni comentarlo, ¿no? En tiempos pretéritos era más común subir fotos a redes sociales estando de parranda. Era la euforia del Facebook, cuando muchos internautas se tomaban al pie de la letra lo de compartir la vida en redes y consideraban que subir una foto desenfocada con copa aguada en mano y camisa desabotonada con lamparones era el no va más.

Ahora ya sabemos que a las redes sociales las carga el diablo. Y el diablo anda más requerido que nunca durante las cenas de empresa. No le pongas las cosas más fáciles de la cuenta.  

Intimar con un compañero 

Cenas de empresa
Varias personas en una comida – Fuente: Depositphotos

Una cosa puede llevar a la otra, lo sabemos. Pero, ¿cómo os lo tomaréis el lunes? ¿Y cómo se lo tomarán los demás? ¿Estás dispuesto a correr el riesgo y ser la comidilla en la ofi durante una temporada? Está claro que cualquier relación con consentimiento mutuo es perfectamente válida, pero piénsalo antes de dar el paso.  

Pasar un buen rato con un compañero no tiene por qué ser negativo, tan solo se trata de valorar previamente las consecuencias. Y cómo cualquier tipo de valoración racional de una consecuencia a las tres de la mañana con el reguetón a todo gas en los altavoces de la disco es un poco difícil, es recomendable poner un límite previo si es que percibes una cierta atracción con un compi. Pero bueno, es como decir “hoy no me lío” cuando sales de fiesta: nunca se sabe dónde se cruza ese límite. 


Ceder a los impulsos, tomar decisiones drásticas 

Este punto resume todos los anteriores. Una cena de empresa puede ser una noche de lo más divertida, e incluso inolvidable, pero nunca debemos perder de vista que estamos con compañeros de trabajo, que no es una fiesta “normal”. Por lo tanto, debe imponerse la moderación para no tener que lamentar durante meses la cesión a un impulso durante un instante de euforia. Intenta pasarlo bien, y si no puedes, intenta “sobrevivir” y llegar sano y salvo a tu casa… a tu casa, recuerda.  

¿Y si no quieres ir a la cena de empresa? 

Cena de empresa
Varias personas brindan – Fuente: Depositphotos

Pues no vayas. Es la respuesta fácil. Si llevas semanas sufriendo en silencio por la dichosa cena de empresa porque no tienes ni la más remota gana de acudir y hacer unas horas el paripé, no lo hagas. Pero debes ser consciente de sus consecuencias, que derivarán del contexto de tu trabajo y de la propia cena.  

En determinados sectores o compañías no acudir a este evento puede ser “mal visto”, porque la empresa lo organiza como acto de team building, para reforzar los lazos entre compañeros. Debes valorar qué puedes ganar y qué puedes perder acudiendo. Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, y como sucede con los ágapes navideños, es peor la idea que tenemos sobre el acto, que el acto en sí mismo. Es decir, padecemos más por las dudas sobre el evento que por lo que luego vivimos en él.  

De cualquier forma, la decisión final es tuya. Recuerda que si finalmente decides no ir, tu decisión ha de ser respetada, como cualquier otra. Y si al final cedes y vas un poco a desgana, verás que luego no es para tanto. Pero no te olvides de repasar el decálogo antes de salir de casa: que la desgana se transforma en euforia en un par de copas y hasta puedes terminar cerrando los bares de la ciudad… con tu jefe. Tú, que no querías ir a la cena, tunante.



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