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La débil mayoría del PP abre la puerta a la sucesión de Rajoy

El presidente en funciones intentará formar un Gobierno "estable" sin descartar al PSOE. La pérdida de 64 escaños con respecto a 2011, el aguante de Sánchez y la ausencia de Podemos en la estrategia de campaña desmontan el liderazgo del candidato.

Mariano Rajoy, en el balcón de la sede del PP en la calle Génova de Madrid. EFE/Chema Moya

MADRID.- Los resultados electorales han supuesto un varapalo importante para el PP, con la pérdida de 63 escaños (y más de 4,5 millones de votos) frente a los resultados de las elecciones generales de 2011, cuando el candidato Mariano Rajoy obtuvo el mejor de los resultado del Partido Popular, 186 escaños.

El presidente ya en funciones, que evitó dar rueda de prensa alguna y se limitó a pronunciar un breve discurso desde el balcón de la calle Génova, aseguró que intentará formar "un Gobierno estable" porque es su responsabilidad siendo la lista más votada, advirtió en medio de los aplausos de apenas 300 personas. Fuentes de su candidatura sostienen que "nada" está descartado, incluido el intento de lograr la 'gran coalición' con el PSOE (90 escaños).

El PP ha ganado las elecciones muy alejado de la mayoría absoluta de 176 escaños y, además, el que ha sido considerado su aliado natural, Ciudadanos (40 escaños), no ha logrado ni de lejos el gran resultado que le auguraban las encuestas de algunos medios, empeñados en situarlos como segunda fuerza y, por descontado, como parte de la coalición ganadora PP-Ciudadanos. La suma de estos partidos, sin embargo, se ha quedado en 163 escaños, a 13 de la mayoría absoluta.

Pero si el partido conservador lo tiene complicado para gobernar, el presidente lo tiene aún más difícil para mantener el liderazgo en un PP donde ya empiezan a plantearse si habrían ganado "mejor" con un candidato a la Presidencia del Gobierno más joven. ¿Alberto Núñez Feijóo? ¿Soraya Sáenz de Santamaría? No importa; en el PP tienen asumido que esta "agria victoria", donde no ven aliados para mantenerse en el Gobierno, era el paso previo "mínimo" a la sucesiòn de Rajoy, que como jefe del Ejecutivo con amplia mayoría absoluta, tenía toda la legitimidad para presentarse a las elecciones generales e intentar repetir en La Moncloa, a pesar de la marejada interna que trató de derribarlo durante toda la legislatura y que sólo se replegó durante la campaña.

Sucesión de gestos de derrota

Rajoy llegó pasados unos minutos de la 20:00 horas del domingo a la sede nacional del PP con su mujer. Allí le esperaba la cúpula del partido (Dolores de Cospedal, Fernando Martínez-Maíllo, Pablo Casado, Javier Arenas, Javier Maroto, Andrea Levy o Esteban González Pons) con caras largas: las encuestas a pie de urna (israelitas) auguraban ya el batacazo del PP y, sobre todo, el no menor de Ciudadanos.

A las 20:30 horas habló ante la prensa un Pablo Casado poco entusiasmado y, aunque se anunciaron más comparecencias, nadie salió a hablar en las tres horas que duró el escrutinio. Sólo Rajoy saludó desde el balcón de la calle Génova a unos 300 simpatizantes del PP que entonaban villancicos a coro con la música de los altavoces. Advirtió que iba a intentar gobernar y, aunque nadie sabe cómo si no es con el PSOE, en el PP creen que -esta vez sí- Rajoy tendrá que empezar a preparar su relevo: el Congreso Nacional del PP aguarda su hueco a principios de 2016.

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