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“No ha pasado, pero existe el riesgo de que Barcelona se fracture
en dos ciudades”

El candidato de ERC a la Alcaldía de Barcelona, Alfred Bosch, considera que la independencia de Catalunya es un factor imprescindible para el pogreso de la capital catalana.

El candidato de ERC para la Alcaldía de Barcelona, Alfred Bosch.

BARCELONA.- Diputado en el Congreso desde 2011, Alfred Bosch (Barcelona, 1961, @AlfredBosch) debuta como alcaldable de la capital catalana, relevando a Jordi Portabella, que había encabezado la lista de ERC en las últimas cuatro elecciones. Las encuestas pronostican a la formación independentista una mejora notable con respecto a los dos ediles que obtuvo en 2011 y es precisamente la defensa de un estado propio para Catalunya uno de los puntos clave del programa de Bosch. Con la previsión de un ayuntamiento mucho más atomizado, de sus palabras se interpreta que no cierra la puerta a hipotéticos pactos con CiU, PSC o Barcelona en Comú.

¿El 24-M será la primera vuelta para la independencia de Catalunya, como dijo Oriol Junqueras, o lo determinante es decidir el modelo de ciudad para Barcelona?
Para nosotros las dos cosas van juntas, porque somos garantía de proceso y de progreso. Creemos que sin progreso el proceso [soberanista] no tiene sentido y que sin el proceso, el progreso no es posible. Lo más sorprendente es que aquellos que dicen que esto no va sobre la independencia son los que más hablan del tema. En ERC debemos hablar de la independencia desde la capital de Catalunya, porque creemos que poder convertir Barcelona en una capital de verdad es útil por los recursos, posibilidades y herramientas que supondría. Nos permitiría hacer una ciudad mejor, más igualitaria y más equilibrada y evitar el riesgo de que se fracture en dos. No ha pasado, pero el riesgo existe.

¿Que Barcelona se convierta en la capital de una república catalana es clave para que ERC pueda desarrollar su programa?
Es clave esto y son clave otras cosas. Si miramos la parte proporcional del déficit fiscal catalán que podríamos aplicar a la ciudad de Barcelona, supondría unos 3.000 millones de euros. Con ellos, en un año, podríamos erradicar la pobreza infantil en Barcelona, según los criterios de Unicef (300 millones), reducir el paro al nivel de antes de la crisis, terminar la estación de la Sagrera y todavía nos quedaría dinero, por ejemplo, para completar las líneas 9 y 10 que, entre otras cosas, hacen ciudad. Además, podríamos evitar cualquier medida de austeridad. Quien diga que ser una capital de verdad no es importante para Barcelona es que no ha hecho los números.

¿El posicionamiento sobre la independencia será decisivo para decidir con quién pactar?
Sí, claro. Cada vez que sale alguien y dice que hablar de independencia no nos conviene, nos complica pactar con él. Cuando alguien dice que está a favor del derecho a decidir pero no sabe qué votar, a nosotros también se nos complica porque tenemos clarísimo qué votar y o estás a favor [de la independencia] o no lo estás. Nosotros salimos a ganar y como alcalde de Barcelona quiero gente que colabore en la idea de que la capitalidad para Barcelona es deseada y es una ganancia necesaria para la ciudad.

Con lo que comenta, no quedan muchas opciones de pactos. Barcelona en Comú defiende el derecho a decidir pero no se moja con la independencia. ¿La única opción sería pactar con Trias, en la línea del acuerdo Mas-Junqueras?

Mas dijo que alentarían alianzas a nivel local entre CiU y ERC, pero después salió Oriol Junqueras para decir que evidentemente en cada población las políticas de alianza se decidían en esa localidad. En el caso de Barcelona, nosotros compartimos agenda social con otros partidos u organizaciones y compartimos agenda nacional con otras. Pero somos los únicos que lo tenemos todo y somos garantías de proceso [soberanista] y de progreso. Creemos que somos una opción ganadora y si alguien nos quiere apoyar lo que le pediremos es que no nos haga renunciar a lo que es fundamental para los ciudadanos. Nuestra función es hacer pactos de ciudad que respondan a lo que quiere la mayoría de la gente.

“Un salario mínimo de ciudad tendría la fuerza moral de decir que en Barcelona no se pagan sueldos de miseria”

¿El alcalde de la ciudad tiene que ser la persona que lidere la lista más votada?
Hasta ahora ha sido así y es probable que siga siendo así y tiene su lógica. Cuando hablamos de pactos, sobre todo hablamos de presupuestos, de temas de ciudad, más que hablar del alcalde. Lo que quiere la gente es resolver los problemas e ir hacia una ciudad más igualitaria y equilibrada. Debemos poner Barcelona por delante de todo. Y lo que se necesitan son pactos de ciudad, en cuestiones como el turismo, el paro y la pobreza. Y creemos que somos los que estamos mejor posicionados para ejercer un liderazgo desde el consenso, porque tanto Trias, como Colau o Collboni han dicho que no verían mal pactar con nosotros.

Dice que Barcelona no se ha fracturado en dos ciudades, pero es un hecho objetivo que una desigualdad ya elevada se ha acentuado durante la crisis, con los distritos de Sarriá - Sant Gervasi y Nou Barris como polos opuestos. ¿Cómo combatirla?

La filosofía sería buscar el éxito compartido. De ninguna manera queremos arruinar la ciudad ni que sufran los polos de prosperidad que hay. Queremos el Congreso de Móviles, ojalá tuviéramos más. No estamos en contra del turismo, ni mucho menos, pero queremos una mejor gestión, sobre todo en el sentido de no generar molestias a los ciudadanos, sino de generar beneficios. Los éxitos deben ser repartidos y compartidos.

La sensación es que ahora los beneficios quedan repartidos en muy pocas manos.
El turismo genera empleo en hoteles, restaurantes, taxistas y también ayuda a financiar el metro y el autobús. Pero es verdad que hay gente a la que no le llega el beneficio. El centro de la ciudad está saturado y tenemos la propuesta de hacer una moratoria de alojamientos turísticos en el corazón de Barcelona. Se trata de incentivar la llegada del turismo y sus beneficios a otras zonas de la ciudad. También debemos aprovechar todos aquellos beneficios del turismo que hasta ahora no se han aprovechado. No hemos sabido utilizar el éxito turístico de la ciudad para elevar de forma muy notable el nivel de conocimiento de idiomas de los ciudadanos. Esto significa generar oportunidades de trabajo. El congreso de móviles ha generado actividad, pero se puede repartir más su beneficio, aprovechando que la capitalidad incida en la formación profesional. Socializar los logros es la clave de futuro de Barcelona.

Trias insiste en que se ha aumentado el gasto social, pero esto no se ha traducido en una disminución de la desigualdad. ¿Es un modelo caritativo que hay que cambiar?
No somos partidarios de acabar con las ayudas, son necesarias. Como plan de choque es indispensable y que aumenten los servicios sociales es bueno, no estamos en contra. Ahora, es obvio que si esto no sólo continúa sino que se agrava es porque no se han atacado las raíces profundas de la desigualdad. La más preocupante de todas es que no se ha conseguido un modelo de generación de empleo. Otra propuesta que hemos hecho es la del salario mínimo de ciudad.

“Socializar los logros es la clave de futuro de Barcelona”

Otras formaciones también lo proponen. ¿Como funcionaría?
Funciona igual que el salario mínimo interprofesional español, que tiene importancia no tanto por la fuerza legal que hay detrás, sino sobre todo por el consenso entre los implicados, que son sindicatos, empresariado y administración. La ciudad de Barcelona tiene un coste de vida un 26% superior a lo que es la media estatal y por justicia debe tener un salario mínimo superior. Esto funciona en muchas ciudades del mundo. La primera fuerza que tendría sería moral, de decir que en Barcelona no se pagan sueldos de miseria. Sería de unos 1.000 euros. La segunda cuestión es cómo puedes vigilar la aplicación de la medida. Con los trabajadores públicos se puede decir que ya se cumple, pero con las empresas contratadas y subcontratadas tenemos un punto importante. Se deben introducir cláusulas sociales y de proximidad en los pliegos de condiciones de los concursos públicos y garantizar que no se paguen salarios de miseria e indecentes. Es una medida que se ha de poder aplicar y extender. Incrementar los salarios también ayuda a combatir la burbuja turística y de servicios, porque en parte se basa en pagar salarios muy bajos y precarios, y con una mejora fuerzas a incrementar la calidad.

¿Para garantizar el acceso a la vivienda se trata de crear un parque público de pisos sociales de alquiler?
Lo que queremos es un parque de vivienda social de alquiler más grande, con independencia de que sea público o privado. El hecho de que Barcelona tenga menos de un 3% de vivienda social, cuando la media europea es del 15% significa que no hemos hecho los deberes y cuando ha llegado el golpe ha sido una catástrofe. Debemos acercarnos a este 15%, lo que implica tener unas 100.000 viviendas sociales. Una cuestión es poner los pisos en manos de los bancos y la Sareb en alquiler social, pero para ser honestos, cada vez hay menos. Otra opción es construir viviendas, pero es caro y lento. La opción clave es la rehabilitación, porque puede convertir un triángulo de problemas en una solución, ya que ayudas a propietarios a poner un piso en alquiler, habrá inquilinos si el precio es asequible y después generas trabajo para los pequeños constructores. Además, hace posible que los pisos estén repartidos por la ciudad y esto genera cohesión social. Las soluciones más soviéticas de grandes bloques públicos pueden acabar en guetos.

¿Las prioridades de inversión en la ciudad han sido erróneas y se han llevado a cabo algunas como el Paseo de Gracia o la Diagonal que no ayudan a equilibrarla?
En cuanto al Paseo de Gracia, me habría esperado. Con la Diagonal también, aunque requiere una reforma profunda, sobre todo entre Paseo de Gracia y las Glòries, que es donde no se ha hecho. El principal problema en la Diagonal es que no se ha afrontado la conexión de los tranvías. Efectivamente, antes que hacer algunas de estas cosas hay inversiones y actuaciones en otros barrios que se deberían haber impulsado, muchas relacionadas con la formación y vinculadas a escuelas e institutos. El ayuntamiento puede aportar dinero para conocimiento de idiomas, nuevas tecnologías…

“El hecho de que Barcelona tenga menos de un 3% de vivienda social significa que no hemos hecho los deberes”

ERC se ha sumado al Pacto Social del Agua que, entre otros aspectos, apuesta por remunicipalizar el servicio. ¿Apuesta por revisar la gestión privada de algunos servicios?
Estamos a favor de la titularidad pública de los servicios básicos y con el agua se ha mantenido, pero también somos partidarios de una gestión pública y eso no se ha respetado. Se trata de un tema metropolitano y nosotros no votamos a favor de la concesión a la empresa mixta [que la gestiona] porque teníamos recelos. Lo que veríamos con buenos ojos es que se estudiara casos como los de Berlín o París, donde la remunicipalización ha supuesto un cierto coste. En Berlín explicaron que esto costaría 1.300 millones y se sometió a la opinión de la población con una consulta, y se votó a favor. Supongamos que en Barcelona el coste fuese comparable. Esto querría decir que nos comemos todo el presupuesto del Área Metropolitana. Lo tenemos que plantear muy claramente a toda la población del área metropolitana y ver qué piensa la gente.

La Oficina Antifraude resolvió que la adjudicación de la concesión a Agbar, que es quien controla la empresa mixta, no se hizo siguiendo el interés público. ¿Es un punto clave para revertirla?
Por eso también la cuestionamos nosotros. Hubo una chapuza monumental y es que históricamente Aguas de Barcelona no estaba contratada para gestionar el servicio. Esto se debe afrontar y se deben hacer las cosas bien. Pero el tema de fondo es qué modelo de gestión queremos, pero siempre sabiendo a qué nos obliga y cuáles son los costes y retornos. Estamos a favor de que el agua sea un bien común, pero lo tenemos que discutir y la gente de toda el área metropolitana tiene que poder participar.

Durante la legislatura se han vivido varios conflictos entre ayuntamiento y vecinos, como el caso de Can Vies, en Sants; la movilización contra el Plan Paralelo en Poble Sec o la indignación en Nou Barris por les desahucios y la pobreza. El rasgo común es la queja que no se ha escuchado a los vecinos.
Los vecinos deben poder hablar. Nou Barris cabreada [que reúne a más de 100 entidades] se crea, entre otras cosas, porque no se sentían escuchados. Aparte de escuchar, hay que tomar decisiones y dar respuesta a lo que se plantea. No siempre se tiene que hacer lo que piden plataformas vecinales, porque aquel al que la gente ha votado es quien tiene la responsabilidad de tomar decisiones y a veces son impopulares. A nivel de base, la sociedad civil se organiza y lo hace muy bien y creo que la parte más negativa de esta situación es que no se escucha lo suficiente a los vecinos y no se trabaja lo suficiente el consenso. Tenemos que ver el factor positivo de las protestas ciudadanas, que también ayudan a empujar la ciudad y hacerla crecer. Es un dinamismo que nos puede ayudar a hacer una ciudad más igualitaria, más bien repartida y más justa.

“Un salario mínimo de ciudad tendría la fuerza moral de decir que en Barcelona no se pagan sueldos de miseria”

¿Una opción sería buscar nuevos mecanismos de participación real de los ciudadanos y que no sean meramente estéticos?
Creemos en todas las formas de participación. Una medida es que los consejeros y los ediles presidentes de distrito se elijan directamente. La ley de administración local, que es española, no lo prevé, pero se puede hacer mediante consultas populares y a partir de aquí,  que los nombre directamente el alcalde reconociendo el resultado. La elección directa significa que todos aquellos elegidos en el distrito tienen que responder ante la gente que les ha votado y esto acercaría mucho más el Consejo de Distrito a la gente. Otra medida necesaria es creerse estas instituciones y que tengan presupuestos asignados. Es muy importante que a nivel de la calle la gente tenga la sensación de que su participación sirve.

ERC se presenta en Barcelona con el Moviment d’Esquerres y Avancem, escisiones soberanistas del PSC, máximo responsable de la Marca Barcelona. ¿Defiende el mismo modelo?
ERC lo que abraza es a la izquierda y esta gente se define de izquierdas. También son soberanistas y por ello confluimos. El urbanismo, la capacidad de planificar el espacio, es una de las herramientas principales que tiene una ciudad para transformarla y reequilibrarla. Y somos deudores del esfuerzo que se hizo en este sentido con el proyecto de la Barcelona Olímpica. La decisión de situar la Villa Olímpica en el Poblenou en vez de en la pineda de Gavà, donde se quería hacer una operación especulativa, fue una decisión de urbanismo social de gente como [Oriol] Bohigas y el mismo Pasqual Maragall. Fue muy de izquierdas porque implicaba que Barcelona conectara con el mar y recuperarlo, mejorar las condiciones de esta zona de la ciudad y que esta mejora se trasladara también al resto de Barcelona. Tenemos un proyecto de urbanismo social, que liga con esta idea, queremos coser la ciudad.

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