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El PP se resigna a seguir a Rajoy, ya pierda el Gobierno... o Catalunya

Los conservadores descartan tanto un congreso extraordinario que releve al candidato a La Moncloa como un adelanto electoral. El presidente del Gobierno recuerda que son los primeros en todas las encuestas y subiendo.

El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, durante la reunión del Comité Ejecutivo Nacional de su partido, tras las elecciones catalanas. EFE/Juanjo Martín

ANA PARDO DE VERA

MADRID.- La derrota del PP el domingo 27 en Catalunya ha sido un enorme varapalo para los conservadores, por más que de cara a la opinión pública trate de relativizarse el "fracaso" sin matices del que se habla en privado. Sobre todo, porque no se trata de la primera derrota electoral del PP en el peor momento de la crisis, sino de la tercera derrota incontestable este año (andaluzas, municipales y autonómicas y catalanas), además, siendo 2014 el año de la remontada. Y sin contar las europeas del año pasado, donde se evidenciaron los primeros síntomas de la caída si descontamos las últimas andaluzas de Javier Arenas como candidato, en marzo de 2012.

Cada vez con menos sentido del humor, en el Partido Popular repasan los tres "clásicos" que surgen inmediatamente después de que Rajoy y/o sus candidatos obtengan un mal resultado electoral, algo que el partido veía muy lejano después de la aplastante mayoría absoluta de noviembre de 2011: movimientos internos que vaticinan o, incluso, piden, un adelanto electoral; movimientos ídem que cuestionan el liderazgo de Rajoy, y los comunicados o declaraciones de José María Aznar en algún medio de comunicación criticando a su sucesor.

¿Afectan a Rajoy esas críticas y movimientos? Sobre todo, ¿van a afectarle ahora tras las catalanas? "No" y "no", sostienen las fuentes consultadas, siempre avisando de que hablan del "político y no de la persona", hermética y reservada únicamente para su familia y un puñado de amigos/as. En el PP aseguran que van a cambiar la "estrategia" si hace falta para abordar las generales, pero antes tendrán que analizar bien los errores. La amenaza de Ciudadanos es ya un hecho y en las catalanas, aunque la situación no sea extrapolable, "las orejas del lobo anuncian una bestia enorme", ilustra un parlamentario conservador muy preocupado.

Elecciones en diciembre

Sobre el adelanto de las elecciones, nada. Este lunes, tras el Comité Ejecutivo Nacional de valoración de las catalanas, fuentes del PP descartaron tajantemente esta posibilidad. Las elecciones generales serán el 13 o el 20 de diciembre, esta última fecha la más probable. Rajoy, una vez más, ignora las voces de su partido (y del Grupo Prisa, en forma de carta de su presidente, Juan Luis Cebrián) que le piden que adelante las elecciones tras haberse consumado la fractura en Catalunya.

Ciudadanos, único apoyo posible de Rajoy, podría pedir su relevo a cambio

El liderazgo de Rajoy tiene también críticos; en realidad, nunca ha dejado de tenerlos. Sin embargo, más allá de Esperanza Aguirre, relegada a un segundo plano como portavoz de la oposición municipal en Madrid, o de aquéllos que hablan bajo la condición del anonimato, la realidad es que el presidente del Gobierno nunca ha tenido a nadie enfrente que le dijera que quería sustituirle. Ni siquiera Aznar habla de volver a ser candidato (no faltan nunca conservadores que se lo pidan) o de impulsar una candidatura alternativa a Rajoy desde FAES (la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, impulsora de la plataforma Libres e Iguales por la "responsabilidad civil", tendría todas las papeletas).

Ahora, sostienen en el PP, "no hay tiempo" de relevos. Mariano Rajoy va a ser el candidato del PP a la Presidencia del Gobierno en diciembre. Sin embargo, eso no le garantiza ser el jefe del Ejecutivo otra vez (sería el primero que no repitiese). Ahora que Ciudadanos se dibuja como el único apoyo posible para un PP en minoría tras las generales, Albert Rivera, líder ya de la primera fuerza de la oposición en Catalunya, podría exigir el relevo de Rajoy. Incluso, sustituirle él mismo en La Moncloa. Sería la única forma por la que los críticos internos del líder del PP lograrían, por fin, su marcha.

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